Son tiempos donde la cultura es una herramienta fundamental para desandar lcaminos del odio que despliegan los grandes medios de comunicación masivos y las redes y plataformas de algoritmos controlados por los grandes capitales provenientes en su inmensa mayoría del imperio estadounidense en su etapa de decadencia y repliegue hacia nuestra región.
La participación en un evento como la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires es indispensable para construir desde la presencialidad una relación entre el lector, los libros y sus autores con miras a contrarrestar esas lógicas que nos ahogan y desbaratan en nuestra humanidad.
Más allá de la difícil situación por la que transitamos con el nuevo gobierno, desde la editorial hemos construido una propuesta de presentaciones, con más metros cuadrados de exposición y mucha difusión en redes con el fin de respaldar lo que se iba desarrollando diariamente, sorteos de libros y productos de países hermanos que han participado con sus libros y revistas ampliando la bibliodiversidad de otros años junto a propuestas de autores y temáticas de la República de Cuba, la República Socialista de Vietnam y la República Bolivariana de Venezuela, quienes junto a Ventajedrez y su contenido de libros del juego ciencia, a la Cooperativa Espíritu Guerrero con libros de deporte y recreación y al proyecto literario Imperio totalizamos más de 1.000 títulos expuestos.
El puntapié inicial lo dieron las jornada profesionales, que congregan durante tres días a libreros, distribuidores, editores y estudiantes de edición, ilustradores, realizadores de ferias del libro y bibliotecarios.
El jueves 25 de abril a las 14 horas la feria abrió sus puertas al público hasta el lunes 13 de mayo. Este año, debido al ajuste y licuación de la economía, la participación se vio mermada en un 10% aproximado según datos de la Fundación El Libro, organización que realiza el evento, pasando de 1.245.000 visitantes en 2023 a 1.126.000. No solo el público mermó en relación al 2023, también las jornadas especiales de la Feria tuvieron un promedio del 50% de caídas en las compras, oscilando entre 20 y 50% de acuerdos a las editoriales las caídas en las ventas en relación al público general.
Quizá lo más evidente fue la poca cantidad de stands en el pabellón ocre, destinado a provincias argentinas y organizaciones sin fines de lucro o fundaciones vinculadas con la cultura. Este año participaron solamente diez provincias con stand propio, Buenos Aires, Jujuy, Salta, Tucumán, Córdoba, Corrientes, La Pampa, Santa Fe, Santiago del Estero y Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, y dos ciudades, Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Lisboa, quien que este año fue la invitada.
Las medidas de vaciamiento y debilitamiento del Estado que lleva adelante la actual gestión del ejecutivo nacional han hecho que por primera vez en la historia de la Feria del Libro de Buenos Aires, la Secretaría de Cultura, otrora Ministerio, no estuviera presente con un stand promoviendo las políticas culturales a sus visitantes, así como ningún Ministerio o Dirección, renunciando a participar del evento cultural más importante de nuestra patria.
Otro de los momentos vergonzantes como argentinos lo estelarizó el presidente Javier Milei, quien intentó presentar un libro en la Feria sin cumplir con los lineamientos de la organización, pidiendo miles de entradas gratuitas y el escenario que se encuentra en la parte exterior de la Feria, el Auditorio Martínez de Hoz. Libro que fue recientemente sacado de la venta por contener plagios y hacer menciones de títulos de grado que el “autor” no tenía.
Estar presente en un momento tan difícil sigue siendo prioritario. Seguir llevando el mensaje de que un mundo mejor es posible, necesario y más temprano que tarde realizable indispensable. Cada uno defendiendo la trinchera desde donde trabaja, para que los ladrones de la dignidad de los pueblos entiendan que no negociamos soberanía, que no bajamos las banderas, que estamos, estaremos y venceremos.
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