... ¿Por qué te llamas Flor? ¿Será acaso porque a tu madre Aida le gustaba sembrar hortalizas y frutales que luego cosechaba para regalar en el barrio? ¿O quizás podría ser porque ella sabía curar enfermedades a través del poder de las matas?

En verdad lo que me gusta pensar es que Aída, tu madre veía en ti alguien que continuamente florece y perfuma el ambiente sólo como tú sabes hacerlo.

Como hijos/jas somos en la continuidad de nuestros padres. En este caso Aída y Nico están en cada una de tus buenas acciones, lo sé.

Evocar a tu madre remueve en el que lee los recuerdos de infancia propios, y eso hace que valoremos, si es que antes no pudimos hacerlo todas las oportunidades que tuvimos que ser quiénes somos gracias a la protección y el amor de nuestra de nuestra madre que para ti, se nombrará siempre como Aída

Creo, sin temor a equivocarme, que cada éxito en tu vida ya sea en el plano profesional, familiar o de buenas experiencias cotidianas han estado acompañados de "¿vieron como todo llega?" según decía Aída.

Este libro además, recoge las obras las otras historias que hacen de Aída una obra entrañable. Me refiero a las amistades de toda la vida, los abuelos, tíos y primos, parientes que completan la familia, los amigos de infancia que venían a la casa paterna y los hermanos mayores, Aidita y Tony, que son contigo hijos de tu madre pero de otros modos.

Me pregunto, al igual que tantos otros podrían preguntarse ¿Dónde encuentro ahora mi madre que se ha ido? Desconozco las respuestas de los y las lectoras pero en mi caso pensaría que el vínculo con nuestra madre que es nada más ni nada menos que nuestras raíces en lo profundo de nuestra historia, trasciende lo físico. La presencia materna se extiende mucho más allá de la finitud de la vida ...

Este libro de Flor Montalvo es un homenaje a las madres pero sobre todas las cosas es una inmensa muestra de amor, reconocimiento, respeto y agradecimiento para quien supo enseñar como madre lo bello de la vida... (fragmento del prólogo de Rosana Cesaroni)