Brasil tiembla
Facundo Aguirre Ibarra y Tomás del Corro
Las luchas simultáneas de los estudiantes y de los trabajadores marcan el pulso de la protesta que se prepara para hacer temblar al gobierno de Bolsonaro.


Las movilizaciones estudiantiles vienen creciendo desde hace meses en Brasil. Desde comienzos del 2019 el gobierno de Jair Bolsonaro pretende ejecutar cambios en el sistema educativo que el movimiento no está dispuesto a aceptar. Allí comenzaron las huelgas, marchas y movilizaciones universitarias.

El 15 de mayo se llevó a cabo la huelga general educativa convocada por la Unión Nacional de Estudiantes (UNE) junto a organizaciones de trabajadores universitarios. A lo largo de todo el país se organizaron 40 marchas en contra del recorte del 30% del presupuesto educativo. La protesta se replicó quince días después ampliándose a más de 150 ciudades con una nueva consigna de repudio a la represión llevada a cabo por las fuerzas de seguridad en las universidades.
Aun así, el gobierno lanzó el proyecto “Future-se”, que pretende tercerizar el financiamiento de la Educación Pública. Y la UNE volvió a responder con una jornada nacional de lucha realizada el 13 de agosto, en consonancia con las protestas de los trabajadores contra las Reformas de Previsión social.

Al continuar en la misma situación y sin dar brazo a torcer por parte de Abraham Weintraub, el ministro de Educación, el 3 de octubre los estudiantes realizaron una huelga nacional educativa “Por la soberanía de la educación”. Ese mismo día, las centrales obreras convocaron a una movilización contra la venta de bienes del Estado.

Con este acumulado de experiencias y ganando cada vez más en escala y organización, el movimiento estudiantil se prepara para marchar el 15 de marzo próximo, contra los recortes y exigiendo la renuncia del ministro.
Las asambleas estudiantiles en las Universidades de todo el país ya son un hecho. El mayor desafío en adelante es confluir,coordinar y apuntar todas las luchas populares contra el mismo enemigo.

La génesis de esta unidad tuvo lugar en la primera huelga general el 14 de junio convocada por las principales centrales sindicales brasileñas contra la Reforma Previsional, que contó con la participación del movimiento estudiantil en lucha contra otro aspecto de la política de gobierno de Bolsonaro: el ajuste educativo.


Lucha de capitales y unidad en la lucha

Los grupos de poder no pueden resolver su problema de forma negociada y ordenada, cuestión que irradia conflictos en la Educación como en el resto de los sectores sociales. La huelga de los petroleros, por tiempo indeterminado, valga como una muestra más.

El año pasado el gobierno dispuso la privatización de Petrobras de manera fáctica con la venta de acciones que la firma estatal tenía en BR Distribución. Desde ese momento los petroleros no mermaron la lucha contra la privatización y por el sostenimiento de los puestos de trabajo.


Los mares de Brasil, donde se estima que se encuentra una reserva de petróleo mayor a la declarada oficialmente por Petrobras, son codiciados por las grandes firmas energéticas de todo el mundo. La primera licitación de las áreas petroleras offshore, de octubre de 2019, tuvo como principales interesados a British Petroleum, Exxon, Shell, Chevron, Repsol y Wintershall. Un mes después, la Comisión de Energía de ese país le otorgó dos licencias de exploración al consorcio conformado por Petrobras y las empresas chinas CNOOC y CNODC.

Las asambleas de trabajadores petroleros en todo el país y el paro por tiempo indeterminado aportaron a la situación general un componente de unidad: todos en lucha, los trabajadores de la educación, los del transporte y el movimiento estudiantil.


Por una salida revolucionaria

Al calor de una crisis que mueve las estructuras del sistema capitalista global, en todo el mundo las calles se llenan de luchas y protestas. La contracara de la hiper-concentración de la propiedad, es la pauperización de la clase trabajadora mundial, formal e informal, asalariada o independiente, y sin distinción ya entre los viejos países centrales y los periféricos.

En Latinoamérica, igual que en otras regiones, el componente común a esta situación de protestas es un movimiento estudiantil activo que exhibe, de manera precoz, la necesidad de la organización conjunta del pueblo.

El caso de Brasil no es aislado y nos exige acumular la experiencia histórica del movimiento, retomando las luchas del ‘68 -como la Marcha de los 100.000 bajo la consigna “el pueblo al poder”-, aprendiendo de nuestras debilidades y potenciando nuestras fortalezas para poder darle a la crisis una salida revolucionaria.

 

Las movilizaciones estudiantiles vienen creciendo desde hace meses en Brasil. Desde comienzos del 2019 el gobierno de Jair Bolsonaro pretende ejecutar cambios en el sistema educativo que el movimiento no está dispuesto a aceptar. Allí comenzaron las huelgas, marchas y movilizaciones universitarias.

El 15 de mayo se llevó a cabo la huelga general educativa convocada por la Unión Nacional de Estudiantes (UNE) junto a organizaciones de trabajadores universitarios. A lo largo de todo el país se organizaron 40 marchas en contra del recorte del 30% del presupuesto educativo. La protesta se replicó quince días después ampliándose a más de 150 ciudades con una nueva consigna de repudio a la represión llevada a cabo por las fuerzas de seguridad en las universidades.
Aun así, el gobierno lanzó el proyecto “Future-se”, que pretende tercerizar el financiamiento de la Educación Pública. Y la UNE volvió a responder con una jornada nacional de lucha realizada el 13 de agosto, en consonancia con las protestas de los trabajadores contra las Reformas de Previsión social.

Al continuar en la misma situación y sin dar brazo a torcer por parte de Abraham Weintraub, el ministro de Educación, el 3 de octubre los estudiantes realizaron una huelga nacional educativa “Por la soberanía de la educación”. Ese mismo día, las centrales obreras convocaron a una movilización contra la venta de bienes del Estado.

Con este acumulado de experiencias y ganando cada vez más en escala y organización, el movimiento estudiantil se prepara para marchar el 15 de marzo próximo, contra los recortes y exigiendo la renuncia del ministro.
Las asambleas estudiantiles en las Universidades de todo el país ya son un hecho. El mayor desafío en adelante es confluir,coordinar y apuntar todas las luchas populares contra el mismo enemigo.

La génesis de esta unidad tuvo lugar en la primera huelga general el 14 de junio convocada por las principales centrales sindicales brasileñas contra la Reforma Previsional, que contó con la participación del movimiento estudiantil en lucha contra otro aspecto de la política de gobierno de Bolsonaro: el ajuste educativo.


Lucha de capitales y unidad en la lucha

Los grupos de poder no pueden resolver su problema de forma negociada y ordenada, cuestión que irradia conflictos en la Educación como en el resto de los sectores sociales. La huelga de los petroleros, por tiempo indeterminado, valga como una muestra más.

El año pasado el gobierno dispuso la privatización de Petrobras de manera fáctica con la venta de acciones que la firma estatal tenía en BR Distribución. Desde ese momento los petroleros no mermaron la lucha contra la privatización y por el sostenimiento de los puestos de trabajo.


Los mares de Brasil, donde se estima que se encuentra una reserva de petróleo mayor a la declarada oficialmente por Petrobras, son codiciados por las grandes firmas energéticas de todo el mundo. La primera licitación de las áreas petroleras offshore, de octubre de 2019, tuvo como principales interesados a British Petroleum, Exxon, Shell, Chevron, Repsol y Wintershall. Un mes después, la Comisión de Energía de ese país le otorgó dos licencias de exploración al consorcio conformado por Petrobras y las empresas chinas CNOOC y CNODC.

Las asambleas de trabajadores petroleros en todo el país y el paro por tiempo indeterminado aportaron a la situación general un componente de unidad: todos en lucha, los trabajadores de la educación, los del transporte y el movimiento estudiantil.


Por una salida revolucionaria

Al calor de una crisis que mueve las estructuras del sistema capitalista global, en todo el mundo las calles se llenan de luchas y protestas. La contracara de la hiper-concentración de la propiedad, es la pauperización de la clase trabajadora mundial, formal e informal, asalariada o independiente, y sin distinción ya entre los viejos países centrales y los periféricos.

En Latinoamérica, igual que en otras regiones, el componente común a esta situación de protestas es un movimiento estudiantil activo que exhibe, de manera precoz, la necesidad de la organización conjunta del pueblo.

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