¿Por qué se sorprenden por los avances de la ultra derecha?
Sergio Rodríguez Gelfenstein
Una reflexión para entender los tiempos que llegan y un recorrido por el nazifascismo en el siglo XX



Hace 100 años, en 1924, después de ocho meses en prisión, Adolfo Hitler salió de la cárcel a donde había recalado tras intentar un golpe de Estado el año anterior. Durante su estadía en el penal, esbozó las primeras páginas de su obra “Mi lucha” en la que exponía algunos fundamentos básicos de su pensamiento incluyendo la exacerbación del nacionalismo extremo, el antijudaísmo y el anticomunismo. Un siglo después, sus ideas siguen vivas y se propagan por toda Europa, esta vez teniendo a Ucrania como centro de basificación y expansión.

Hoy, igual que hace 100 años atrás el fascismo se prepara para tomar el poder. Hoy como hace 100 años atrás, el mismo se esconde detrás de ideas socialistas. Hoy como hace 100 años atrás, la crisis económica es el caldo de cultivo para su irradiación. Hoy como hace 100 años atrás, le echan la culpa a “los otros”, en aquella época a comunistas y judíos, hoy a los rusos.

Tal vez la única gran diferencia entre ambos momentos es que en el siglo pasado tales ideas se difundían a partir de un líder mesiánico y violento y ahora, lo mismo ocurre tras dirigentes mediocres, ignorantes y bastante limitados, algunos incluso, mucho más que Hitler aunque igualmente violentos. En esa época, el líder asumió la ejecución del plan e involucró al pueblo alemán en él. Hoy, los dirigentes europeos dejan que Estados Unidos lo conduzca, que los ucranianos pongan la “carne de cañón” mientras ellos se limitan a someter a sus pueblos a la inflación, la crisis económica, el fin del estado de bienestar y el empobrecimiento paulatino.

El objetivo es el mismo y los resultados también. Pronto Europa será presa del extremismo de derecha, el supremacismo, el racismo y la crisis. Pero esta vez no vendrá el ejército rojo soviético a salvarlos y no habrá plan Marshall para su ”recuperación” porque en este caso, ha sido Estados Unidos el que ha provocado esta crisis, a fin de someter a Europa y llevarla a la total insignificancia como actor político internacional.

No, el soldado Ryan no los podrá salvar, sencillamente porque no tiene capacidad para hacerlo. Sus prioridades son Ucrania (contra Rusia), Israel (contra Irán) y Taiwán (contra China). No ha podido evitar que sus portaviones sean expulsados del mar Rojo por los baratos pero eficientes misiles yemeníes, reiterando lo ocurrido en el Mediterráneo cuando los portaviones yankis intentaron amenazar al Líbano y Hezbollah, —sin necesidad de lanzarlos- le mostró a la marina yanki sus poderosos misiles antibuques que la hicieron huir a toda velocidad de ese mar; tampoco ha conseguido impedir que la cúpula de hierro israelí no sea penetrada por los misiles de Irán; no ha logrado que Corea del Sur sea inmune a las bolsas de mierda que le envían desde el norte; y ha sido imposible para Washington que los africanos no expulsen a Francia –y a ellos mismos en algunos casos- de su territorio; tampoco ha conseguido que Cuba, Nicaragua y Venezuela se rindan y ni siquiera que Arabia Saudita continúe en el acuerdo del Petrodólar. ¿Cree alguien que podrá salvar a Europa de la debacle nazi fascista que la acecha?

Aunque los juicios de Nuremberg, establecieron jurídicamente la derrota del fascismo y el concepto de “crímenes contra la humanidad”, Occidente se encargó de proteger a muchos nazis y fascistas para utilizarlos en la modernización de su aparato industrial, en particular el de carácter militar, de forma especial aquel que se vinculaba a la propagación del uso de las armas atómicas que habían tenido su acta de nacimiento en Hiroshima y Nagasaki.

Hay que recordar que en 1933, Hitler —como Zelenski en 2019- llegó al poder legalmente por vía electoral en un tiempo de gran malestar social y político del país. La crisis económica de la posguerra había devastado a Alemania causando hiperinflación y devaluación de la moneda. Hitler logró capitalizar el descontento a través de la violencia. Años después, uno de sus discípulos venezolanos Henrique Capriles llamó a descargar la rabia a través de la violencia, causando muerte y devastación.

Cuando el partido nazi de Hitler fracasó en su golpe de Estado, recurrió a la “democracia” para hacerse del poder. La crisis de los años 30 del siglo pasado potenció el discurso nazi. El pueblo alemán que padecía desempleo, hambre, pobreza e indigencia, empezó a exigir cambios y ante la inexistencia de alternativas populares y democráticas, comenzaron a ver con buenos ojos a los nazis.

En las elecciones parlamentarias de 1930, el partido de Hitler obtuvo 18% de la votación, pero lo siguieron considerando una fuerza marginal. Mientras eso ocurría, los nazis manipulaban las esperanzas, temores y prejuicios de los ciudadanos. Junto a ello, volcaron toda la responsabilidad de la situación en judíos y comunistas.

En julio de 1932 hubo nuevas elecciones, los nazis recibieron el voto favorable del 37% de los votantes, más que cualquier otro partido, pero en unos nuevos comicios realizados en noviembre de ese año, bajaron a 33%, aunque continuaron siendo el partido mayoritario. Se transformaron en un recurso imprescindible para el funcionamiento institucional del país. Conociendo el poder acumulado, se negaron a establecer alianzas con cualquier otro partido, exigiendo además que Hitler fuera nombrado canciller federal (primer ministro). Aunque en un momento el presidente Paul Von Hindenburg se opuso a tal exigencia, terminó cediendo y designando a Hitler canciller de Alemania el 30 de enero de 1933. Pensaron que lo podían controlar. Craso error. Aunque durante los primeros meses de su mandato respetó la constitución democrática de Alemania, con el paso del tiempo, comenzó a tomar medidas para destruir al sistema a fin de instaurar la dictadura. Tras la muerte de Von Hindenburg en agosto de 1934. Hitler se proclamó Führer (líder) de Alemania. A partir de ese momento, fue el dictador de Alemania. Cualquier coincidencia con la situación actual no es casualidad te en jefe de las porque los gérmenes del nazi-fascismo nunca fueron exterminados.

Veamos. Después de la derrota alemana en la 2da. Guerra mundial, altos cargos militares de las fuerzas armadas alemanas (Wehrmacht) encontraron cobijo en Occidente. Luego, a partir de 1949 cuando se creó la OTAN, ocuparon importantes responsabilidades en su mando, precisamente cuando se estaba elaborando la doctrina y consolidando la estructura. Algunos de ellos fueron:

— Adolf Heusinger. Jefe de operaciones del Estado Mayor de las Fuerzas Terrestres de la Wehrmacht. Presidente del Comité Militar de la OTAN (1961-1964).

— Hans Speidel. Jefe del Estado Mayor del mariscal de campo Erwin Rommel. Comandante en jefe de las Fuerzas Aliadas de la OTAN en Europa Central (1957-1963).

— Johannes Steinhoff, Piloto destacado de las fuerza aérea (Luftwaffe) al mando de Herman Goering. Presidente del Comité Militar de la OTAN (1971-1974).

— Johann von Kielmansegg. Oficial del Estado Mayor del Alto Mando de la Wehrmacht. Comandante en jefe de las Fuerzas Aliadas de la OTAN en Europa Central (1967-1968).

— Ernst Ferber. Teniente coronel del Estado Mayor de la Wehrmacht. Comandante en jefe de las Fuerzas Aliadas de la OTAN en Europa Central (1973-1975)

— Karl Schnell. Primer oficial del Estado Mayor General del 76to. Cuerpo Panzer (blindados). Comandante en jefe de las Fuerzas Aliadas de la OTAN en Europa Central (1975-1977).

— Franz-Joseph Schulze. Oficial de la Luftwaffe, condecorado con la Cruz de Hierro (una de los máximas galardones alemanes). Comandante en jefe de las Fuerzas Aliadas de la OTAN en Europa Central (1977-1979).

— Ferdinand von Senger und Etterlin. Teniente general del Grupo Panzer. Comandante en jefe de las Fuerzas Aliadas de la OTAN en Europa Central (1979-1983).



| Chrystia Freeland, con una inscripción roja y negra asociada con el movimiento Bandera de Ucrania

De esta manera, el espíritu y la doctrina nazi fascista se impregnó en la OTAN desde su fundación. De igual manera, los descendientes de los nazis siguen teniendo mucha influencia en la Europa actual. En un ensayo publicado en julio de 2022, transformado en libro en 2024, el doctor en Estudios Alemanes y Relaciones Internacionales David. A Hughes, investigador asociado de un Grupo de Trabajo sobre Propaganda y “Guerra contra el Terrorismo” global del 11 de septiembre expone algunas similitudes entre la Alemania nazi y la respuesta a la pandemia de covid-19 como expresión de los intentos de derrocar la democracia liberal utilizando técnicas de guerra sicológica aprendida de los nazis. El libro, según sus editores “...proporciona un análisis completo y detallado de las continuidades entre la economía política de la Alemania nazi de la década de 1930 y la economía política de Occidente desde 2020”.

Según Hughes, esto ha producido un “siniestro resurgimiento” del nazismo en la democracia, ofreciendo evidencia convincente para demostrar “que los peores elementos del Tercer Reich no fueron derrotados en 1945, sino que fueron incubados en secreto en preparación para su eventual regreso”. Para lograrlo, Wall Street se apoyó en la CIA a fin de proteger e insertar a los jerarcas nazis en las sociedades occidentales, la mayor parte de las veces en total secreto.

Esto llevó al abogado alemán Reiner Fuellmich fundador de un bufete que está considerado entre los 20 mejores de su país en materia de protección de inversiones, a decir que ahora los alemanes estaban “ luchando contra la misma gente que deberíamos haber derribado hace 80 años”. Fuellmich afirmó que los verdaderos criminales eran aquellos que estaban en la cúspide del sistema capitalista y que ahora, como en 1920 y 1930, buscan recurrir al totalitarismo para hacer frente a la aguda crisis del capitalismo.

Por su parte, en el ensayo de Hughes titulado “Wall Street, los nazis y los crímenes del Estado Profundo” se explica en detalle que:

— Wall Street siempre ha estado vinculado al nazismo a fin de arrasar con las demandas de los trabajadores.

— Los nazis llegaron al poder, construyeron su industria y fueron a la guerra con el respaldo de Wall Street.

— El fracaso de la desnazificación después de la Segunda Guerra Mundial se debió a que Wall Street controló el nombramiento de los funcionarios responsables de desnazificar y gobernar la República Federal, y algunos ex nazis pasaron a asumir posiciones muy poderosas, por ejemplo, el Príncipe Bernardo de los Países Bajos, que sirvió a principios de la década de los años 30 del siglo pasado en las Schutzstaffel (SS, organización paramilitar al servicio de Hitler y el partido nazi en Alemania y en toda Europa) antes de unirse a IG Farben (conglomerado alemán de compañías químicas, renombrada posteriormente Pfizer que producía la sustancia utilizada por los nazis en las cámaras de gas). Bernardo fue cofundador del Grupo Bilderberg en 1954.

— Estados Unidos reclutó activamente a más de 1600 científicos, ingenieros y técnicos nazis a través de la “Operación Paperclip”.

Hughes, afirma que Hitler fue, quizás, “el primero en ver que la democracia liberal puede ser subvertida jugando con los miedos inconscientes de las masas” agregando que: “Si se presenta una amenaza existencial, las masas pueden ser inducidas a sacrificar la libertad por la promesa de seguridad”.

Otros nazis con influencia en el mundo de la posguerra fueron Kurt Kiesinger, que se convirtió en canciller de Alemania Occidental (1966-1969) a pesar de haber tenido fuertes vínculos con el canciller nazi, Joachim von Ribbentrop, el ministro de propaganda Joseph Goebbels y Franz Six, que dirigía los escuadrones de la muerte en Europa del Este. Kiesinger fue un asiduo asistente a las conferencias de Bilderberg.

Así mismo, Kurt Waldheim, ex oficial de inteligencia de la Wehrmacht nazi, quien entre 1972 y 1981 fue secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y posteriormente presidente de Austria (1986-1992).

Es importante mencionar a algunos importantes jerarcas nazis y sus familiares que se insertaron en la lógica imperial de preeminencia occidental en el mundo que se construyó tras finalizar la guerra. Al respecto, una profunda y pormenorizada investigación fue realizada por el periodista y escritor holandés David de Jong y publicada en 2022 en un libro titulado “Multimillonarios nazis. La oscura historia de las dinastías más ricas de Alemania”.



| El presidente de Ucrania Volodímir Zelenzki junto a Joe Biden, presidente de EE.UU.


En esta obra se señala que uno de ellos, Jurgen Schwab era el director gerente de Escher Wyss, una empresa industrial suiza centrada en la ingeniería y la construcción de turbinas a la que los nazis le otorgaron un status especial (que permitía el trabajo esclavo). Su hijo, Klaus, fundó el Foro Económico Mundial en 1973 elogiando a su padre por “asumir muchas funciones en la vida pública en la Alemania de la posguerra”.

Klaus Schwab fundó en 1992 el “Foro de Jóvenes Globales” originalmente Foro Económico Mundial (WEF) a través del cual — según sus propias palabras- ha “penetrado en los gabinetes” de varios países. Así mismo, esta organización inspirada por las ideas nazis ha puesto a sus miembros en “posiciones de liderazgo en bancos de inversión, Big Tech, los principales medios de comunicación, grupos de expertos y más...”

Justo en la semana que transcurre ex-empleados del WEF denunciaron discriminación de género y racial en la organización y señalaron que se habían producido muchos casos de acoso sexual al personal femenino, que incriminan a Klaus Schwab, acusado de diversos casos de segregación. En este ámbito, decenas de antiguos y actuales empleados han descrito estas situaciones, y también han salido a la luz violaciones de la legislación laboral a través de denuncias internas y correos electrónicos. Así, se hace patente una vez más como este nazi encubierto sigue desarrollando sus prácticas con total impunidad y apoyo de la institucionalidad.

También se señala a Günther Quandt, un industrial alemán fundador de un imperio industrial que hoy incluye a BMW y Altana, empresas de automóviles y productos químicos, respectivamente. Quandt fue miembro del partido nazi cuya ex esposa se casó con Joseph Goebbels en 1931 siendo Adolfo Hitler el padrino de la boda. El festejo se realizó en una propiedad del mismo Quandt; Goebbels luego adoptó al hijo de Quandt, Harald. En 1937, Hitler nombró a Quandt líder de la economía de defensa (Wehrwirtschaftsführer), lo que le permitió hacer un uso extensivo de mano de obra esclava, y en 1943, con el apoyo de las SS, los Quandt establecieron un “campo de concentración propiedad de la empresa” en Hannover.

La nuera de Quant, Johanna, era por parte de madre, nieta de Max Rubner, quien dirigía el Instituto de Higiene de la Universidad Friedrich Wilhelm, más tarde asociado con los experimentos de eugenesia nazi. Su hija, Susanne Klatten (la mujer más rica de Alemania) asistió a la reunión de Bilderberg de 2017 con Jens Spahn, el joven líder mundial que en 2018 fue nombrado ministro de salud alemán. Klatten también es propietaria de Entrust (elegida por el gobierno del Reino Unido para producir pasaportes de vacunas), lo que la vinculó con la agenda de vigilancia biodigital Covid-19. Otras familias de “multimillonarios nazis” que siguen siendo influyentes en la actualidad, incluyen a los Flick, los von Finck, los Porsche-Piëch y los Oetker.

La férrea alianza y el apoyo actual de Canadá al gobierno nazi de Ucrania se puede explicar a través del papel de Michael Chomiak un colaborador nazi ucraniano, cuya nieta, Chrystia Freeland, formó parte del consejo de administración del WEF, llegando a ser ministra de asuntos exteriores de su país entre 2017 y 2019 cuando fue designada Ministra de Finanzas y Viceprimera Ministra de Canadá. En 2022, Freeland tuiteó una foto de ella sosteniendo una bandera roja y negra asociada con el movimiento Bandera de Ucrania. Stepan Bandera lideró una milicia nazi en la Segunda Guerra Mundial que inspiró la creación del batallón Azov, establecido durante el golpe de Estado pro nazi en Ucrania en 2014.



| El veterano combatiente de la División Galizien Yaroslav Hunka, en el Parlamento canadiense en una vergonzosa jornada


Freeland y Anthony Rota, presidente de la cámara baja del parlamento canadiense organizaron en septiembre del año pasado —en presencia de Zelenski- un homenaje -con participación de todos los miembros del poder legislativo canadiense- a Yarsolav Hunka a quien presentaron como un ex-combatiente que luchó contra la Unión Soviética para lograr la independencia de Ucrania. En realidad, Hunka fue un oficial de las Waffen SS, cuerpo de combate élite de esa organización paramilitar al servicio de Hitler.

En los días transcurridos entre el artículo anterior y éste, un relevante hecho da cuenta de cómo los nazis siguen protegidos en Occidente y cuentan con apoyo para continuar perpetuando sus crímenes. Se ha sabido que el último guardia vivo del campo de concentració nazi de Sachsenhausen, Gregor Formanek, acusado de complicidad en el asesinato de más de 3.300 personas, ha sido declarado no apto para ser juzgado, según informó el diario alemán Bild.

Tras la Segunda Guerra Mundial, fue condenado por un tribunal militar a 25 años de prisión, pero logró evadir la cárcel y esconderse con la complicidad de la justicia. Hoy cuando ha sido descubierto y acusado, el Tribunal Regional de la ciudad de Hanau que forma parte del estado federal alemán de Hesse, se negó a iniciar el procedimiento argumentando su edad a pesar que ese no debería ser un atenuante para dejar sentada su responsabilidad.

Estos hechos y muchos más que sería imposible relatar en un espacio reducido como este, permiten explicar que el nazismo y el fascismo nunca se retiraron de la conducción de la economía y la política occidental, incluso a pesar de su derrota en la segunda guerra mundial. Ya en los juicios de Nuremberg, los fiscales occidentales mostraron condescendencia y hasta benevolencia con algunos líderes nazis en contra de la opinión de los fiscales soviéticos que, en nombre de la humanidad, clamaron por una justicia que reivindicara a las víctimas de la barbarie.

Al protegerlos, dictando suaves condenas que les permitirían reincorporarse con prontitud a la conducción de las sociedades occidentales, Estados Unidos y Europa dejaron vivo el germen del nazismo, posibilitando su recuperación, crecimiento y expansión.

Solo sabiendo esto, se puede encontrar explicación a la disposición de la ultra derecha de prepararse para el asalto al poder. Así, no deberían causar sorpresa los resultados de las últimas elecciones europeas y las más recientes en Francia. Vale decir que este proceso se viene gestando desde hace mucho tiempo, al punto que es posible verificar que no es un fenómeno reciente: la extrema derecha tiene representación en los parlamentos de más de la mitad de los países europeos, de la misma manera que ostenta representación en los gobiernos y parlamentos regionales y locales de todo el continente salvo Islandia e Irlanda.

Vale decir que al hablar de ultra derecha, se hace referencia a aquella abiertamente supremacista, racista, ultra nacionalista, ultra conservadora y autoritaria. En esta definición, no se están incorporando a aquellos que piensan y/o actúan de igual manera, pero se enmascaran con discursos liberales y se auto identifican como “ centro derecha” o “socialistas”. En relación a Ucrania, incluso hay organizaciones de izquierda y partidos comunistas de algunos países europeos que apoyan al régimen nazi-fascista de ese país, y le envían armamento e insumos bélicos, mientras se “lavan la cara“ favoreciendo a Palestina.

Hoy sienten miedo. Se alarman ante el acelerado crecimiento que ha tenido la ultra derecha dentro del electorado. Como señalaba el analista español Luis Gonzalo Segura en un artículo publicado hace casi dos años: “Para hacerse una idea del avance tan brutal de la ultraderecha, basta con señalar que no tenía representación parlamentaria en el año 2010 en Estonia, Eslovenia, Eslovaquia, República Checa, Alemania, Francia, Portugal o España. Ahora no solo la tiene en estos países, sino que aspira a gobernar”.

En esta circunstancia, resulta válido preguntarse ¿cuál es la mayor semejanza entre la situación de Europa hace un siglo y la actual? Sin duda alguna es que en ambos casos el entorno de la situación ha estado marcada por un contexto de crisis económica profunda. Al preguntarse también, ¿cuál es la gran diferencia entre los dos momentos?, podría afirmarse que hace una centuria se trataba de una crisis cíclica, es verdad que fue la más profunda sufrida hasta entonces, pero no pasaba de ser un trance coyuntural, de ajuste del sistema. Hoy, por el contrario, nos encontramos en el marco de una crisis estructural, insondable, que aqueja al sistema en sus cimientos al punto de no mostrar capacidad para salir de ella.

No quiero decir con esto que el fin del capitalismo está a la “vuelta de la esquina” pero es evidente que se ha entrado en una etapa —de duración indeterminada- que expone su declive irreversible. Hay muchas manifestaciones que lo revelan ésta, la de la incapacidad de contener a la ultra derecha y al fascismo es una de ellas, al exhibir su incapacidad para derrotar la crisis en el marco de las instituciones que ellos mismos han creado. Por eso, están obligados a la violencia y a los extremismos como instrumentos de salvación del sistema por vía de la fuerza. También decía Luis Gonzalo Segura en el artículo antes mencionado, que el crecimiento de la ultra derecha “es la válvula con la que la olla de opresión capitalista libera tensiones y regula la temperatura. Es el batallón con el que las élites mantienen su poder cuando llega la hora de atornillar a la ciudadanía —aumento de la desigualdad y la pobreza mientras crece el número de millonarios- Y, llegado el caso, la ultraderecha también es un mal menor”.

Las pasadas elecciones para el Parlamento Europeo que se han celebrado entre el 6 y el 9 de junio son expresión prístina de este proceso. En primera instancia, ha significado una sacudida en algunos de los países más importantes de la región como Francia cuyo presidente, derrotado contundentemente en los comicios decretó un adelanto de las elecciones legislativas que le propiciaron una nueva derrota; o Alemania, donde la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD), se ha transformado en la segunda fuerza política del país, incluso, superando a los socialdemócratas del canciller Olaf Scholz.



 


Hace 100 años, en 1924, después de ocho meses en prisión, Adolfo Hitler salió de la cárcel a donde había recalado tras intentar un golpe de Estado el año anterior. Durante su estadía en el penal, esbozó las primeras páginas de su obra “Mi lucha” en la que exponía algunos fundamentos básicos de su pensamiento incluyendo la exacerbación del nacionalismo extremo, el antijudaísmo y el anticomunismo. Un siglo después, sus ideas siguen vivas y se propagan por toda Europa, esta vez teniendo a Ucrania como centro de basificación y expansión.

Hoy, igual que hace 100 años atrás el fascismo se prepara para tomar el poder. Hoy como hace 100 años atrás, el mismo se esconde detrás de ideas socialistas. Hoy como hace 100 años atrás, la crisis económica es el caldo de cultivo para su irradiación. Hoy como hace 100 años atrás, le echan la culpa a “los otros”, en aquella época a comunistas y judíos, hoy a los rusos.

Tal vez la única gran diferencia entre ambos momentos es que en el siglo pasado tales ideas se difundían a partir de un líder mesiánico y violento y ahora, lo mismo ocurre tras dirigentes mediocres, ignorantes y bastante limitados, algunos incluso, mucho más que Hitler aunque igualmente violentos. En esa época, el líder asumió la ejecución del plan e involucró al pueblo alemán en él. Hoy, los dirigentes europeos dejan que Estados Unidos lo conduzca, que los ucranianos pongan la “carne de cañón” mientras ellos se limitan a someter a sus pueblos a la inflación, la crisis económica, el fin del estado de bienestar y el empobrecimiento paulatino.

El objetivo es el mismo y los resultados también. Pronto Europa será presa del extremismo de derecha, el supremacismo, el racismo y la crisis. Pero esta vez no vendrá el ejército rojo soviético a salvarlos y no habrá plan Marshall para su ”recuperación” porque en este caso, ha sido Estados Unidos el que ha provocado esta crisis, a fin de someter a Europa y llevarla a la total insignificancia como actor político internacional.

No, el soldado Ryan no los podrá salvar, sencillamente porque no tiene capacidad para hacerlo. Sus prioridades son Ucrania (contra Rusia), Israel (contra Irán) y Taiwán (contra China). No ha podido evitar que sus portaviones sean expulsados del mar Rojo por los baratos pero eficientes misiles yemeníes, reiterando lo ocurrido en el Mediterráneo cuando los portaviones yankis intentaron amenazar al Líbano y Hezbollah, —sin necesidad de lanzarlos- le mostró a la marina yanki sus poderosos misiles antibuques que la hicieron huir a toda velocidad de ese mar; tampoco ha conseguido impedir que la cúpula de hierro israelí no sea penetrada por los misiles de Irán; no ha logrado que Corea del Sur sea inmune a las bolsas de mierda que le envían desde el norte; y ha sido imposible para Washington que los africanos no expulsen a Francia –y a ellos mismos en algunos casos- de su territorio; tampoco ha conseguido que Cuba, Nicaragua y Venezuela se rindan y ni siquiera que Arabia Saudita continúe en el acuerdo del Petrodólar. ¿Cree alguien que podrá salvar a Europa de la debacle nazi fascista que la acecha?

Aunque los juicios de Nuremberg, establecieron jurídicamente la derrota del fascismo y el concepto de “crímenes contra la humanidad”, Occidente se encargó de proteger a muchos nazis y fascistas para utilizarlos en la modernización de su aparato industrial, en particular el de carácter militar, de forma especial aquel que se vinculaba a la propagación del uso de las armas atómicas que habían tenido su acta de nacimiento en Hiroshima y Nagasaki.

Hay que recordar que en 1933, Hitler —como Zelenski en 2019- llegó al poder legalmente por vía electoral en un tiempo de gran malestar social y político del país. La crisis económica de la posguerra había devastado a Alemania causando hiperinflación y devaluación de la moneda. Hitler logró capitalizar el descontento a través de la violencia. Años después, uno de sus discípulos venezolanos Henrique Capriles llamó a descargar la rabia a través de la violencia, causando muerte y devastación.

Cuando el partido nazi de Hitler fracasó en su golpe de Estado, recurrió a la “democracia” para hacerse del poder. La crisis de los años 30 del siglo pasado potenció el discurso nazi. El pueblo alemán que padecía desempleo, hambre, pobreza e indigencia, empezó a exigir cambios y ante la inexistencia de alternativas populares y democráticas, comenzaron a ver con buenos ojos a los nazis.

En las elecciones parlamentarias de 1930, el partido de Hitler obtuvo 18% de la votación, pero lo siguieron considerando una fuerza marginal. Mientras eso ocurría, los nazis manipulaban las esperanzas, temores y prejuicios de los ciudadanos. Junto a ello, volcaron toda la responsabilidad de la situación en judíos y comunistas.

En julio de 1932 hubo nuevas elecciones, los nazis recibieron el voto favorable del 37% de los votantes, más que cualquier otro partido, pero en unos nuevos comicios realizados en noviembre de ese año, bajaron a 33%, aunque continuaron siendo el partido mayoritario. Se transformaron en un recurso imprescindible para el funcionamiento institucional del país. Conociendo el poder acumulado, se negaron a establecer alianzas con cualquier otro partido, exigiendo además que Hitler fuera nombrado canciller federal (primer ministro). Aunque en un momento el presidente Paul Von Hindenburg se opuso a tal exigencia, terminó cediendo y designando a Hitler canciller de Alemania el 30 de enero de 1933. Pensaron que lo podían controlar. Craso error. Aunque durante los primeros meses de su mandato respetó la constitución democrática de Alemania, con el paso del tiempo, comenzó a tomar medidas para destruir al sistema a fin de instaurar la dictadura. Tras la muerte de Von Hindenburg en agosto de 1934. Hitler se proclamó Führer (líder) de Alemania. A partir de ese momento, fue el dictador de Alemania. Cualquier coincidencia con la situación actual no es casualidad te en jefe de las porque los gérmenes del nazi-fascismo nunca fueron exterminados.

Veamos. Después de la derrota alemana en la 2da. Guerra mundial, altos cargos militares de las fuerzas armadas alemanas (Wehrmacht) encontraron cobijo en Occidente. Luego, a partir de 1949 cuando se creó la OTAN, ocuparon importantes responsabilidades en su mando, precisamente cuando se estaba elaborando la doctrina y consolidando la estructura. Algunos de ellos fueron:

— Adolf Heusinger. Jefe de operaciones del Estado Mayor de las Fuerzas Terrestres de la Wehrmacht. Presidente del Comité Militar de la OTAN (1961-1964).

— Hans Speidel. Jefe del Estado Mayor del mariscal de campo Erwin Rommel. Comandante en jefe de las Fuerzas Aliadas de la OTAN en Europa Central (1957-1963).

— Johannes Steinhoff, Piloto destacado de las fuerza aérea (Luftwaffe) al mando de Herman Goering. Presidente del Comité Militar de la OTAN (1971-1974).

— Johann von Kielmansegg. Oficial del Estado Mayor del Alto Mando de la Wehrmacht. Comandante en jefe de las Fuerzas Aliadas de la OTAN en Europa Central (1967-1968).

— Ernst Ferber. Teniente coronel del Estado Mayor de la Wehrmacht. Comandante en jefe de las Fuerzas Aliadas de la OTAN en Europa Central (1973-1975)

— Karl Schnell. Primer oficial del Estado Mayor General del 76to. Cuerpo Panzer (blindados). Comandante en jefe de las Fuerzas Aliadas de la OTAN en Europa Central (1975-1977).

— Franz-Joseph Schulze. Oficial de la Luftwaffe, condecorado con la Cruz de Hierro (una de los máximas galardones alemanes). Comandante en jefe de las Fuerzas Aliadas de la OTAN en Europa Central (1977-1979).

— Ferdinand von Senger und Etterlin. Teniente general del Grupo Panzer. Comandante en jefe de las Fuerzas Aliadas de la OTAN en Europa Central (1979-1983).



| Chrystia Freeland, con una inscripción roja y negra asociada con el movimiento Bandera de Ucrania

De esta manera, el espíritu y la doctrina nazi fascista se impregnó en la OTAN desde su fundación. De igual manera, los descendientes de los nazis siguen teniendo mucha influencia en la Europa actual. En un ensayo publicado en julio de 2022, transformado en libro en 2024, el doctor en Estudios Alemanes y Relaciones Internacionales David. A Hughes, investigador asociado de un Grupo de Trabajo sobre Propaganda y “Guerra contra el Terrorismo” global del 11 de septiembre expone algunas similitudes entre la Alemania nazi y la respuesta a la pandemia de covid-19 como expresión de los intentos de derrocar la democracia liberal utilizando técnicas de guerra sicológica aprendida de los nazis. El libro, según sus editores “...proporciona un análisis completo y detallado de las continuidades entre la economía política de la Alemania nazi de la década de 1930 y la economía política de Occidente desde 2020”.

Según Hughes, esto ha producido un “siniestro resurgimiento” del nazismo en la democracia, ofreciendo evidencia convincente para demostrar “que los peores elementos del Tercer Reich no fueron derrotados en 1945, sino que fueron incubados en secreto en preparación para su eventual regreso”. Para lograrlo, Wall Street se apoyó en la CIA a fin de proteger e insertar a los jerarcas nazis en las sociedades occidentales, la mayor parte de las veces en total secreto.

Esto llevó al abogado alemán Reiner Fuellmich fundador de un bufete que está considerado entre los 20 mejores de su país en materia de protección de inversiones, a decir que ahora los alemanes estaban “ luchando contra la misma gente que deberíamos haber derribado hace 80 años”. Fuellmich afirmó que los verdaderos criminales eran aquellos que estaban en la cúspide del sistema capitalista y que ahora, como en 1920 y 1930, buscan recurrir al totalitarismo para hacer frente a la aguda crisis del capitalismo.

Por su parte, en el ensayo de Hughes titulado “Wall Street, los nazis y los crímenes del Estado Profundo” se explica en detalle que:

— Wall Street siempre ha estado vinculado al nazismo a fin de arrasar con las demandas de los trabajadores.

— Los nazis llegaron al poder, construyeron su industria y fueron a la guerra con el respaldo de Wall Street.

— El fracaso de la desnazificación después de la Segunda Guerra Mundial se debió a que Wall Street controló el nombramiento de los funcionarios responsables de desnazificar y gobernar la República Federal, y algunos ex nazis pasaron a asumir posiciones muy poderosas, por ejemplo, el Príncipe Bernardo de los Países Bajos, que sirvió a principios de la década de los años 30 del siglo pasado en las Schutzstaffel (SS, organización paramilitar al servicio de Hitler y el partido nazi en Alemania y en toda Europa) antes de unirse a IG Farben (conglomerado alemán de compañías químicas, renombrada posteriormente Pfizer que producía la sustancia utilizada por los nazis en las cámaras de gas). Bernardo fue cofundador del Grupo Bilderberg en 1954.

— Estados Unidos reclutó activamente a más de 1600 científicos, ingenieros y técnicos nazis a través de la “Operación Paperclip”.

Hughes, afirma que Hitler fue, quizás, “el primero en ver que la democracia liberal puede ser subvertida jugando con los miedos inconscientes de las masas” agregando que: “Si se presenta una amenaza existencial, las masas pueden ser inducidas a sacrificar la libertad por la promesa de seguridad”.

Otros nazis con influencia en el mundo de la posguerra fueron Kurt Kiesinger, que se convirtió en canciller de Alemania Occidental (1966-1969) a pesar de haber tenido fuertes vínculos con el canciller nazi, Joachim von Ribbentrop, el ministro de propaganda Joseph Goebbels y Franz Six, que dirigía los escuadrones de la muerte en Europa del Este. Kiesinger fue un asiduo asistente a las conferencias de Bilderberg.

Así mismo, Kurt Waldheim, ex oficial de inteligencia de la Wehrmacht nazi, quien entre 1972 y 1981 fue secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y posteriormente presidente de Austria (1986-1992).

Es importante mencionar a algunos importantes jerarcas nazis y sus familiares que se insertaron en la lógica imperial de preeminencia occidental en el mundo que se construyó tras finalizar la guerra. Al respecto, una profunda y pormenorizada investigación fue realizada por el periodista y escritor holandés David de Jong y publicada en 2022 en un libro titulado “Multimillonarios nazis. La oscura historia de las dinastías más ricas de Alemania”.



| El presidente de Ucrania Volodímir Zelenzki junto a Joe Biden, presidente de EE.UU.


En esta obra se señala que uno de ellos, Jurgen Schwab era el director gerente de Escher Wyss, una empresa industrial suiza centrada en la ingeniería y la construcción de turbinas a la que los nazis le otorgaron un status especial (que permitía el trabajo esclavo). Su hijo, Klaus, fundó el Foro Económico Mundial en 1973 elogiando a su padre por “asumir muchas funciones en la vida pública en la Alemania de la posguerra”.

Klaus Schwab fundó en 1992 el “Foro de Jóvenes Globales” originalmente Foro Económico Mundial (WEF) a través del cual — según sus propias palabras- ha “penetrado en los gabinetes” de varios países. Así mismo, esta organización inspirada por las ideas nazis ha puesto a sus miembros en “posiciones de liderazgo en bancos de inversión, Big Tech, los principales medios de comunicación, grupos de expertos y más...”

Justo en la semana que transcurre ex-empleados del WEF denunciaron discriminación de género y racial en la organización y señalaron que se habían producido muchos casos de acoso sexual al personal femenino, que incriminan a Klaus Schwab, acusado de diversos casos de segregación. En este ámbito, decenas de antiguos y actuales empleados han descrito estas situaciones, y también han salido a la luz violaciones de la legislación laboral a través de denuncias internas y correos electrónicos. Así, se hace patente una vez más como este nazi encubierto sigue desarrollando sus prácticas con total impunidad y apoyo de la institucionalidad.

También se señala a Günther Quandt, un industrial alemán fundador de un imperio industrial que hoy incluye a BMW y Altana, empresas de automóviles y productos químicos, respectivamente. Quandt fue miembro del partido nazi cuya ex esposa se casó con Joseph Goebbels en 1931 siendo Adolfo Hitler el padrino de la boda. El festejo se realizó en una propiedad del mismo Quandt; Goebbels luego adoptó al hijo de Quandt, Harald. En 1937, Hitler nombró a Quandt líder de la economía de defensa (Wehrwirtschaftsführer), lo que le permitió hacer un uso extensivo de mano de obra esclava, y en 1943, con el apoyo de las SS, los Quandt establecieron un “campo de concentración propiedad de la empresa” en Hannover.

La nuera de Quant, Johanna, era por parte de madre, nieta de Max Rubner, quien dirigía el Instituto de Higiene de la Universidad Friedrich Wilhelm, más tarde asociado con los experimentos de eugenesia nazi. Su hija, Susanne Klatten (la mujer más rica de Alemania) asistió a la reunión de Bilderberg de 2017 con Jens Spahn, el joven líder mundial que en 2018 fue nombrado ministro de salud alemán. Klatten también es propietaria de Entrust (elegida por el gobierno del Reino Unido para producir pasaportes de vacunas), lo que la vinculó con la agenda de vigilancia biodigital Covid-19. Otras familias de “multimillonarios nazis” que siguen siendo influyentes en la actualidad, incluyen a los Flick, los von Finck, los Porsche-Piëch y los Oetker.

La férrea alianza y el apoyo actual de Canadá al gobierno nazi de Ucrania se puede explicar a través del papel de Michael Chomiak un colaborador nazi ucraniano, cuya nieta, Chrystia Freeland, formó parte del consejo de administración del WEF, llegando a ser ministra de asuntos exteriores de su país entre 2017 y 2019 cuando fue designada Ministra de Finanzas y Viceprimera Ministra de Canadá. En 2022, Freeland tuiteó una foto de ella sosteniendo una bandera roja y negra asociada con el movimiento Bandera de Ucrania. Stepan Bandera lideró una milicia nazi en la Segunda Guerra Mundial que inspiró la creación del batallón Azov, establecido durante el golpe de Estado pro nazi en Ucrania en 2014.



| El veterano combatiente de la División Galizien Yaroslav Hunka, en el Parlamento canadiense en una vergonzosa jornada


Freeland y Anthony Rota, presidente de la cámara baja del parlamento canadiense organizaron en septiembre del año pasado —en presencia de Zelenski- un homenaje -con participación de todos los miembros del poder legislativo canadiense- a Yarsolav Hunka a quien presentaron como un ex-combatiente que luchó contra la Unión Soviética para lograr la independencia de Ucrania. En realidad, Hunka fue un oficial de las Waffen SS, cuerpo de combate élite de esa organización paramilitar al servicio de Hitler.

En los días transcurridos entre el artículo anterior y éste, un relevante hecho da cuenta de cómo los nazis siguen protegidos en Occidente y cuentan con apoyo para continuar perpetuando sus crímenes. Se ha sabido que el último guardia vivo del campo de concentració nazi de Sachsenhausen, Gregor Formanek, acusado de complicidad en el asesinato de más de 3.300 personas, ha sido declarado no apto para ser juzgado, según informó el diario alemán Bild.

Tras la Segunda Guerra Mundial, fue condenado por un tribunal militar a 25 años de prisión, pero logró evadir la cárcel y esconderse con la complicidad de la justicia. Hoy cuando ha sido descubierto y acusado, el Tribunal Regional de la ciudad de Hanau que forma parte del estado federal alemán de Hesse, se negó a iniciar el procedimiento argumentando su edad a pesar que ese no debería ser un atenuante para dejar sentada su responsabilidad.

Estos hechos y muchos más que sería imposible relatar en un espacio reducido como este, permiten explicar que el nazismo y el fascismo nunca se retiraron de la conducción de la economía y la política occidental, incluso a pesar de su derrota en la segunda guerra mundial. Ya en los juicios de Nuremberg, los fiscales occidentales mostraron condescendencia y hasta benevolencia con algunos líderes nazis en contra de la opinión de los fiscales soviéticos que, en nombre de la humanidad, clamaron por una justicia que reivindicara a las víctimas de la barbarie.

Al protegerlos, dictando suaves condenas que les permitirían reincorporarse con prontitud a la conducción de las sociedades occidentales, Estados Unidos y Europa dejaron vivo el germen del nazismo, posibilitando su recuperación, crecimiento y expansión.

Solo sabiendo esto, se puede encontrar explicación a la disposición de la ultra derecha de prepararse para el asalto al poder. Así, no deberían causar sorpresa los resultados de las últimas elecciones europeas y las más recientes en Francia. Vale decir que este proceso se viene gestando desde hace mucho tiempo, al punto que es posible verificar que no es un fenómeno reciente: la extrema derecha tiene representación en los parlamentos de más de la mitad de los países europeos, de la misma manera que ostenta representación en los gobiernos y parlamentos regionales y locales de todo el continente salvo Islandia e Irlanda.

Vale decir que al hablar de ultra derecha, se hace referencia a aquella abiertamente supremacista, racista, ultra nacionalista, ultra conservadora y autoritaria. En esta definición, no se están incorporando a aquellos que piensan y/o actúan de igual manera, pero se enmascaran con discursos liberales y se auto identifican como “ centro derecha” o “socialistas”. En relación a Ucrania, incluso hay organizaciones de izquierda y partidos comunistas de algunos países europeos que apoyan al régimen nazi-fascista de ese país, y le envían armamento e insumos bélicos, mientras se “lavan la cara“ favoreciendo a Palestina.

Hoy sienten miedo. Se alarman ante el acelerado crecimiento que ha tenido la ultra derecha dentro del electorado. Como señalaba el analista español Luis Gonzalo Segura en un artículo publicado hace casi dos años: “Para hacerse una idea del avance tan brutal de la ultraderecha, basta con señalar que no tenía representación parlamentaria en el año 2010 en Estonia, Eslovenia, Eslovaquia, República Checa, Alemania, Francia, Portugal o España. Ahora no solo la tiene en estos países, sino que aspira a gobernar”.

En esta circunstancia, resulta válido preguntarse ¿cuál es la mayor semejanza entre la situación de Europa hace un siglo y la actual? Sin duda alguna es que en ambos casos el entorno de la situación ha estado marcada por un contexto de crisis económica profunda. Al preguntarse también, ¿cuál es la gran diferencia entre los dos momentos?, podría afirmarse que hace una centuria se trataba de una crisis cíclica, es verdad que fue la más profunda sufrida hasta entonces, pero no pasaba de ser un trance coyuntural, de ajuste del sistema. Hoy, por el contrario, nos encontramos en el marco de una crisis estructural, insondable, que aqueja al sistema en sus cimientos al punto de no mostrar capacidad para salir de ella.

No quiero decir con esto que el fin del capitalismo está a la “vuelta de la esquina” pero es evidente que se ha entrado en una etapa —de duración indeterminada- que expone su declive irreversible. Hay muchas manifestaciones que lo revelan ésta, la de la incapacidad de contener a la ultra derecha y al fascismo es una de ellas, al exhibir su incapacidad para derrotar la crisis en el marco de las instituciones que ellos mismos han creado. Por eso, están obligados a la violencia y a los extremismos como instrumentos de salvación del sistema por vía de la fuerza. También decía Luis Gonzalo Segura en el artículo antes mencionado, que el crecimiento de la ultra derecha “es la válvula con la que la olla de opresión capitalista libera tensiones y regula la temperatura. Es el batallón con el que las élites mantienen su poder cuando llega la hora de atornillar a la ciudadanía —aumento de la desigualdad y la pobreza mientras crece el número de millonarios- Y, llegado el caso, la ultraderecha también es un mal menor”.

Las pasadas elecciones para el Parlamento Europeo que se han celebrado entre el 6 y el 9 de junio son expresión prístina de este proceso. En primera instancia, ha significado una sacudida en algunos de los países más importantes de la región como Francia cuyo presidente, derrotado contundentemente en los comicios decretó un adelanto de las elecciones legislativas que le propiciaron una nueva derrota; o Alemania, donde la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD), se ha transformado en la segunda fuerza política del país, incluso, superando a los socialdemócratas del canciller Olaf Scholz.



 

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