Raúl Scalabrini Ortiz nació en la ciudad de Corrientes cuando el siglo XIX tocaba a su fin, hijo del naturalista Pedro Scalabrini quién dirigió el museo de la ciudad de Paraná, Entre Ríos.
Su primera publicación fue una colección de cuentos breves reunidos en el libro La Manga en 1923, del que extraemos aquí un breve cuento.
Su adolescencia y juventud transcurren bajo la presión del liberalismo conservador predominante.
Su militancia juvenil la tiene en un grupo llamado "Insurrexit", de ideología marxista, le permite descubrir la importancia de los factores económicos y sociales en el desarrollo histórico. Por otro su permanente deambular por el país [por razones de trabajo viaja a La Pampa, Entre Ríos y Catamarca] lo salvan de encerrarse en una visión porteña y le enseñan cómo viven y cómo sueñan sus compatriotas. A esto se suma un viaje a París, a los veintiséis años.
Su maestro, Macedonio Fernández, lo orienta hacia una vida profunda, de altruismo y generosidad, donde lo individual se diluya en aras del beneficio colectivo. "Mis días eran extrañamente ajenos los unos a los otros... Les faltaba sometimiento a una sorpresa más grande que ellos mismos. Les faltaba subordinación a una fe".
En esa búsqueda se halla Scalabrini cuando, en octubre de 1929, se desencadena la crisis económica mundial.
Formó parte, junto con otros intelectuales, de la revolución radical yrigoyenista de 1933, exiliándose luego en Alemania.
En 1935, regresó a la Argentina y se aproximó a la Fuerza de Orientación Radical de la Juventud Argentina| (FORJA) de Arturo Jauretche, Gabriel del Mazo, Luis Dellepiane, Homero Manzi, Julio Darío Alessandro y otros, aunque mantuvo su independencia (se afiliará recién en 1940, cuando la agrupación se separó del partido Radical). Como parte de su acción dentro del movimiento escribirá y publicará numerosos estudios en los Cuadernos de FORJA.
En 1943, por diferencias con las posturas respecto de la revolución del 4 de junio del GOU (Grupo Oficiales Unidos) renunció a la FORJA que apoyó el levantamiento. Scalabrini Ortiz acompañó el inicio y el ascenso del peronismo en esos tiempos, incluso llegó a presentarle a Perón varios trabajos sobre la nacionalización del ferrocarril aunque nunca aceptó cargos del gobierno y siempre se mantuvo alejado y crítico del partido.
Fue colaborador del programa desarrollista de Frente Nacional, y apoyó a Arturo Frondizi quien ganó la presidencia en 1958. La revista Qué llegó a convertirse en órgano oficial del gobierno desarrollista bajo la dirección de Scalabrini Ortiz, sin embargo luego de 3 meses renunció por diferencias con Frondizi a partir de las concesiones petroleras del gobierno a las empresas extranjeras. Se mantuvo alejado de toda actividad pública y falleció el 30 de mayo de 1959.
LOS HUMILDES (cuento)
Asomado a mi ventana, veo cotidianamente el desfile monótono de una muchedumbre que va por la mañana y vuelve por la tarde.
Cuando el viento viene del Sur y el claro cielo destaca su azul sobre los grandes cúmulos blancos, el humo de la chimenea próxima se alza glorioso hacia el zenit y corre hacia el norte. La muchedumbre, displicente, va por la mañana y vuelve por la tarde.
Si el viento llega del Norte, la atmósfera, pesada y turbia, ensucia el horizonte y la columna de humo huye al Sur, penosamente, sobre los tejados. La muchedumbre va por la mañana y vuelve por la tarde.
En el invierno las lluvias arrecian, las ventanas se cierran, las flores desaparecen de los balcones y los árboles deshojados jalonan tristemente las calles. Bajo la inclemencia del tiempo, tiritando, la muchedumbre va por la mañana y vuelve por la tarde.
El sol vuelca en el verano su cálido aliento y llena de reverberaciones las calles. Las sombras violentas de los edificios varían las perspectivas. Sudorosa, la muchedumbre va por la mañana y vuelve por la tarde.
Cuando era niño y lo contemplaba todo con mis grandes ojos indiferentes, no prestaba atención a la muchedumbre que iba por la mañana y volvía por la tarde.
Al presente, pienso a menudo en esa muchedumbre triste, resignada, siempre variable y aparentemente la misma, que va por la mañana y vuelve por la tarde.
Pasarán los años. Mi recuerdo se borrará, porque hasta los pocos que pudieran conservarlo, pasarán también. Y la muchedumbre irá por la mañana y volverá por la tarde.
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