Friedrich Engels, un gigante de 200 años
Patricio Brodsky
El pasado 28 de noviembre se cumplieron dos siglos del natalicio de uno de los pensadores más brillantes que ha brindado el desarrollo de los procesos revolucionarios en la historia del siglo XIX.



El pasado 28 de noviembre se cumplieron dos siglos del natalicio de uno de los pensadores más brillantes que ha brindado el desarrollo de los procesos revolucionarios en la historia del siglo XIX.

En esa fecha, en 1820, nacía en la localidad de Barmen-Elberfeld, Prusia, Friedrich Engels.

Engels, hijo de un importante industrial, a pesar de pertenecer a la burguesía, tuvo la cualidad de interpretar el mundo críticamente y asumir subjetivamente una postura de clase antagónica con su propia pertenencia objetiva.

Militante revolucionario, autor de obras insoslayables a la hora de comprender la dinámica del mundo que nos rodea, uno de los pensadores más importantes que produjo el desarrollo del conocimiento humano, sus trabajos, todos de perspectiva crítica, junto a los de su amigo Karl Marx, inauguraron una perspectiva novedosa y allanaron el camino a la crítica verdaderamente radical del estado de cosas, particularmente de la sociedad contemporánea y del modo de producción capitalista naturalizado como lo dominante. Desde su perspectiva crítica mostraron como todo lo que se nos aparece como “natural”, fijo e inamovible, todo es producto de la actividad humana y que esta actividad, a la vez que modifica a la naturaleza, modifica a los propios hombres. La actividad humana es lo esencial.

Nadie puede dudar que uno de los momentos más potentes de la historia del pensamiento revolucionario fue el instante en que Friedrich Engels y Karl Marx cruzaron sus caminos, en ese momento se inició un proceso que sentaría las bases fundamentales, por un lado, del análisis científico del capitalismo y por otro de la praxis revolucionaria para intentar modificar “lo dado”.

En La Ideología Alemana nos advierten que lo que entendemos como “dado”, como algo “natural”, en realidad, es la interpretación de la relación entre los hombres y con la naturaleza propia de la clase que domina la producción material y que, al cambiar la clase dominante, se modifica el esquema de interpretación (de construcción) de “lo real”.

La realidad que percibimos, el mundo tal y como lo concebimos no es otra cosa que una interpretación que de él nos hacemos en el mundo de las ideas, quien tiene los medios de producción material, a la vez posee los medios de producción de ideas. En otras palabras, las ideas de la clase dominante se nos presentan como las “válidas” universalmente, las más lógicas, las más racionales, las únicas posibles, y a la vez, estas ideas, así construidas como hegemónicas, pasan a aparecer como “intereses ‘objetivos’ de toda la sociedad”; así explicamos, por ejemplo, fenómenos de mayorías que defienden los privilegios de minorías (por ejemplo, durante la 125 o Vicentín, etc.)

En un corto, pero indispensable, texto escrito por Marx en 1845 pero recién publicadas por primera vez por Engels un lustro después de la muerte de su amigo cuando en 1888 publicó su libro Ludwig Feuerbach y el Fin de la Filosofía Clásica Alemana, me refiero a las Tesis sobre Feuerbach, muestra el punto de partida de su concepción materialista.

Si me pidieran que seleccione entre esas importantísimas tesis (concebidas como un punteo de ideas a desarrollar posteriormente) cuales son las más importantes, elegiría la Tesis 1 y la 11, la Tesis 1 porque allí queda sentado que el punto de partida del análisis son los hombres realmente (históricamente) existentes y sus condiciones materiales de existencia, mientras que la Tesis 11 dado que allí nos muestra que el objetivo del pensamiento crítico no es cognitivo sino que el centro de la acción en los procesos de conocimiento es la transformación de “lo dado”.

Ambos autores, a partir del momento en que sus caminos se cruzaron, desarrollaron una simbiosis que los llevó a colaborar en la escritura (y sobre todo en el proceso de reflexión que condujo al desarrollo de un sistema teórico) pero no sólo en el campo del pensamiento sino también, fieles a la concepción de ambos de la relación entre saber y transformación de lo real, en la praxis política.

En efecto, tanto Marx como Engels, fueron activos participantes en el movimiento revolucionario, sobre todo en el ámbito de la lucha teórica. La obra de estos autores fue científica y por ello, política. Sus principales obras fueron escritas en polémica con otros autores, contemporáneos y rivales de ellos (Bauer, Feuerbach, Dühring, Proudhon, etc.) tanto en el ámbito del pensamiento como en el de la lucha política contra el capitalismo, la crítica de Marx y Engels a los diferentes pensadores estaba centrada en el desarrollo de los mejores métodos para conocer la realidad con el objetivo de su transformación.

En sus 74 años de vida Engels participó activamente del movimiento revolucionario de su época, en su juventud participó del círculo de los jóvenes hegelianos, luego, junto a Marx rompieron con esta corriente, particularmente con Ludwig Feuerbach con quien comulgaban ideas hasta principios de la década de 1840, posteriormente, participó, junto al propio Marx, no sólo del debate de ideas dentro del movimiento revolucionario sino que, además, tuvieron una participación activa en la Liga de los Justos (luego Liga de los Comunistas) y en la fundación de la Primera Asociación Internacional de Trabajadores (Primera Internacional), con posterioridad, y a la muerte de su amigo, Engels participará en la Segunda Internacional hasta su muerte. Como se aprecia, tanto Engels como Marx concebían que la actividad intelectual no podía desligarse de la actividad política y lo demostraron con su propio involucramiento en actividades y debates en el propio seno de los movimientos políticos, es conocida la actuación crítica de Marx y Engels en los grandes hechos políticos contemporáneos a ellos, particularmente los prólogos y escritos sobre las revoluciones de 1848-50 y la Comuna de París de 1871.

Esta forma de producción científica no sólo sienta las bases del pensamiento crítico, sino que, la forma de exponer los argumentos y las polémicas son sumamente didácticas y pedagógicas para quienes leemos obras como “La Sagrada Familia”, “La Ideología Alemana”, “Antidühring”, “Miseria de la Filosofía”, “El Capital”, “Teorías sobre la Plusvalía”, etc.; nos permite comprender el proceso de desarrollo argumental y, sobre todo las rupturas y continuidades de estos autores con sus contemporáneos y con sus predecesores. Además contamos con otros textos que nos posibilitan tener una comprensión cabal de los fundamentos del pensamiento crítico, obras como “Principios del Comunismo”, “El Manifiesto Comunista”, “Antidühring” y “Ludwig Feuerbach y el Fin de la Filosofía Clásica Alemana” son centrales para comprender la concepción, tanto de Marx, como del propio Engels, del desarrollo de las sociedades, cómo loa sujetos del proceso cognitivo son los hombres realmente existentes (y no una abstracción), sus condiciones de vida, como lo social no tiene nada de “natural”, de “dado e inmodificable”, sino que es producto de la actividad humana, cómo la forma de organización de los hombres para producir (y reproducir) su vida material determina la forma en que los hombres interpretan su relación intervincular y con el mundo circundante (es el ser social el que determina la conciencia), como siempre se trata de hombres relacionados entre si (en clases sociales) y no la abstracción liberal de “El Hombre” individual y egoísta.

Hubo innumerables desarrollos teóricos en la obra de ambos autores que nos posibilitaron comprender algunas cuestiones centrales y que, obviamente, nos siguen siendo de utilidad a la hora de pensar el mundo que nos rodea, la idea acerca que la práctica de los hombres modifica la naturaleza y que esta transformación, a su vez, incide dialécticamente transformando al hombre es un salto en la comprensión y, simultáneamente, abre la posibilidad de entender cómo la historia de la naturaleza y la historia humana se entrelazan y cómo ambas tienen un desarrollo que se puede entender mediante las leyes de la dialéctica.

Si pensamos, por ejemplo, en el desarrollo del capitalismo contemporáneo, sus aspectos de depredación de la naturaleza, de concentración económica, las modificaciones producidas por los procesos de explotación de la naturaleza y del hombre propios del capitalismo contemporáneo, podemos ver la modificación de la naturaleza (incremento de la contaminación ambiental, efecto invernadero, etc.) y a la vez la reacción adaptativa de ésta (ante la modificación de las condiciones medioambientales) como dispara la presencia de pandemias cada vez con mayor frecuencia. Aquí vemos como ideas desarrolladas hace más de un siglo y medio nos posibilitan pensar procesos que se dan hoy en día y que eran impensados en aquel tiempo.

Muchas de las miradas contemporáneas, sobre todo en ámbitos académicos, buscan “despolitizar” el pensamiento revolucionario, no es casual que a Marx se lo lea descontextualizado de su entorno y que su obra se desligue de la de Engels hasta tal punto que en importantes obras de coautoría (como El Manifiesto Comunista o La Ideología Alemana), a menudo se ignore la firma de Engels, o se eluda referir a que los libros 2 y 3 de El Capital fueron ordenados y publicados por Engels a la muerte de Marx.

Engels, al igual que Lenin, son autores ignorados y despreciados por aquellos que conciben al marxismo en los mismos términos de los pensadores criticados por el propio Marx en su Tesis 11 sobre Ludwig Feuerbach. En general, con casi ninguna excepción, son pocas las cátedras universitarias que incluyan obras de estos autores en su bibliografía, incluso en cátedras autodenominadas marxistas, y esto, a pesar de las importantísimas contribuciones teóricas de ambos. Muchas, incluso, no enseñan al marxismo como un sistema de pensamiento, sino que lo rebajan a la metáfora de la “caja de herramientas” desvirtuando el objetivo de la relación teoría-práctica (praxis) que propone el marxismo como un sistema dialectico entre comprensión-transformación de lo que aparece como “dado”.

Marx y Engels, parafraseando a Althusser, inauguraron un “nuevo continente” en el pensamiento humano, el de la Teoría Crítica, mientras que desnudaron el carácter político de las corrientes de pensamiento, como diría Gramsci, todos los hombres somos filósofos porque tenemos una concepción de la relación entre nosotros y con la naturaleza, a la vez que disponemos de un lenguaje para comunicar nuestras ideas, la diferencia es que el pensador crítico pone en entredicho lo “naturalizado”, el llamado “sentido común” (que no es otra cosa que, como dice el propio Gramsci: “pensar lo ya pensado por otro”, o, en palabras de Lenin: “el prejuicio vigente en cada época histórica”).

Engels, al igual que Marx, fue un intelectual orgánico, su obra se ocupó de los más diversos temas, abarcando aspectos muy importantes y, sobre todo, buscando historizar (esto es “desnaturalizar”) algunas cuestiones que son producto del devenir de las relaciones entre los hombres y que aparecen “naturalizadas” y por fuera de las relaciones entre las clases, basta ver obras como “El Papel del Trabajo en la Transformación del Mono en Hombre” y “El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado” para comprender estos procesos a los que refiero. Estas obras nos muestran cómo hay un devenir histórico regido por las leyes de la dialéctica y cómo las relaciones sociales existentes tienen un desarrollo histórico (nada hay de natural, por lo tanto, de “fatalidad”, en ellas), se producen (y reproducen) por acción de los hombres, son el resultado de la acción colectiva, del choque de múltiples voluntades, son encarnación de correlaciones de fuerzas, consecuencia de la lucha de clases.

Otras obras de Engels, como por ejemplo “Dialéctica de la Naturaleza”, el “Antidühring” o “Ludwig Feuerbach y el Fin de la Filosofía Clásica Alemana” nos permitirán entender como la acción de los hombres (la forma en que los hombres se organizan para resolver sus necesidades de existencia) produce las condiciones en que esos mismos hombres piensan el mundo que nos rodea y, a la vez, que la forma científica de comprender el mundo involucra, fatalmente, la necesidad de transformarlo.

Asimismo, Engels fue un estratega y un estudioso de los asuntos militares, sus artículos sobre temas militares son insoslayables.

Recordemos que Karl Von Clausewitz, el teórico prusiano de la guerra, planteaba que “La guerra es la continuación de la política por otros medios”, mientras que el marxismo, así como Marx afirmó poner a Hegel de cabeza, invirtiéndolo, es exactamente lo opuesto al planteo de Von Clausewitz, sobre todo si tenemos en cuenta que Marx y Engels en “El Manifiesto Comunista” plantean dos ideas centrales para entender esta inversión: 1) La historia de las sociedades es la historia de la lucha de clases y 2) La violencia es la partera de la historia. En este sentido queda claro que la política es una de las formas en que se expresa la lucha de clases y que la democracia liberal es formal y no real dado que es una forma de ejercicio de la violencia de clase.

Estos autores (me refiero a Marx y a Engels) nos mostrarán el papel central de la dialéctica materialista y de la concepción materialista de la historia para comprender procesos de desarrollo histórico (la historia de los procesos de comprensión de la naturaleza y de la sociedad y de las leyes que rigen el desarrollo de la naturaleza y las sociedades), a la vez que nos dejaron esas indispensables herramientas de análisis no advierten que debemos asumir una postura crítica con lo “dado” y que el objetivo del estudio y el análisis de lo real es su transformación. Ese es su principal legado.

En suma, la potencia del pensamiento de Engels, tanto como el de Marx, está dada por el hecho que, por primera vez en la historia de la humanidad, las clases oprimidas, a partir de sus desarrollos teóricos, tienen un formidable instrumento para comprender el funcionamiento del modo de producción capitalista y, por ende, un indispensable arma para la transformación del mismo, porque para modificar “lo dado” es necesario, tanto comprender su funcionamiento como “desnaturalizarlo”, o sea mostrar que tanto la sociedad contemporánea como su devenir son producto de la acción de los hombres y no un orden natural, divino, etc., ergo inmodificable.

A la hora de valorar el legado de Engels a la humanidad, sólo podemos decir que es indudable que, junto a su amigo Marx (es imposible ponderar a uno de ellos sin referir al otro gracias a la poderosa simbiosis intelectual, militante, revolucionaria y personal que los unió eternamente), podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que la presencia de Engels y Marx forman un parteaguas en la historia humana, hay un antes y un después de ellos, inauguraron una perspectiva nueva en el desarrollo del pensamiento crítico, la perspectiva del pensamiento crítico revolucionario, quizás la lección más trascendental de estos autores está encerrada en la, ya referida más arriba, y enunciada por Marx, Tesis 11 sobre Feuerbach, que el objetivo del conocimiento humano, del pensamiento filosófico (recordemos también la concepción gramsciana respecto que todo hombre es filósofo) no es meramente gnosológico, sino que el sentido último del conocimiento no es “la curiosidad” por conocer el mundo, por interpretarlo, sino que el sentido del saber es político, la intención de la filosofía es conocer la dinámica, el devenir de lo real para poder transformarlo. En suma, la mayor enseñanza de estos autores es mostrar que toda forma de conocimiento es, a la vez, una forma de intervención política, y que, al mismo tiempo, no existe la “neutralidad” sino que cada posición que se asume tiene una perspectiva de clase.



El pasado 28 de noviembre se cumplieron dos siglos del natalicio de uno de los pensadores más brillantes que ha brindado el desarrollo de los procesos revolucionarios en la historia del siglo XIX.

En esa fecha, en 1820, nacía en la localidad de Barmen-Elberfeld, Prusia, Friedrich Engels.

Engels, hijo de un importante industrial, a pesar de pertenecer a la burguesía, tuvo la cualidad de interpretar el mundo críticamente y asumir subjetivamente una postura de clase antagónica con su propia pertenencia objetiva.

Militante revolucionario, autor de obras insoslayables a la hora de comprender la dinámica del mundo que nos rodea, uno de los pensadores más importantes que produjo el desarrollo del conocimiento humano, sus trabajos, todos de perspectiva crítica, junto a los de su amigo Karl Marx, inauguraron una perspectiva novedosa y allanaron el camino a la crítica verdaderamente radical del estado de cosas, particularmente de la sociedad contemporánea y del modo de producción capitalista naturalizado como lo dominante. Desde su perspectiva crítica mostraron como todo lo que se nos aparece como “natural”, fijo e inamovible, todo es producto de la actividad humana y que esta actividad, a la vez que modifica a la naturaleza, modifica a los propios hombres. La actividad humana es lo esencial.

Nadie puede dudar que uno de los momentos más potentes de la historia del pensamiento revolucionario fue el instante en que Friedrich Engels y Karl Marx cruzaron sus caminos, en ese momento se inició un proceso que sentaría las bases fundamentales, por un lado, del análisis científico del capitalismo y por otro de la praxis revolucionaria para intentar modificar “lo dado”.

En La Ideología Alemana nos advierten que lo que entendemos como “dado”, como algo “natural”, en realidad, es la interpretación de la relación entre los hombres y con la naturaleza propia de la clase que domina la producción material y que, al cambiar la clase dominante, se modifica el esquema de interpretación (de construcción) de “lo real”.

La realidad que percibimos, el mundo tal y como lo concebimos no es otra cosa que una interpretación que de él nos hacemos en el mundo de las ideas, quien tiene los medios de producción material, a la vez posee los medios de producción de ideas. En otras palabras, las ideas de la clase dominante se nos presentan como las “válidas” universalmente, las más lógicas, las más racionales, las únicas posibles, y a la vez, estas ideas, así construidas como hegemónicas, pasan a aparecer como “intereses ‘objetivos’ de toda la sociedad”; así explicamos, por ejemplo, fenómenos de mayorías que defienden los privilegios de minorías (por ejemplo, durante la 125 o Vicentín, etc.)

En un corto, pero indispensable, texto escrito por Marx en 1845 pero recién publicadas por primera vez por Engels un lustro después de la muerte de su amigo cuando en 1888 publicó su libro Ludwig Feuerbach y el Fin de la Filosofía Clásica Alemana, me refiero a las Tesis sobre Feuerbach, muestra el punto de partida de su concepción materialista.

Si me pidieran que seleccione entre esas importantísimas tesis (concebidas como un punteo de ideas a desarrollar posteriormente) cuales son las más importantes, elegiría la Tesis 1 y la 11, la Tesis 1 porque allí queda sentado que el punto de partida del análisis son los hombres realmente (históricamente) existentes y sus condiciones materiales de existencia, mientras que la Tesis 11 dado que allí nos muestra que el objetivo del pensamiento crítico no es cognitivo sino que el centro de la acción en los procesos de conocimiento es la transformación de “lo dado”.

Ambos autores, a partir del momento en que sus caminos se cruzaron, desarrollaron una simbiosis que los llevó a colaborar en la escritura (y sobre todo en el proceso de reflexión que condujo al desarrollo de un sistema teórico) pero no sólo en el campo del pensamiento sino también, fieles a la concepción de ambos de la relación entre saber y transformación de lo real, en la praxis política.

En efecto, tanto Marx como Engels, fueron activos participantes en el movimiento revolucionario, sobre todo en el ámbito de la lucha teórica. La obra de estos autores fue científica y por ello, política. Sus principales obras fueron escritas en polémica con otros autores, contemporáneos y rivales de ellos (Bauer, Feuerbach, Dühring, Proudhon, etc.) tanto en el ámbito del pensamiento como en el de la lucha política contra el capitalismo, la crítica de Marx y Engels a los diferentes pensadores estaba centrada en el desarrollo de los mejores métodos para conocer la realidad con el objetivo de su transformación.

En sus 74 años de vida Engels participó activamente del movimiento revolucionario de su época, en su juventud participó del círculo de los jóvenes hegelianos, luego, junto a Marx rompieron con esta corriente, particularmente con Ludwig Feuerbach con quien comulgaban ideas hasta principios de la década de 1840, posteriormente, participó, junto al propio Marx, no sólo del debate de ideas dentro del movimiento revolucionario sino que, además, tuvieron una participación activa en la Liga de los Justos (luego Liga de los Comunistas) y en la fundación de la Primera Asociación Internacional de Trabajadores (Primera Internacional), con posterioridad, y a la muerte de su amigo, Engels participará en la Segunda Internacional hasta su muerte. Como se aprecia, tanto Engels como Marx concebían que la actividad intelectual no podía desligarse de la actividad política y lo demostraron con su propio involucramiento en actividades y debates en el propio seno de los movimientos políticos, es conocida la actuación crítica de Marx y Engels en los grandes hechos políticos contemporáneos a ellos, particularmente los prólogos y escritos sobre las revoluciones de 1848-50 y la Comuna de París de 1871.

Esta forma de producción científica no sólo sienta las bases del pensamiento crítico, sino que, la forma de exponer los argumentos y las polémicas son sumamente didácticas y pedagógicas para quienes leemos obras como “La Sagrada Familia”, “La Ideología Alemana”, “Antidühring”, “Miseria de la Filosofía”, “El Capital”, “Teorías sobre la Plusvalía”, etc.; nos permite comprender el proceso de desarrollo argumental y, sobre todo las rupturas y continuidades de estos autores con sus contemporáneos y con sus predecesores. Además contamos con otros textos que nos posibilitan tener una comprensión cabal de los fundamentos del pensamiento crítico, obras como “Principios del Comunismo”, “El Manifiesto Comunista”, “Antidühring” y “Ludwig Feuerbach y el Fin de la Filosofía Clásica Alemana” son centrales para comprender la concepción, tanto de Marx, como del propio Engels, del desarrollo de las sociedades, cómo loa sujetos del proceso cognitivo son los hombres realmente existentes (y no una abstracción), sus condiciones de vida, como lo social no tiene nada de “natural”, de “dado e inmodificable”, sino que es producto de la actividad humana, cómo la forma de organización de los hombres para producir (y reproducir) su vida material determina la forma en que los hombres interpretan su relación intervincular y con el mundo circundante (es el ser social el que determina la conciencia), como siempre se trata de hombres relacionados entre si (en clases sociales) y no la abstracción liberal de “El Hombre” individual y egoísta.

Hubo innumerables desarrollos teóricos en la obra de ambos autores que nos posibilitaron comprender algunas cuestiones centrales y que, obviamente, nos siguen siendo de utilidad a la hora de pensar el mundo que nos rodea, la idea acerca que la práctica de los hombres modifica la naturaleza y que esta transformación, a su vez, incide dialécticamente transformando al hombre es un salto en la comprensión y, simultáneamente, abre la posibilidad de entender cómo la historia de la naturaleza y la historia humana se entrelazan y cómo ambas tienen un desarrollo que se puede entender mediante las leyes de la dialéctica.

Si pensamos, por ejemplo, en el desarrollo del capitalismo contemporáneo, sus aspectos de depredación de la naturaleza, de concentración económica, las modificaciones producidas por los procesos de explotación de la naturaleza y del hombre propios del capitalismo contemporáneo, podemos ver la modificación de la naturaleza (incremento de la contaminación ambiental, efecto invernadero, etc.) y a la vez la reacción adaptativa de ésta (ante la modificación de las condiciones medioambientales) como dispara la presencia de pandemias cada vez con mayor frecuencia. Aquí vemos como ideas desarrolladas hace más de un siglo y medio nos posibilitan pensar procesos que se dan hoy en día y que eran impensados en aquel tiempo.

Muchas de las miradas contemporáneas, sobre todo en ámbitos académicos, buscan “despolitizar” el pensamiento revolucionario, no es casual que a Marx se lo lea descontextualizado de su entorno y que su obra se desligue de la de Engels hasta tal punto que en importantes obras de coautoría (como El Manifiesto Comunista o La Ideología Alemana), a menudo se ignore la firma de Engels, o se eluda referir a que los libros 2 y 3 de El Capital fueron ordenados y publicados por Engels a la muerte de Marx.

Engels, al igual que Lenin, son autores ignorados y despreciados por aquellos que conciben al marxismo en los mismos términos de los pensadores criticados por el propio Marx en su Tesis 11 sobre Ludwig Feuerbach. En general, con casi ninguna excepción, son pocas las cátedras universitarias que incluyan obras de estos autores en su bibliografía, incluso en cátedras autodenominadas marxistas, y esto, a pesar de las importantísimas contribuciones teóricas de ambos. Muchas, incluso, no enseñan al marxismo como un sistema de pensamiento, sino que lo rebajan a la metáfora de la “caja de herramientas” desvirtuando el objetivo de la relación teoría-práctica (praxis) que propone el marxismo como un sistema dialectico entre comprensión-transformación de lo que aparece como “dado”.

Marx y Engels, parafraseando a Althusser, inauguraron un “nuevo continente” en el pensamiento humano, el de la Teoría Crítica, mientras que desnudaron el carácter político de las corrientes de pensamiento, como diría Gramsci, todos los hombres somos filósofos porque tenemos una concepción de la relación entre nosotros y con la naturaleza, a la vez que disponemos de un lenguaje para comunicar nuestras ideas, la diferencia es que el pensador crítico pone en entredicho lo “naturalizado”, el llamado “sentido común” (que no es otra cosa que, como dice el propio Gramsci: “pensar lo ya pensado por otro”, o, en palabras de Lenin: “el prejuicio vigente en cada época histórica”).

Engels, al igual que Marx, fue un intelectual orgánico, su obra se ocupó de los más diversos temas, abarcando aspectos muy importantes y, sobre todo, buscando historizar (esto es “desnaturalizar”) algunas cuestiones que son producto del devenir de las relaciones entre los hombres y que aparecen “naturalizadas” y por fuera de las relaciones entre las clases, basta ver obras como “El Papel del Trabajo en la Transformación del Mono en Hombre” y “El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado” para comprender estos procesos a los que refiero. Estas obras nos muestran cómo hay un devenir histórico regido por las leyes de la dialéctica y cómo las relaciones sociales existentes tienen un desarrollo histórico (nada hay de natural, por lo tanto, de “fatalidad”, en ellas), se producen (y reproducen) por acción de los hombres, son el resultado de la acción colectiva, del choque de múltiples voluntades, son encarnación de correlaciones de fuerzas, consecuencia de la lucha de clases.

Otras obras de Engels, como por ejemplo “Dialéctica de la Naturaleza”, el “Antidühring” o “Ludwig Feuerbach y el Fin de la Filosofía Clásica Alemana” nos permitirán entender como la acción de los hombres (la forma en que los hombres se organizan para resolver sus necesidades de existencia) produce las condiciones en que esos mismos hombres piensan el mundo que nos rodea y, a la vez, que la forma científica de comprender el mundo involucra, fatalmente, la necesidad de transformarlo.

Asimismo, Engels fue un estratega y un estudioso de los asuntos militares, sus artículos sobre temas militares son insoslayables.

Recordemos que Karl Von Clausewitz, el teórico prusiano de la guerra, planteaba que “La guerra es la continuación de la política por otros medios”, mientras que el marxismo, así como Marx afirmó poner a Hegel de cabeza, invirtiéndolo, es exactamente lo opuesto al planteo de Von Clausewitz, sobre todo si tenemos en cuenta que Marx y Engels en “El Manifiesto Comunista” plantean dos ideas centrales para entender esta inversión: 1) La historia de las sociedades es la historia de la lucha de clases y 2) La violencia es la partera de la historia. En este sentido queda claro que la política es una de las formas en que se expresa la lucha de clases y que la democracia liberal es formal y no real dado que es una forma de ejercicio de la violencia de clase.

Estos autores (me refiero a Marx y a Engels) nos mostrarán el papel central de la dialéctica materialista y de la concepción materialista de la historia para comprender procesos de desarrollo histórico (la historia de los procesos de comprensión de la naturaleza y de la sociedad y de las leyes que rigen el desarrollo de la naturaleza y las sociedades), a la vez que nos dejaron esas indispensables herramientas de análisis no advierten que debemos asumir una postura crítica con lo “dado” y que el objetivo del estudio y el análisis de lo real es su transformación. Ese es su principal legado.

En suma, la potencia del pensamiento de Engels, tanto como el de Marx, está dada por el hecho que, por primera vez en la historia de la humanidad, las clases oprimidas, a partir de sus desarrollos teóricos, tienen un formidable instrumento para comprender el funcionamiento del modo de producción capitalista y, por ende, un indispensable arma para la transformación del mismo, porque para modificar “lo dado” es necesario, tanto comprender su funcionamiento como “desnaturalizarlo”, o sea mostrar que tanto la sociedad contemporánea como su devenir son producto de la acción de los hombres y no un orden natural, divino, etc., ergo inmodificable.

A la hora de valorar el legado de Engels a la humanidad, sólo podemos decir que es indudable que, junto a su amigo Marx (es imposible ponderar a uno de ellos sin referir al otro gracias a la poderosa simbiosis intelectual, militante, revolucionaria y personal que los unió eternamente), podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que la presencia de Engels y Marx forman un parteaguas en la historia humana, hay un antes y un después de ellos, inauguraron una perspectiva nueva en el desarrollo del pensamiento crítico, la perspectiva del pensamiento crítico revolucionario, quizás la lección más trascendental de estos autores está encerrada en la, ya referida más arriba, y enunciada por Marx, Tesis 11 sobre Feuerbach, que el objetivo del conocimiento humano, del pensamiento filosófico (recordemos también la concepción gramsciana respecto que todo hombre es filósofo) no es meramente gnosológico, sino que el sentido último del conocimiento no es “la curiosidad” por conocer el mundo, por interpretarlo, sino que el sentido del saber es político, la intención de la filosofía es conocer la dinámica, el devenir de lo real para poder transformarlo. En suma, la mayor enseñanza de estos autores es mostrar que toda forma de conocimiento es, a la vez, una forma de intervención política, y que, al mismo tiempo, no existe la “neutralidad” sino que cada posición que se asume tiene una perspectiva de clase.



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