Nacido en el seno de una familia aficionada a la música, de Moraes comenzó a escribir poesía a una edad temprana. A los 14 años se hizo amigo de los hermanos Paulo y Haroldo Tapajós y compuso con este último Loura ou Morena, su primera canción. En 1929, comenzó a estudiar derecho en Río de Janeiro. A partir de 1932 escribió las letras de diez canciones que fueron grabadas por los hermanos Tapajós. Cuando finalizó sus estudios, publicó sus libros “Caminho para a distancia” (1933) y “Forma e exégese”. Más tarde (1935) comenzó a trabajar como censor cinematográfico y escribió su tercer libro “Ariana, a mulher” (1936).
En 1938 de Moraes se instaló en Inglaterra con una beca concedida por el gobierno inglés en la Universidad de Oxford y escribió “Novos Poemas”. En 1941 volvió a Río y comenzó a escribir críticas de cine en periódicos y revistas. Dos años más tarde se unió al cuerpo diplomático de Brasil y publicó su libro “Cinco elegías”. En 1946 fue enviado a Los Ángeles como vicecónsul en su primer destino diplomático y publicó su obra “Poemas, sonetos e baladas”.
Al principio de 1950, de Moraes volvió a Brasil por la muerte del padre. Allí compuso, junto con el músico Antônio Maria, su primer samba “Quando tu passas por mim” publicada en 1953. En ese año se trasladó a Francia como segundo secretario de la embajada de Brasil. Su obra de teatro “Orfeu da Conceição” ganó el Concurso del IV Centenario de São Paulo en 1954. Al año siguiente escribió la letra de algunas de las piezas de música de cámara de Cláudio Santoro. En 1959 Marcel Camus lleva al cine Orfeu da Conceição con el título de Orfeo negro. En esa época de Moraes entra en contacto con Antonio Carlos Jobim, iniciando una amistad y una colaboración que tiempo después, con la incorporación de João Gilberto daría lugar a un movimiento de renovación en la música brasileña. Jobim escribe la música para “Se todos fossem iguais a você”, “Um nome de mulher” y otras canciones de la película, grabadas, entre otros, por Luís Bonfá. Orfeo negro ganó el Óscar a la mejor película de habla no inglesa, la Palma de Oro en el Festival de Cannes y el premio de la Academia Británica. En ese momento Vinícius era cónsul en Montevideo. Tras un regreso a sus destinos diplomáticos en Francia y Uruguay, publicó sus obras “Livro de sonetos” y “Novos poemas II”.
En 1958, la cantante Elizeth Cardoso publicó el disco “Canção do amor demais”, que marcó el comienzo de la bossa-nova. Este disco sólo contiene composiciones del dúo Jobim-de Moraes, o realizadas por sólo uno de los dos (Canção do amor demais, Luciana, Estrada branca, Chega de saudade, Outra vez...), en una producción que también incluía a João Gilberto en las dos últimas pistas. Tras ese disco, la carrera de todos ellos recibió un gran impulso. Suele decirse que Chega de saudade es el tema que inaugura la bossa nova.
En los años sesenta, Vinícius realizó colaboraciones con muchos cantantes y músicos reconocidos en Brasil, en particular con Toquinho (el colaborador más frecuente de De Moraes y uno de sus grandes amigos). Sus canciones “Para uma menina com uma flor” y “Samba da bênção” (con música de Baden Powell) fueron incluidas en la banda sonora de “Un homme et une femme” (de Claude Lelouch, 1966), película ganadora del Festival de Cannes.
Aparte de sus compañeros brasileños, cientos de intérpretes de muchas nacionalidades y estilos han grabado alguna de sus más de 400 canciones. Entre ellas, sobresale “Garota de Ipanema” (con música de Tom Jobim) por la incontable cantidad de interpretaciones, versiones, adaptaciones, traducciones y grabaciones de las cuales ha sido objeto. Se estima que es una de las tres canciones más versionadas en la historia de la música contemporánea, junto con “Bésame Mucho” (de la autoría de la mexicana Consuelo Velázquez) y “Yesterday”, de Paul McCartney.
Tal vez sea debido a la circunstancia de que la poesía de Vinicius está íntimamente ligada a la Bossa Nova y la música popular brasileña, aunado a su estilo de vida, que su obra no goza de la consideración que merece dentro de los círculos intelectuales y el mundo de las letras. Sin embargo, existen varios poetas, escritores, críticos y ensayistas dentro y fuera de Brasil que lo consideran como uno de los tres mayores exponentes de la poesía en lengua portuguesa. Sus poemas logran una armonía y una belleza estética sumamente apreciadas, y el fondo filosófico-romántico en ellos es interpretado como verdaderos atajos para la felicidad. Quizás el mejor ejemplo de lo anterior sea el poema “Para viver um grande amor”, donde quedan sintetizadas toda la filosofía y la forma poética preferidas por este gran bohemio. Mención aparte merece su enorme atracción hacia las mujeres. Todo parece indicar que contrajo matrimonio en siete ocasiones y procreó diez hijos.
Vinícius de Moraes murió en Río de Janeiro a la edad de 66 años.
La Fusa
Una de sus grandes obras es el disco proveniente de las sesiones de grabación en el café-concert La Fusa (en la ciudad de Mar del Plata), provincia de Buenos Aires, Argentina, donde en el verano del año 1971 tocaron varias canciones famosas, con la voz de María Creuza y la guitarra de Antonio Pecci (Toquinho). Vinicius sugirió para lograr un mejor resultado del disco, que las canciones fuesen grabadas en el estudio y que después, encimaran las voces del público rioplatense, entusiasta, alegre y emotivo. Hoy en día, si se escucha con atención el disco se puede apreciar como Toquinho improvisa mientras Vinicius dirige unas palabras a su público; luego se escucha el corte de la grabación, y se nota el cambio de tono de la guitarra de Toquinho. Vinicius cuenta que aquellos fueron de los mejores años de su vida, donde no faltaron mujeres y whisky. Con su voz de cava, teñida por los cigarros y el alcohol, Vinicius canta como nunca.
"La idea de hacer un LP del show que presenté recientemente en La Fusa (el adorable café concert de Silvina y Coco Pérez) junto a la cantante bahiana Maria Creuza y al guitarrista y compositor paulista Toquinho (Antonio Pecci Filho), encontró respuesta inmediata en la sensibilidad de Alfredo Radoszynski, director del sello Trova. Tratándose de un disco para el gran público y no solamente para una minoría de aficionados, le sugerí a Alfredo que lo grabáramos en el estudio, para evitar las distorsiones comunes en las grabaciones en vivo, donde el artista tiene que estar más atento al público que a los aparatos de reproducción sonora. Así lo hicimos, grabando también el ambiente de La Fusa y el calor de los aplausos que el público porteño nos brindó en nuestros recitales. [...] Le pedí entonces a mi amigo Alfredo que invitara a dos excelentes músicos argentinos con los cuales había trabajado en noviembre de 1969 en el teatro Émbassy. Se trataba de Mario Mojarra Fernández y Enrique Zurdo Roizner, quienes cumplieron su labor a la perfección. Fueron dos sesiones nocturnas que finalizaron con las primeras luces del día, totalizando 16 horas de trabajo en un ambiente de bohemia, de gran cordialidad; donde no faltaron los elementos primordiales: botellas de whisky y mujeres bonitas. Registramos nuestro show con aquel mismo espíritu de íntima comunicación e informalidad que nos gusta para transmitir nuestras canciones. El resto se debe a los oídos afinados de técnico de Gerd Baumgartner y los buenos oficios de Mike Ribas, cuya colaboración fraterna agradecemos profundamente."
Vinicius de Moraes, agosto de 1970.
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