El bombardero estadounidense "Bockscar", lanzó una segunda y más potente bomba en busca de astilleros pero la misma estalló sobre la fábrica de armas Mitsubishi por problemas de visibilidad del piloto. A pesar de que la bomba falló por una distancia considerable, la misma arrasó con casi la mitad de la ciudad.
Según cifras oficiales fallecieron instantáneamente 75.000 de los 240.000 habitantes de Nagasaki y luego falleció una cantidad similar por enfermedades y heridas para una suma total de muertos estimada en más de 140.000 personas, en su inmensa mayoría civiles inocentes. El relieve donde se localiza la ciudad es muy montañoso y esto limitó los efectos de las ondas expansivas. Los que lograron sobrevivir más allá del radio de acción de la bomba tuvieron que asistir a los miles de heridos en su mayoría graves que habían quedado con vida en aquella ciudad convertida en escombros y cadáveres.
A pesar de la horrenda masacre jamás vista por la humanidad donde se dice que hasta las estructuras de acero de los edificios de hormigón se incendiaron, el peor de los efectos de aquella bomba estaba por llegar cuando empezaron a observarse las progresivas deformaciones que afectaron a la población semanas, meses y años después y aun existen secuelas de los efectos de aquella sanguinaria y brutal acción.
A pesar de todo aquel desastre colosal la ciudad fue reconstruida y modificada, algunos de los escombros fueron dejados intactos en memoria a semejante crimen y aun en nuestros días Nagasaki es una prospera ciudad portuaria con una rica industria naval y constituye un fuerte ejemplo de perseverancia y paz para el mundo de hoy.
La Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad Argentina lanza nuevo libro ESTADOS UNIDOS CONTRA LA HUMANIDAD, donde analiza los crímenes planetarios de Washington
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