China y EEUU: Desafíos Latinoamericanos
Lidia Fagale
Entrevista al Licenciado Gustavo Girado por la compañera Lidia Fagale.


Dicen que los fuegos artificiales del futuro no hicieron ruido alguno. Dos mil drones, embellecieron el cielo de Shanghai con efectos similares a los que fueron creados miles de años atrás. Así despidieron el año. Al final, se proyectó la palabra china “Zhui Meng” que traducida quiere decir “persigue tus sueños”. Metáforas aparte y en la idea de saber cómo y en qué contexto Latinoamérica persigue sus sueños en el marco de una geopolítica mundial que se ha convertido en un complejo tablero de ajedrez. Para desentrañar el dilema, entrevistamos al Lic. Gustavo Alejandro Girado - Magister en Relaciones Internacionales (Flacso) y Lic. en Economía (UBA). Director de la carrera de posgrado de “Especialización en Estudios en China Contemporánea” en la UNLa; profesor-investigador en la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM) y en la UBA. Co-coordinador de la “Diplomatura en Gestión de Negocios con China” en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) -y miembro de su Comité Académico-, y docente invitado de posgrado en universidades nacionales, donde dirigió y dirige proyectos de investigación sobre temas de su competencia.

-¿En qué términos se encuentra hoy la guerra comercial entre EEUU y la República Popular China?

Luego de más de trece encuentros bilaterales, acaban de firmar lo que denominan “Fase Uno” de un acuerdo mayor, más comprehensivo, pero del que no hay muchas pistas. Se sabe que estuvieron a punto de alcanzar un acuerdo importante hace poco menos de un año atrás, pero las divergencias fueron grandes a la hora de rubricarlo. Es público y notorio que no se trata de una guerra comercial, sino de una disputa por espacios de hegemonía, que tiene epicentro en el desarrollo de los estándares y patrones de la alta tecnología, esa que estará por detrás de las patentes del 5G, la Inteligencia Artificial (IA) y el denominado IoT (“internet de las cosas”). La “guerra comercial” cobra volumen y masa crítica más como una disputa por el dominio tecnológico y geoestratégico. Académicamente puede verse como un paso en la competencia sistémica y una respuesta a los desafíos provocados por China dado su veloz e imparable ascenso. Las políticas de mayores restricciones al comercio impuestas desde EE.UU. encuentran respuestas en China (mayores aranceles, proveedores alternativos, afectar exportadores de EE.UU. que constituyen la base de sustentación política de Trump, etc.) cuyas consecuencias, hasta aquí, son interesantes: cae el comercio bilateral y el déficit bilateral aumenta en lugar de reducirse. Se consigue entonces el efecto contrario al deseado.
El acuerdo alcanzado es breve, creo que pobre en su alcance, ratifica posiciones en las que se sabía existían acuerdos básicos, y ha quedado afuera casi todo lo verdaderamente importante. Sucede que esas cuestiones tienen valoración diferente para cada parte, pues China las interpreta como una clara intromisión a sus políticas de desarrollo, y que impedirían forjar su propio futuro y bienestar. EEUU tiene elecciones generales en 2020 y este acuerdo le resulta funcional al presidente Trump para presentar en sociedad que sus presiones consiguen resultados favorables para los estadounidenses, de acuerdo a la interpretación que difunde el Depto. de Estado. Se gana tiempo, entiendo, al acordar y firmar sobre aquellas cuestiones en las que ya había acuerdo de palabra, como el reforzamiento de los controles sobre el uso de la propiedad intelectual en China, o el aumento de las compras de productos de EEUU por parte de China. Claro, el mundo asiste azorado cómo el sistema multilateral de comercio, por caso, es desechado por quien lo pensó e instrumentó décadas atrás.

 

- ¿Cuáles son las consecuencias para los países de Latinoamérica? O más precisamente en qué desafíos nos sitúa.

Los datos mensuales recientes revelan que tanto la participación estadounidense en las importaciones chinas como la participación china en las importaciones estadounidenses ha estado disminuyendo. La guerra comercial obviamente tiene consecuencias negativas en el comercio entre China y los Estados Unidos. Al mismo tiempo, estos datos parecen ofrecer alguna evidencia de que podría estar teniendo lugar una desviación del comercio a favor de la UE y de LATAM, pues China se abastece de proveedores alternativos a EEUU cuando le cierra las puertas a sus productos primarios (soja, biocombustibles, carne de pollo, de cerdo, etc). Pero el comercio no es el único campo donde tiene lugar un desacoplamiento. Si bien todavía no hay patrones de un cambio en el comportamiento de los inversores estadounidenses en la República Popular de China, hay signos de un cambio en el comportamiento de las inversiones chinas con respecto a la IED. De hecho, las inversiones tienden a desviarse a Europa. Además, también hay pequeños cambios en la participación de China como tenedor de bonos del Tesoro de EE.UU. y sus reservas de divisas. Además, para LATAM esta pelea impide tener horizontes claros ya que las inversiones requieren tiempo de maduración, si es que nos beneficia, y eso no puede ocurrir frente a la gran dinámica que tiene la disputa


- El fortalecido interés de los EEUU por su "patio trasero" ¿nos limita como continente para mantener un necesario intercambio comercial con China?

Latinoamérica y el Caribe son los convidados de piedra en toda esta historia. La estrategia de China desde que estalló el conflicto (cuestiones comerciales, en su lado visible) consiste en tomar represalias con productos estadounidenses siempre que previamente pueda garantizarse de proveedores alternativos de los productos que deja de comprarle a EEUU, pero cuando alcanzan un acuerdo, como acaba de suceder, y provocan un desvío de comercio ya que China se compromete a comprarle más productos a EEUU y que compiten con los productos de LATAM (independientemente de su precio, calidad y cantidad), se distorsiona totalmente el sistema de comercio global, al que fuimos obligados a adherir para poder participar de los supuestos frutos del comercio libre. El interés supuestamente renovado de EEUU por la región parece tener que ver con aspectos estratégicos que están detrás de la presencia china, pero no estrictamente. Las revueltas en Chile, Colombia, Perú, Bolivia, Ecuador, por ser delicado, y las dificultades de EEUU para gestionar las relaciones con Venezuela y Brasil, hacen que su presencia política se renueve pero, además, tamizado por el carácter particular que asume la política exterior de EEUU, ahora mediatizada por las redes sociales a las cuales es afecto el presidente Trump. En este contexto, China aparece desconcertada por la falta de previsibilidad respecto del futuro político de esta subregión, y claramente la impide proyectar su despliegue con sus intereses sobre Latinoamérica y el Caribe.

-¿Coincidís con los análisis que sostienen que el golpe contra Evo Morales en Bolivia, está relacionado, entre otros factores, con los acuerdos firmados para la explotación del Litio con China y Alemania, afectando intereses de los EEUU?

Coincido parcialmente. Digo, sí parecen tener que ver, pero creo que si no se explotase el litio en Bolivia también hubieran intentado deslegitimar las elecciones con la OEA, pues creo que no se trata solamente del litio sino también de China y de las políticas del MAS de esta década -y más- que ha gobernado el país. Releyendo la pregunta sí, “ente otros factores”. En realidad, cualquier afectación de los intereses de capitales norteamericanos, o que al Depto. de Estado le resulte pertinente participar por cuestiones estratégicas (o sea, allí donde haya “intereses”), los EEUU deciden participar desde hace más de una centuria dentro de Latinoamérica y el Caribe. Yo no olvidaría el impeachment al que está siendo sometido Trump pues, al igual que sucediera con Obama, aparecen repentinamente enemigos sobre los cuales debe depositarse el interés público (en esta coyuntura serían los movimientos progresistas en LATAM e Irán, claramente; a largo plazo, Rusia y China).

- Veamos el caso de Argentina y el estado de las relaciones con China. La demora en nombrar al nuevo embajador argentino en China, el compromiso del actual gobierno de renegociar la deuda externa y pagarla, la reciente visita del Presidente Fernández a Israel, aliado estratégico de los EEUU en medio oriente, la contradictoria postura en relación a Venezuela, que modifica la histórica política de nuestro país, de no injerencia en asuntos de otros países ¿condiciona, a tu criterio, los acuerdos presentes y futuros con China?

Sinceramente, no lo creo. Entiendo que “todo tiene que ver con todo”, pero atendiendo a cada aspecto de la pregunta, punto por punto, creo que China tiene una política hacia Argentina, y no me parece que estas cuestiones (que hacen estrictamente a la sobrevivencia del estado de derecho en el país, como el caso de la deuda), pudiesen alterar la futura relación del país con China. De otra manera: si Argentina es ambigua en sus relaciones con Venezuela, y disputa un discurso en donde aparece cerca y lejos de la región, o cerca y lejos al mismo tiempo de Brasil o Trump, creo que lo que Argentina en definitiva adopte como posición no modificaría en un centímetro los planes de China para Argentina. China entenderá, en su pragmatismo, que Argentina hará lo que crea conveniente en cada situación. Sí puede interesarle, en otra circunstancia, qué posición tome Argentina dentro del G20 frente a una propuesta de EEUU o Gran Bretaña, por ejemplo. O nuestra política nuclear o medioambiental, y a nivel multilateral.

Dicen que los fuegos artificiales del futuro no hicieron ruido alguno. Dos mil drones, embellecieron el cielo de Shanghai con efectos similares a los que fueron creados miles de años atrás. Así despidieron el año. Al final, se proyectó la palabra china “Zhui Meng” que traducida quiere decir “persigue tus sueños”. Metáforas aparte y en la idea de saber cómo y en qué contexto Latinoamérica persigue sus sueños en el marco de una geopolítica mundial que se ha convertido en un complejo tablero de ajedrez. Para desentrañar el dilema, entrevistamos al Lic. Gustavo Alejandro Girado - Magister en Relaciones Internacionales (Flacso) y Lic. en Economía (UBA). Director de la carrera de posgrado de “Especialización en Estudios en China Contemporánea” en la UNLa; profesor-investigador en la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM) y en la UBA. Co-coordinador de la “Diplomatura en Gestión de Negocios con China” en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) -y miembro de su Comité Académico-, y docente invitado de posgrado en universidades nacionales, donde dirigió y dirige proyectos de investigación sobre temas de su competencia.

-¿En qué términos se encuentra hoy la guerra comercial entre EEUU y la República Popular China?

Luego de más de trece encuentros bilaterales, acaban de firmar lo que denominan “Fase Uno” de un acuerdo mayor, más comprehensivo, pero del que no hay muchas pistas. Se sabe que estuvieron a punto de alcanzar un acuerdo importante hace poco menos de un año atrás, pero las divergencias fueron grandes a la hora de rubricarlo. Es público y notorio que no se trata de una guerra comercial, sino de una disputa por espacios de hegemonía, que tiene epicentro en el desarrollo de los estándares y patrones de la alta tecnología, esa que estará por detrás de las patentes del 5G, la Inteligencia Artificial (IA) y el denominado IoT (“internet de las cosas”). La “guerra comercial” cobra volumen y masa crítica más como una disputa por el dominio tecnológico y geoestratégico. Académicamente puede verse como un paso en la competencia sistémica y una respuesta a los desafíos provocados por China dado su veloz e imparable ascenso. Las políticas de mayores restricciones al comercio impuestas desde EE.UU. encuentran respuestas en China (mayores aranceles, proveedores alternativos, afectar exportadores de EE.UU. que constituyen la base de sustentación política de Trump, etc.) cuyas consecuencias, hasta aquí, son interesantes: cae el comercio bilateral y el déficit bilateral aumenta en lugar de reducirse. Se consigue entonces el efecto contrario al deseado.
El acuerdo alcanzado es breve, creo que pobre en su alcance, ratifica posiciones en las que se sabía existían acuerdos básicos, y ha quedado afuera casi todo lo verdaderamente importante. Sucede que esas cuestiones tienen valoración diferente para cada parte, pues China las interpreta como una clara intromisión a sus políticas de desarrollo, y que impedirían forjar su propio futuro y bienestar. EEUU tiene elecciones generales en 2020 y este acuerdo le resulta funcional al presidente Trump para presentar en sociedad que sus presiones consiguen resultados favorables para los estadounidenses, de acuerdo a la interpretación que difunde el Depto. de Estado. Se gana tiempo, entiendo, al acordar y firmar sobre aquellas cuestiones en las que ya había acuerdo de palabra, como el reforzamiento de los controles sobre el uso de la propiedad intelectual en China, o el aumento de las compras de productos de EEUU por parte de China. Claro, el mundo asiste azorado cómo el sistema multilateral de comercio, por caso, es desechado por quien lo pensó e instrumentó décadas atrás.

 

- ¿Cuáles son las consecuencias para los países de Latinoamérica? O más precisamente en qué desafíos nos sitúa.

Los datos mensuales recientes revelan que tanto la participación estadounidense en las importaciones chinas como la participación china en las importaciones estadounidenses ha estado disminuyendo. La guerra comercial obviamente tiene consecuencias negativas en el comercio entre China y los Estados Unidos. Al mismo tiempo, estos datos parecen ofrecer alguna evidencia de que podría estar teniendo lugar una desviación del comercio a favor de la UE y de LATAM, pues China se abastece de proveedores alternativos a EEUU cuando le cierra las puertas a sus productos primarios (soja, biocombustibles, carne de pollo, de cerdo, etc). Pero el comercio no es el único campo donde tiene lugar un desacoplamiento. Si bien todavía no hay patrones de un cambio en el comportamiento de los inversores estadounidenses en la República Popular de China, hay signos de un cambio en el comportamiento de las inversiones chinas con respecto a la IED. De hecho, las inversiones tienden a desviarse a Europa. Además, también hay pequeños cambios en la participación de China como tenedor de bonos del Tesoro de EE.UU. y sus reservas de divisas. Además, para LATAM esta pelea impide tener horizontes claros ya que las inversiones requieren tiempo de maduración, si es que nos beneficia, y eso no puede ocurrir frente a la gran dinámica que tiene la disputa


- El fortalecido interés de los EEUU por su "patio trasero" ¿nos limita como continente para mantener un necesario intercambio comercial con China?

Latinoamérica y el Caribe son los convidados de piedra en toda esta historia. La estrategia de China desde que estalló el conflicto (cuestiones comerciales, en su lado visible) consiste en tomar represalias con productos estadounidenses siempre que previamente pueda garantizarse de proveedores alternativos de los productos que deja de comprarle a EEUU, pero cuando alcanzan un acuerdo, como acaba de suceder, y provocan un desvío de comercio ya que China se compromete a comprarle más productos a EEUU y que compiten con los productos de LATAM (independientemente de su precio, calidad y cantidad), se distorsiona totalmente el sistema de comercio global, al que fuimos obligados a adherir para poder participar de los supuestos frutos del comercio libre. El interés supuestamente renovado de EEUU por la región parece tener que ver con aspectos estratégicos que están detrás de la presencia china, pero no estrictamente. Las revueltas en Chile, Colombia, Perú, Bolivia, Ecuador, por ser delicado, y las dificultades de EEUU para gestionar las relaciones con Venezuela y Brasil, hacen que su presencia política se renueve pero, además, tamizado por el carácter particular que asume la política exterior de EEUU, ahora mediatizada por las redes sociales a las cuales es afecto el presidente Trump. En este contexto, China aparece desconcertada por la falta de previsibilidad respecto del futuro político de esta subregión, y claramente la impide proyectar su despliegue con sus intereses sobre Latinoamérica y el Caribe.

-¿Coincidís con los análisis que sostienen que el golpe contra Evo Morales en Bolivia, está relacionado, entre otros factores, con los acuerdos firmados para la explotación del Litio con China y Alemania, afectando intereses de los EEUU?

Coincido parcialmente. Digo, sí parecen tener que ver, pero creo que si no se explotase el litio en Bolivia también hubieran intentado deslegitimar las elecciones con la OEA, pues creo que no se trata solamente del litio sino también de China y de las políticas del MAS de esta década -y más- que ha gobernado el país. Releyendo la pregunta sí, “ente otros factores”. En realidad, cualquier afectación de los intereses de capitales norteamericanos, o que al Depto. de Estado le resulte pertinente participar por cuestiones estratégicas (o sea, allí donde haya “intereses”), los EEUU deciden participar desde hace más de una centuria dentro de Latinoamérica y el Caribe. Yo no olvidaría el impeachment al que está siendo sometido Trump pues, al igual que sucediera con Obama, aparecen repentinamente enemigos sobre los cuales debe depositarse el interés público (en esta coyuntura serían los movimientos progresistas en LATAM e Irán, claramente; a largo plazo, Rusia y China).

- Veamos el caso de Argentina y el estado de las relaciones con China. La demora en nombrar al nuevo embajador argentino en China, el compromiso del actual gobierno de renegociar la deuda externa y pagarla, la reciente visita del Presidente Fernández a Israel, aliado estratégico de los EEUU en medio oriente, la contradictoria postura en relación a Venezuela, que modifica la histórica política de nuestro país, de no injerencia en asuntos de otros países ¿condiciona, a tu criterio, los acuerdos presentes y futuros con China?

Sinceramente, no lo creo. Entiendo que “todo tiene que ver con todo”, pero atendiendo a cada aspecto de la pregunta, punto por punto, creo que China tiene una política hacia Argentina, y no me parece que estas cuestiones (que hacen estrictamente a la sobrevivencia del estado de derecho en el país, como el caso de la deuda), pudiesen alterar la futura relación del país con China. De otra manera: si Argentina es ambigua en sus relaciones con Venezuela, y disputa un discurso en donde aparece cerca y lejos de la región, o cerca y lejos al mismo tiempo de Brasil o Trump, creo que lo que Argentina en definitiva adopte como posición no modificaría en un centímetro los planes de China para Argentina. China entenderá, en su pragmatismo, que Argentina hará lo que crea conveniente en cada situación. Sí puede interesarle, en otra circunstancia, qué posición tome Argentina dentro del G20 frente a una propuesta de EEUU o Gran Bretaña, por ejemplo. O nuestra política nuclear o medioambiental, y a nivel multilateral.


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