Un siniestro trabajo sistemático que no solo disolvió la integración continental (Mercosur, Unasur, etc.) sino que también desmanteló las economías regionales, vaciando el interior de los países y congestionando en grandes conglomerados urbanos la población resultante.
Una migración indeseada y casi inadvertida que constituye un verdadero exilio, naturalizado hasta en las palabras: porque así como les decimos despectivamente “territorio” a los espacios geográficos sobrantes que se van vaciando de gente, adoptamos una categoría casi medioeval para designar jerárquicamente a los habitantes de las grandes concentraciones a los que llamamos “ciudadanos”.
Es indispensable observar como en pocos años se han metamorfoseado nuestros países desmembrados por el odio racista de algunas minorías urbanas corruptas que encaballadas en su poder conducen esta operación de desequilibrio espacial. Las trabajadoras y esforzadas clases medias urbanas viven en un mundo complejo y desordenado donde, como diría Charlie García: “hoy no puedo ser feliz, con tanta gente hablando a mi alrededor”
El capitalismo financiero ha mostrado su cara más despiadada, no solo destruyendo la industria nacional y condenando a las clases trabajadoras a un estrés creciente sino que instaló una salud pública menguante y la segregación e inseguridad social donde aumenta la deuda pública y se resquebraja la vida comunitaria, alentando la competencia y el resentimiento.
Un angustiado ambiente propicio para instalar negocios e inversiones financieras y gobernar como les conviene. Nos están dejando una nueva normalidad apuntada al “divide y reinaras” aplicando una incomunicación que divorcia las grandes capitales del resto de los territorios, un país donde dios atiende en Buenos Aires y desde alli designa los gobiernos.
Hoy la pandemia viene a castigarnos duramente como planeta pero también a evidenciar una crisis civilizatoria que desnuda un mundo en caos producido por el neoliberalismo voraz que arrasa las economías.
La intención de ALIENACIÓN URBANA Y NEOLIBERALISMO es orientar nuestras miradas, reflexiones y acciones hacia la generación de ideas y herramientas para desnaturalizar y mostrar en toda su criticidad este proceso de fragmentación social que nos atrasa sin remedio.
Quizá la meta sea construir un nuevo y equilibrado ordenamiento territorial con miradas inteligentes y progresistas, un imaginario potente capaz de entusiasmar con el objetivo de una sociedad menos hostil, mucho más igualitaria y más consciente de su rol histórico.
Un siniestro trabajo sistemático que no solo disolvió la integración continental (Mercosur, Unasur, etc.) sino que también desmanteló las economías regionales, vaciando el interior de los países y congestionando en grandes conglomerados urbanos la población resultante. Una migración indeseada y casi inadvertida que constituye un verdadero exilio, naturalizado hasta en las palabras: porque así como les decimos despectivamente “territorio” a los espacios geográficos sobrantes que se van vaciando de gente, adoptamos una categoría casi medioeval para designar jerárquicamente a los habitantes de las grandes concentraciones a los que llamamos “ciudadanos”. Es indispensable observar como en pocos años se han metamorfoseado nuestros países desmembrados por el odio racista de algunas minorías urbanas corruptas que encaballadas en su poder conducen esta operación de desequilibrio espacial. Las trabajadoras y esforzadas clases medias urbanas viven en un mundo complejo y desordenado donde, como diría Charlie García: “hoy no puedo ser feliz, con tanta gente hablando a mi alrededor” El capitalismo financiero ha mostrado su cara más despiadada, no solo destruyendo la industria nacional y condenando a las clases trabajadoras a un estrés creciente sino que instaló una salud pública menguante y la segregación e inseguridad social donde aumenta la deuda pública y se resquebraja la vida comunitaria, alentando la competencia y el resentimiento. Un angustiado ambiente propicio para instalar negocios e inversiones financieras y gobernar como les conviene. Nos están dejando una nueva normalidad apuntada al “divide y reinaras” aplicando una incomunicación que divorcia las grandes capitales del resto de los territorios, un país donde dios atiende en Buenos Aires y desde alli designa los gobiernos. Hoy la pandemia viene a castigarnos duramente como planeta pero también a evidenciar una crisis civilizatoria que desnuda un mundo en caos producido por el neoliberalismo voraz que arrasa las economías. La intención de ALIENACIÓN URBANA Y NEOLIBERALISMO es orientar nuestras miradas, reflexiones y acciones hacia la generación de ideas y herramientas para desnaturalizar y mostrar en toda su criticidad este proceso de fragmentación social que nos atrasa sin remedio. Quizá la meta sea construir un nuevo y equilibrado ordenamiento territorial con miradas inteligentes y progresistas, un imaginario potente capaz de entusiasmar con el objetivo de una sociedad menos hostil, mucho más igualitaria y más consciente de su rol histórico. |
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