Docente, escritor y militante de la vida, argentino e internacionalista.
Paulo Freire le movía la mano. Articulaba su pensamiento, marcaba los latidos de su corazón para una pedagogía, tal como expresa Marcelo Valko en el prólogo de la obra de Chavidoni, “Pedagogía para la sumisión”, “enseñándonos la libertad.”-
Fue un docente que abrevó en Ricardo Nervi, Olga Cossentini, Luis Fortunato Iglesias, entre otros, en su ideario socialista.-
Es el autor de “El Belgrano que nos ocultaron”, “Pedagogía para la sumisión”, en Santa Rosa, “Tierra sin mal”, que explora la dominación que sufre el pueblo paraguayo. y “Ramos Mejía”, su obra póstuma.
Autor de notas y artículos en su trayectoria militante nacional e internacional, con amplia experiencia en el trabajo campesino sobre el abordaje, entre otros grandes temas, de la reforma agraria, con las comunidades del norte y del sur, planteando siempre la vida del “Buen Vivir”. Esa filosofía de la naturaleza y el hombre en conjunción, para amar la tierra, donde el ser humano no es explotado y tampoco es negociable.
Pero lo que lo distinguió fue el guardapolvo blanco. La tiza en el pizarrón. La escuela de ladrillo o paredes de chorizo. La del barrio con la “quema” que convirtió junto a los curas del tercer mundo, en una huerta, para que las abuelas se sentaran en sus mesas sin mantel, a disfrutar una ensalada.-
Normalista, pampeano, profesor desvelado por la educación de las madres y los hijos y el tránsito de una historia que se conozca a través del pensamiento crítico.