Empujo mi bote hasta que pueda flotar. Me subo y empiezo a remar desordenadamente. La playa es pequeña y yo más pequeña que la playa, más pequeña que todo lo que me rodea.
Hace unos minutos intentaba explicar algo que no alcanzo a comprender. Cuando me pasa eso apoyo mis dedos en el cuello y en el pecho y presiono con fuerza.
Antes de subirme al bote me miré los pies, los dedos de los pies, un poco sumergidos y otro poco enterrados en la arena. Pensé que mi papá últimamente se sentaba y hablaba como si quisiera desahogarse. Se me juntan las imágenes.
No es fácil remar, mantener el ritmo, realizar la fuerza justa. Es como intentar aquietar la mente. Casi lo mismo.
En las fotos de antes, tengo madre y padre. Tengo abuelos y una tía abuela. Soy hija y nieta. Las fotos dominan bastante bien a la muerte.
El sol empieza a bajar y me encandila. Quisiera que un animal marino emerja de golpe y me mire, que no me haga nada, pero que me mire de frente, que me clave los ojos y yo también. Una especie de revelación de encuentro brutal. Que se sacuda el bote, que este a punto de darse vuelta. Que me provoque miedo la situación. Que me cueste controlarla. Que el animal marino se detenga frente a mí y me dé una señal. Que me pase algo grande que modifique mis días para siempre.
Hay viento mar adentro. Grito. Es raro gritar para nadie. Como si no tuviera sentido. Grito fuerte y me agito y escucho mi respiración acelerada. No digo nada. Grito.
El cielo es el final de algo.
Hace frío mar adentro y empiezo tiritar. Esta vez no tengo nada que explicar pero dejo el remo adentro del bote y me toco el cuello y el pecho con los dedos. Busco el pulso. Busco la sangre corriendo entre la piel y los músculos. Si tuviera padre todavía, le pediría que me hable mucho, que me cuente todo eso mezclado que tenía ganas de decir.
Cuando llegué a la playa, salté en el agua como si fuera una nena. Sentí algo asombroso que no me sale expresar. Como si hubiera entendido el sentido. Después, para justificar la desesperación empujé mi bote. Resigné el milagro.
Es Actriz, directora y docente de teatro.
Su obra teatral “Todo mi sano cuerpo, te ofrezco” (escrita junto a Soledad González y María Robin) forma parte de la Antología de Teatro rionegrino en la posdictadura. Compilado por Mauricio Tossi. Editado por la Universidad Nacional de Río Negro.
En 2020 publicó El amor es. Obra teatral en un solo acto. Con ilustraciones de Karina Romero.
Junto a David González, poeta Viedmense, integran el proyecto literario Ojos de Perro, historias en la distancia concebidas a cuatro manos.
Integra desde el año 2009 el grupo de teatro independiente Basta Flora, realizando trabajos de investigación y puesta en escena junto a otros hacedores teatrales del país.
Empujo mi bote hasta que pueda flotar. Me subo y empiezo a remar desordenadamente. La playa es pequeña y yo más pequeña que la playa, más pequeña que todo lo que me rodea. --- Laura Raiteri nació en la ciudad de Villa Regina en el año 1978 Es Actriz, directora y docente de teatro. |
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