Reducir la metáfora a una simple figura retórica es como creer que el piano sólo sirve para modificar las frecuencias de las ondas audibles y no para emocionar a un teatro colmado. Su definición es tan sencilla y tan útil que sorprende: la metáfora es decir o hacer algo de otra manera, tan simple como eso. Y es tan útil decir las cosas de otra forma como es útil respirar por la nariz y no directamente con los pulmones.
El desarrollo de la metáfora va de la mano con el de la inteligencia humana, si el hombre no hubiera podido establecer esa comparación, sencillamente no hubiera evolucionado. El homo sapiens del paliolítico talló las piedras para cazar y ahí empezó todo, unió el atributo de la piedra afilada con el hambre de su panza. Y de eso se trata, de encontrar patrones comunes en cosas que pareciera que no tienen nada que ver. El bisonte puede ser veloz, pero el cerebro humano también lo fue.
Mientras más disparatada sea la comparación más intrínseca la verdad que las une y por eso la ciencia y la filosofía también se valieron de su poder. Platón se inspiró en una cueva con sombras y Newton en una manzana.
Este libro es fruto de esa pretensión, la de querer decir algo con otros recursos, en este caso visual y escrito. Y digo fruto sin que necesariamente salgan hojas verdes de su lomo y aunque la palabra hojas se utilice tanto para vegetales como para libros y bueno no sigo porque sino nos volvemos locos (bueno no necesariamente con desequilibrios mentales ahhhh).
El libro es una recopilación de dibujos que realicé durante 2012 y 2013 y muchos de ellos fueron publicados en un blog de opinión gráfica. Agradezco enormemente a Yani, a mi familia y amigos por su apoyo en todo lo que hago y tambien a la editorial Acercándonos por dejarme solamente con la presión de plantar un arbol y tener un hijo.
Pali Muñoz