Nació el 2 de mayo de 1906 en Tres Arroyos, provincia de Buenos Aires. Ya para entonces en la facultad cordobesa, en 1926, fundó la Liga de Solidaridad con Sandino. Tras recibirse de farmacéutico en Córdoba, a fines de la década del ‘20 se trasladó a General Alvear (Mendoza) instalando allí su primera farmacia, para unos años después abrir un local similar en Mendoza capital.
Como muchos peronistas de la primera hora comenzó su militancia política en la Unión Cívica Radical Junta Renovadora sumándose luego al Partido Laborista que lideraba Juan Domingo Perón, en 1945. El golpe militar de septiembre del ‘55 lo obligó a mudarse al pueblo de El Diamante (San Rafael-Mendoza) para seguir ganándose la vida como farmacéutico. Allí recomenzó una carrera política que lo catapultaría a la primera magistratura provincial el 11 de marzo de 1973, cuando fue electo gobernador en representación del Frente Justicialista de Liberación (FREJULI); su vice, el burócrata sindical Carlos Mendoza sería quien luego más esfuerzos haría para desestabilizarlo del cargo.
Al asumir Martínez Baca dijo: “Nuestro Gobierno no será un gobierno con participación popular sino un Gobierno Popular que no es lo mismo. Gobierno Popular cuyo soporte básico será un proceso continuo de movilización y organización integral del Pueblo (...) En definitiva construir el Socialismo es organizar al pueblo, porque como dice Perón, ‘el capitalismo no es nada más que mantener desorganizados nuestros pueblos para poderlos explotar’”.
Martínez Baca fiel a sus principios, sentía y actuaba como revolucionario, porque era enteramente leal a aquello de que “el peronismo será revolucionario o no será”, por lo que él se decía y se sentía peronista montonero; jamás lo negó y siempre levantó a los caídos, a los que enfrentaron a las dictaduras de turno y jalonaron las heroicas resistencias contra el régimen. Con dichos apotegmas de lealtad a la causa no podía durar mucho en el cargo.
El 9 de agosto de 1974 en Diputados de la Nación se aprobó la intervención a los tres poderes provinciales y la imagen de Martínez Baca quedó estigmatizada. Don Alberto volvió a trabajar en su farmacia. Apoyó la creación del Partido (Peronista) Auténtico y fue perseguido por la Triple A.
Despojado de todos sus bienes a posteriori del golpe militar del ’76 fue perseguido y encarcelado; pasando por un barco anclado en el puerto de Buenos Aires, el Hospital Militar de Mendoza y por último el Penal Militar de Magdalena.
Fue liberado definitivamente en 1983 y retornó a la política partidaria. Fue nombrado titular de la Comisión Peronista por los Derechos Humanos (CPDH) y a su cargo estuvo lograr la libertad de los presos políticos que aún quedaban injustamente en tal situación. En junio de ese año le hizo llegar una carta abierta a Carlos Menem que ya andaba mostrando la hilacha y que en su afán de sumar individualidades para posicionarse mejor dentro del Partido Justicialista no descartó incorporar al mismo ¡al Almirante Massera!; fue entonces cuando Don Alberto le dijo muy claramente y con todas las letras: “Los que masacraron al Pueblo no pueden ser Peronistas”.
Martínez Baca falleció en la Capital Federal el 5 de julio de 1984 a la edad de 78 años víctima de un aneurisma que afectó uno de sus pulmones. Sus restos fueron velados públicamente en la Legislatura Mendocina por disposición del gobernador Felipe Llaver. El féretro del ex gobernador estaba cubierto por una bandera argentina y otra rojinegra luciendo en el centro la estrella roja federal de ocho puntas -símbolo identificatorio del Peronismo Revolucionario- el que contó durante la prolongada vigilia con una guardia de honor permanente, a cargo de militantes de la Juventud Peronista. Entre quienes lo despidieron estuvo el titular provincial de Intransigencia y Movilización Peronista (IMP), Guillermo Martínez Agüero quien expresó que Martínez Baca: “sintetizaba todo en una consigna: ‘la sangre montonera es patria y es bandera’ y hoy Don Alberto es patria y es bandera junto con el General Valle, Atilio López, Fernando Abal Medina, Norma Arrostito, Pereira Rossi, Cambiaso, Yaguer y tantos otros que quedaron en el largo camino de la liberación nacional”.
En julio de 1985, como justo homenaje, su retrato fue repuesto en esa misma legislatura mendocina junto a los demás ex gobernadores de esa provincia, ya que había sido sacado por la última dictadura militar. Para cerrar, una anécdota graciosa, que cuenta Beatríz Eloísa París, militante del peronismo montonero que sufrió cárcel durante la última dictadura cívico-militar y que mantenía una relación de amistad con Martínez Baca en Mendoza: “A mi hijo mayor –una vez vuelta la democracia- lo tuve en el Hospital Español, con la cobertura del IOSE (Instituto Obra Social del Ejército), porque mi papá trabajaba en el Liceo Militar. Yo tenía en la habitación un gran ramo de flores con una tarjetita que me había mandado M.B. Como correspondía, en determinado momento apareció un auditor de la obra social, un militar. Resulta que al hombre le llamó la atención el ramo que me habían regalado y por simple curiosidad se acercó a ver de quien venía. Cuando leyó lo que decía se quedó helado: ‘Bienvenido el nuevo Montonerito’. Inmediatamente el tipo pegó media vuelta y se fue sin decir una palabra”.
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