Allende y la victoria de la patria
José Salvador Cárcamo
La nacionalización del cobre declarada como la segunda independencia por Allende, junto con la reforma agraria que atacó el latifundio y modernizó el campo.



La Unidad Popular y Salvador Allende al llegar al gobierno en septiembre de 1970 buscan una profunda transformación en la estructura económica: profundizar la Reforma Agraria y la Nacionalización del Cobre, iniciada por el gobierno anterior de Frei Montalva. Se requiere la construcción de una nueva economía, donde se complementa la planificación y el mercado, con tres Áreas de la producción: el Área de propiedad social, el Área de propiedad privada y el Área Mixta.

En el Área de propiedad social quedarían las actividades nacionalizadas como la gran minería del cobre, el salitre, el comercio exterior, los monopolios de distribución, etc.

En el Área de propiedad privada quedarían la pequeña y mediana minería, la agricultura, la pequeña y mediana empresa (PYME) e industria, el comercio minorista, etc. Lo central era controlar a los monopolios, donde el 0,5% de las empresas controlaban el mercado interno (por ejemplo en el sector industrial 150 de un total de 30.500 firmas industriales). Las PYME se verían favorecidas por la política crediticia y reguladora del Estado, que antes de la asunción del gobierno popular controlaban un pequeño número de empresas. El Área de propiedad mixta está compuesta de empresas que combinan los capitales del Estado y el sector privado.

De los sectores sociales dominantes el latifundista era el más débil. La reforma agraria que se inicia en 1967 en el gobierno de Frei y continuó hasta 1973 con Allende, buscaba acabar con el latifundio en Chile, lo que significó la incorporación de tierras ociosas a la producción y a la modernización del campo chileno. El sector financiero industrial, las empresas transnacionales mineras (Kennecott y Braden copper), la red de telecomunicaciones dirigidas por la ITT (International Telephone & Telegraph) y el Mercurio, estaban al acecho del gobierno popular e impulsaron el bloqueo económico a Chile.



Nacionalización del cobre por voto unánime del Parlamento

El 11 de julio de 1971 el Congreso Nacional ratificó por unanimidad su aprobación al proyecto ley de Nacionalización del cobre, enviado por el Ejecutivo, que reformaba la Constitución y que introducía el término NACIONALIZACIÓN dentro de los conceptos de la carta fundamental. El término de nacionalización es una ratificación de la soberanía que tienen los pueblos de sus riquezas básicas y es un concepto contenido en la carta fundamental de las Naciones Unidas. Mediante esta modificación de la Constitución, el Estado chileno adquirió los instrumentos legales que le permiten ejercer propiedad sobre los yacimientos de cobre existentes en el territorio y que se encontraban bajo el control de capitales extranjeros. Señala Allende ese 11 de julio: “Hoy es el día de la dignidad nacional.
Es el día de la dignidad, porque Chile rompe con el pasado; se yergue con fe de futuro y empieza el camino definitivo de su independencia económica, que significa su plena independencia política” y prosigue: “Hoy culmina una larga lucha de las fuerzas populares, para recuperar para Chile el cobre como su riqueza esencial, pero al mismo tiempo, y hay que repetirlo, queremos nosotros terminar con el latifundio, hacer que las riquezas mineras, no sólo el cobre, sean de nosotros. Estatizar los bancos y nacionalizar las empresas industriales monopólicas o fundamentales para Chile, estratégicas... No queremos ser un país en vías de desarrollo que exporte capitales; no queremos seguir vendiendo barato y comprando caro. Por eso, ahí está el programa de la Unidad Popular, que es un programa esencialmente patriótico, puesto al servicio de Chile y los chilenos. Y por eso estoy aquí, como Presidente del pueblo, para cumplir implacablemente ese programa”.

La nacionalización del cobre declarada como la segunda independencia por Allende, junto con la reforma agraria que atacó el latifundio y modernizó el campo, es lo que permitirá sentar las bases del denominado “milagro económico” chileno posterior.



La visión estratégica de Allende

La dictadura militar chilena que derrocó a Allende un 11 de septiembre de 1973 por medio de la fuerza y el terror, NO FUE BOBA. Fue neoliberal en algunas cosas pero NO en lo estratégico. Mantuvo el cobre en manos del Estado. La renta del cobre que surge de la diferencia entre el precio internacional del metal y su costo de extracción, fue retenida por el Estado chileno, que utilizó para subsidiar las exportaciones no tradicionales, como la del salmón, la actividad forestal, actividad vitivinícola, manzanas, cerezas, etc; desarrollando así ventajas competitivas y comparativas. Dicho de otra forma, la dictadura mantuvo a la gallina de los huevos de oro en mano del Estado, y además agregó, que un 10% de las ventas del metal se destine a las Fuerzas Armadas. Esto lo diferencia del neoliberalismo bobo argentino que apunta a una “Argentina for sale (Argentina se vende)” a precio vil.

Que el Estado sea el dueño de todas las minas, y que encima los eventuales concesionarios mineros privados tuvieran que pagar una regalía por explotar los yacimientos mineros, es algo que disgustaba a las multinacionales. Por estas razones a principios de 1980 fue especialmente a Chile el presidente del grupo estadounidense Exxon con el objetivo de que se modificara en la Constitución en lo atinente al régimen de propiedad minera.

Señalaba Salvador Allende, ese 11 de julio de 1971, en el día de la dignidad nacional o de la segunda independencia de Chile —por la nacionalización del cobre— en la ciudad de Rancagua: “una gran conciencia nacional se ha hecho presente para hacer posible que Chile comience a caminar hacia su definitiva independencia económica. Si este hecho cuyas proyecciones son históricas ha sido posible es porque se han congregado voluntades nacionales inspiradas esencialmente en el interés del país, indiscutiblemente también será necesaria esta voluntad nacional para que podamos nosotros hacer de esta riqueza que será manejada por los chilenos la palanca de nuestro progreso, de nuestro bienestar y allí que en este minuto comprenda que la historia me ha deparado un honor inmerecido y al promulgar este decreto reitere mi fe en el pueblo de Chile gran actor de esto que nadie puede dudar es la victoria de la patria.”


La Unidad Popular y Salvador Allende al llegar al gobierno en septiembre de 1970 buscan una profunda transformación en la estructura económica: profundizar la Reforma Agraria y la Nacionalización del Cobre, iniciada por el gobierno anterior de Frei Montalva. Se requiere la construcción de una nueva economía, donde se complementa la planificación y el mercado, con tres Áreas de la producción: el Área de propiedad social, el Área de propiedad privada y el Área Mixta.

En el Área de propiedad social quedarían las actividades nacionalizadas como la gran minería del cobre, el salitre, el comercio exterior, los monopolios de distribución, etc.

En el Área de propiedad privada quedarían la pequeña y mediana minería, la agricultura, la pequeña y mediana empresa (PYME) e industria, el comercio minorista, etc. Lo central era controlar a los monopolios, donde el 0,5% de las empresas controlaban el mercado interno (por ejemplo en el sector industrial 150 de un total de 30.500 firmas industriales). Las PYME se verían favorecidas por la política crediticia y reguladora del Estado, que antes de la asunción del gobierno popular controlaban un pequeño número de empresas. El Área de propiedad mixta está compuesta de empresas que combinan los capitales del Estado y el sector privado.

De los sectores sociales dominantes el latifundista era el más débil. La reforma agraria que se inicia en 1967 en el gobierno de Frei y continuó hasta 1973 con Allende, buscaba acabar con el latifundio en Chile, lo que significó la incorporación de tierras ociosas a la producción y a la modernización del campo chileno. El sector financiero industrial, las empresas transnacionales mineras (Kennecott y Braden copper), la red de telecomunicaciones dirigidas por la ITT (International Telephone & Telegraph) y el Mercurio, estaban al acecho del gobierno popular e impulsaron el bloqueo económico a Chile.



Nacionalización del cobre por voto unánime del Parlamento

El 11 de julio de 1971 el Congreso Nacional ratificó por unanimidad su aprobación al proyecto ley de Nacionalización del cobre, enviado por el Ejecutivo, que reformaba la Constitución y que introducía el término NACIONALIZACIÓN dentro de los conceptos de la carta fundamental. El término de nacionalización es una ratificación de la soberanía que tienen los pueblos de sus riquezas básicas y es un concepto contenido en la carta fundamental de las Naciones Unidas. Mediante esta modificación de la Constitución, el Estado chileno adquirió los instrumentos legales que le permiten ejercer propiedad sobre los yacimientos de cobre existentes en el territorio y que se encontraban bajo el control de capitales extranjeros. Señala Allende ese 11 de julio: “Hoy es el día de la dignidad nacional.
Es el día de la dignidad, porque Chile rompe con el pasado; se yergue con fe de futuro y empieza el camino definitivo de su independencia económica, que significa su plena independencia política” y prosigue: “Hoy culmina una larga lucha de las fuerzas populares, para recuperar para Chile el cobre como su riqueza esencial, pero al mismo tiempo, y hay que repetirlo, queremos nosotros terminar con el latifundio, hacer que las riquezas mineras, no sólo el cobre, sean de nosotros. Estatizar los bancos y nacionalizar las empresas industriales monopólicas o fundamentales para Chile, estratégicas... No queremos ser un país en vías de desarrollo que exporte capitales; no queremos seguir vendiendo barato y comprando caro. Por eso, ahí está el programa de la Unidad Popular, que es un programa esencialmente patriótico, puesto al servicio de Chile y los chilenos. Y por eso estoy aquí, como Presidente del pueblo, para cumplir implacablemente ese programa”.

La nacionalización del cobre declarada como la segunda independencia por Allende, junto con la reforma agraria que atacó el latifundio y modernizó el campo, es lo que permitirá sentar las bases del denominado “milagro económico” chileno posterior.



La visión estratégica de Allende

La dictadura militar chilena que derrocó a Allende un 11 de septiembre de 1973 por medio de la fuerza y el terror, NO FUE BOBA. Fue neoliberal en algunas cosas pero NO en lo estratégico. Mantuvo el cobre en manos del Estado. La renta del cobre que surge de la diferencia entre el precio internacional del metal y su costo de extracción, fue retenida por el Estado chileno, que utilizó para subsidiar las exportaciones no tradicionales, como la del salmón, la actividad forestal, actividad vitivinícola, manzanas, cerezas, etc; desarrollando así ventajas competitivas y comparativas. Dicho de otra forma, la dictadura mantuvo a la gallina de los huevos de oro en mano del Estado, y además agregó, que un 10% de las ventas del metal se destine a las Fuerzas Armadas. Esto lo diferencia del neoliberalismo bobo argentino que apunta a una “Argentina for sale (Argentina se vende)” a precio vil.

Que el Estado sea el dueño de todas las minas, y que encima los eventuales concesionarios mineros privados tuvieran que pagar una regalía por explotar los yacimientos mineros, es algo que disgustaba a las multinacionales. Por estas razones a principios de 1980 fue especialmente a Chile el presidente del grupo estadounidense Exxon con el objetivo de que se modificara en la Constitución en lo atinente al régimen de propiedad minera.

Señalaba Salvador Allende, ese 11 de julio de 1971, en el día de la dignidad nacional o de la segunda independencia de Chile —por la nacionalización del cobre— en la ciudad de Rancagua: “una gran conciencia nacional se ha hecho presente para hacer posible que Chile comience a caminar hacia su definitiva independencia económica. Si este hecho cuyas proyecciones son históricas ha sido posible es porque se han congregado voluntades nacionales inspiradas esencialmente en el interés del país, indiscutiblemente también será necesaria esta voluntad nacional para que podamos nosotros hacer de esta riqueza que será manejada por los chilenos la palanca de nuestro progreso, de nuestro bienestar y allí que en este minuto comprenda que la historia me ha deparado un honor inmerecido y al promulgar este decreto reitere mi fe en el pueblo de Chile gran actor de esto que nadie puede dudar es la victoria de la patria.”


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