Un 4 de septiembre de 1970, el médico cirujano Salvador Allende, socialista marxista y masón, obtiene la primera mayoría en las elecciones presidenciales de Chile. Es el primer socialista marxista que accede al gobierno por el voto popular, en un escenario de guerra fría, Estados Unidos y la Unión Soviética. Se presentaron a las elecciones, Jorge Alessandri candidato de la derecha que obtuvo el 34,9% de los votos, Radomiro Tomic por la Democracia Cristiana (DC) y Salvador Allende por la Unidad Popular que alcanza un 36,6% de la votación. La Unidad Popular (UP) fue una coalición política liderada por socialistas comunistas, radicales y otras organizaciones menores del centro político. Los trabajadores organizados en la Central Única de Trabajadores (CUT) apoyan mayoritariamente a la UP y ocuparán durante su gobierno diferentes ministerios. La UP fue heredera de los Frentes Populares que se forman en Chile a fines de la década del 30 del siglo XX, para enfrentar al nazi fascismo, que se extiende a escala planetaria. En 1938 el Frente Popular ganó las elecciones presidenciales con el radical Pedro Aguirre Cerda, de quien Allende, con 31 años, fue Ministro de salud.
Una noche de septiembre
Allende Senador desde 1945, candidato a la presidencia en 1952, 1958 y 1964; amigo de Fidel Castro y admirador de Ho Chi Minh a quien conoció siendo Presidente del Senado en viaje a Vietnam en mayo de 1969. En 1968 como presidente del senado y apoyo del parlamento, brinda asilo a 4 sobrevivientes de la guerrilla del Che en Bolivia, que son trasladados a Isla de Pascua, posesión chilena en la Oceanía, donde se reúne con ellos. Los sobrevivientes de la guerrilla serán trasladados a Cuba acompañados de Beatriz Allende, su hija revolucionaria, como garantía de su compromiso y seguridad. ¡Ese es Salvador Allende! Quién mostraba con orgullo el libro “guerra de guerrillas” que le dedico Ernesto CHE Guevara con su firma estampada “A Salvador Allende que por otros medios trata de obtener lo mismo. Afectuosamente, Che”.
Esa noche del 4 de septiembre las calles de Santiago comienzan a llenarse de pueblo: Pobladores y pobladoras, estudiantes y trabajadores, padres y madres con sus hijos que se movilizan desde el sur, norte y oeste de Santiago. Del Este no, porque en la zona cordillerana viven los “momios” en sus ostentosas casas. Este luchador social como se autodefine se dirige a la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH), de la cual había sido vicepresidente en 1930, con jóvenes 22 años en aquel entonces. Son los primeros minutos de un 5 de septiembre y en los cielos nace una estrella de esperanza. Desde los balcones de la Federación, Allende toma el micrófono y habla: “Esto que hoy germina es una larga jornada, yo solo tome en mis manos la antorcha que encendieran, los que antes que nosotros lucharon junto al pueblo y para el pueblo. Este triunfo debemos dárselo en homenaje a los que cayeron en las luchas sociales y regaron con su sangre, la fértil semilla de la revolución chilena que vamos a realizar”. Esa revolución chilena para Allende, es el “socialismo con empanadas y vino tinto” un socialismo democrático, nacional, popular y revolucionario, como repitió en sus innumerables viajes y encuentros con campesinos, obreros, estudiantes, amas de casa, etc. de Arica a Magallanes.
Y prosigue en su discurso evocando el pasado y proyectando el futuro: “Nunca como ahora la canción nacional tuvo para ustedes, y para mi, tanto y profundo significado, en nuestros discursos lo dijimos, somos los herederos legítimos de los padres de la patria, y juntos haremos la segunda independencia. La independencia económica de Chile. Ciudadanas y ciudadanos de Santiago, trabajadores de la patria, ustedes y sólo ustedes son los triunfadores, los partidos populares y las fuerzas sociales, han dado esta gran lección que se proyecta más allá, reitero, de nuestras fronteras materiales. Les pido que se vayan a sus casas, con la alegría sana de la limpia victoria alcanzada, y que esta noche cuando acaricien a sus hijos, cuando busquen el descanso, piensen en el mañana duro que tendremos por delante, cuando tengamos que poner más pasión y más cariño para hacer cada vez más grande a Chile y cada vez más justa la vida en nuestra patria”.
La derecha, la CIA y el crimen
El impacto en la derecha chilena y de sus jefes la CIA (Agencia Central de Inteligencia) de Estados Unidos fue enorme, y comienzan a ejecutar un plan de desestabilización desde la misma noche de su victoria. La tradición política chilena, mostraba que el Congreso de la Nación ratificaba a la primera mayoría, en caso de no obtener esta, la mitad más uno de los votos. A efectos de ratificar la victoria de la UP, la DC de Tomic, tercero en la elección, exigió que Allende firmará un “Estatuto de Garantías Constitucionales” donde se comprometa a conservar la libertad de enseñanza, prensa, asociación y reunión. Exigencia absurda, ya que ninguna de estas se encontraban amenazadas por el programa de gobierno de la UP. Otra exigencia antipatriota fue la de indemnizar a las multinacionales por las expropiaciones previstas en el programa de la UP en el sector minero. Lo anterior muestra el servilismo de la derecha y la DC a las empresas norteamericanas, cumpliendo ese sector político la función de preservar los intereses foráneos.
El Congreso fijó como fecha de sesión para confirmar el triunfo de Allende el día 24 de Octubre de 1970. Pero la conspiración tiene una hoja de ruta, el 23 de octubre, un comando terrorista de la ultraderecha - patria y libertad- financiado por la CIA, en un atentado, hiere de muerte al Comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, el General Constitucionalista René Schneider, quien fallece pocos días después. Schneider había manifestado que las fuerzas armadas chilenas debían respetar el veredicto de las urnas, y lo pagó con su vida.
De acuerdo a documentación desclasificada de la CIA, el 15 de Septiembre de 1970, el Presidente Richard Nixon convocó en su despacho a Henry Kissinger, Consejero de Seguridad Nacional; a Richard Helms, Director de la CIA y a William Colby. En sus notas Colby escribió que “Nixon estaba furioso” y propone “impedir que Allende fuese ratificado por el Congreso”, donde el encargado de supervisar la desestabilización sería Henry Kissinger.
La desestabilización es la estrategia de largo plazo, aun cuando el plan de Nixon fracasa en el corto plazo. El Congreso ratifica la elección de Allende con 153 votos a su favor, contra 35 de Alessandri. El 3 de noviembre Allende asume la presidencia de Chile y a cimentar las bases de una nueva sociedad, la razón de su vida, “la vía chilena al socialismo” que planteaba en 40 puntos entre otros: la Nacionalización de las áreas estratégicas de la economía, la Nacionalización de la Gran Minería del Cobre, la Reforma Agraria para acabar con el latifundio, el Control de precios frente el abuso de los monopolios, Aumento de salarios de los trabajadores y participación de los mismos en la gestión de las empresas para aumentar la productividad y mejorar la distribución del ingreso.
El jueves 5 de noviembre de 1970 en su discurso en el Estadio Nacional señala: ““El derecho de los pueblos a elegir su propia forma de gobierno se acepta sólo sobre el papel. En lo real —afirma Indira Gandhi— existe una considerable intromisión en los asuntos internos de muchos países. Los poderosos hacen sentir su influencia de mil maneras.” Y prosigue “Chile, que respeta la autodeterminación y practica la no intervención, puede legítimamente exigir de cualquier gobierno que actúe hacia él en la misma forma…. Soy un hombre de América Latina, que me confundo con los demás habitantes del continente, en los problemas, en los anhelos y en las inquietudes comunes, esperanzado en que algún día el mandato de nuestros próceres se cumpla y tengamos una sola y gran voz continental”.
Frente antifascista
Ante el fracaso de las políticas neoliberales y del Consenso de Washington en latinoamérica en la década del 90, desde 1999 y la primera década del siglo XXI, los movimientos sociales, partidos políticos populares y progresistas tomaron el sartén por el mango y llegarán al gobierno en Nuestra América. En noviembre de 2005 se realiza la IV Cumbre de las Américas en Mar del Plata; donde Canadá y Estados Unidos a través de su presidente George W. Bush Jr. buscaran impulsar el Área de libre comercio americana (ALCA) Este es es rechazado por la mayoría de los presidentes participantes y los movimientos sociales., lo que marca un punto de inflexión de la política estadounidense que comenzará a impulsar la estrategia de los golpes bandos o institucionales, donde el cuarto poder, los medios de comunicación o “desinformación” (de acuerdo a Noam Chomsky) jugarán un rol central por medio del lawfare (noticias falsas). En esto la CIA, no hace más que copiar y perfeccionar la política de Goebbels Ministro de propaganda de Hitler “una mentira mil veces repetida se transforma en verdad”. A partir de 2009 en Honduras se inician los golpes blandos, institucionales, parlamentarios o judiciales. Continua con Lugo en Paraguay el 2012. En el año 2016 se se ejecutó en Brasil un golpe parlamentario contra la presidenta democráticamente electa, Dilma Rousseff. El 10 de noviembre se ejecutó un golpe de Estado tradicional contra el presidente legítimo de Bolivia, Evo Morales, con la intervención de la Organización de Estados Americanos (OEA), brazo político de la CIA en nuestro continente.
Hoy como ayer las organizaciones populares para defender la democracia y la libertad exigen la conformación de un gran Frente Antifascista, que pongan freno a la ofensiva neoliberal conservadora. Esta es una lucha en la que todos los pueblos deben estar unidos en defensa de la vida, porque como señalaba el compañero presidente: “Yo distingo entre el pueblo norteamericano y sus pensadores, y la actitud a veces transitoria de algunos de sus gobernantes y la política del Departamento de Estado y los intereses privados que han contado con apoyo norteamericano. Los pueblos como el nuestro luchan por la paz y no por la guerra; por la cooperación económica y no por la explotación, por la convivencia social y no por la injusticia. Por eso pienso que el hombre del siglo XXI debe ser un hombre con una concepción distinta, con otra escala de valores, un hombre que no sea movido esencial y fundamentalmente por el dinero, un hombre que piense que existe para la fortuna una medida distinta, en la cual la inteligencia sea la gran fuerza creadora”.
(*) José Salvador Cárcamo. Economista y profesor de la UBA, UNM y UCES
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