Contextualizando a Palestina. Para el mundo que lo mira por TV
Paula Cortés
En cuanto a las operaciones militares israelíes, estas han tenido un impacto devastador en la población y la infraestructura de la región desde que se registró la primera de ellas, llamada “Lluvia de Verano” el 28 de junio de 2006 ...



Emmanuel Todd, en su obra “La Derrota de Occidente”, ofrece un análisis detallado sobre la situación actual de Occidente, abordando temas como el declive del Estado-nación, la desindustrialización y la disminución del protestantismo. Todd argumenta que estos factores han contribuido a una decadencia intelectual y ética, lo que ha llevado a Occidente a enfrentar desafíos significativos en su posición global. Su enfoque interdisciplinario, que incluye economía crítica, sociología religiosa y antropología, proporciona una visión comprensiva de las dinámicas que afectan a las sociedades occidentales en el contexto contemporáneo.

A través de su análisis, Todd reflexiona sobre las consecuencias de las “Guerras Eternas” y cómo estas han impactado en la moral y la eficiencia de Occidente, sugiriendo que el resto del mundo está optando por alternativas a la hegemonía occidental. A más de ocho meses de la brutal incursión israelí sobre Gaza, ya no puede sorprender a nadie que estemos presenciando de manera palmaria la derrota definitiva de la supuesta superioridad moral del Occidente Central, que trae aparejado la pérdida de credibilidad de los grandes medios de comunicación y su narrativa oficial, completamente tendenciosa.

La contextualización es indispensable para una comprensión adecuada de cualquier tema, en especial cuando se manipula la información deliberadamente, como es el caso paradigmático colonial en la historiografía sobre Palestina. La historia de este pueblo durante el siglo XX estuvo marcada por la profunda huella del colonialismo y las políticas externas que alteraron su destino. Tras la caída del Imperio Otomano, Palestina quedó bajo el Mandato Británico, un periodo que se extendió desde 1922 hasta 1948, durante el cual se facilitó la inmigración de personas de confesión judía e ideología sionista a la región. Este flujo migratorio, promovido por la Declaración Balfour de 1917, no solo cambió la demografía de Palestina, sino que también sembró las semillas de lo que sería la opresión bajo un régimen de Apartheid de su población indígena, al no tener en cuenta la voz ni los derechos del pueblo palestino. La tensión entre los recién llegados y la población árabe palestina creció, ya que estos últimos veían cómo sus tierras ancestrales eran ocupadas sin su consentimiento. La promesa de un “hogar nacional judío” en Palestina, hecha sin la participación de sus habitantes originarios, es un acto ilegítimo e ilegal hacia la soberanía y los deseos del pueblo palestino, que ha luchado por su reconocimiento y autodeterminación frente a las fuerzas de ocupación y las políticas internacionales que han moldeado su historia.

La Nakba, que significa “catástrofe” en árabe, es un término acuñado por los palestinos para describir el éxodo y la expulsión masiva que sufrieron durante la creación del Estado de Israel en 1948. Este evento marcó el inicio de una serie de desplazamientos forzosos que afectaron a aproximadamente 800.000 palestinos, quienes perdieron sus hogares y medios de vida. La resolución 194 de la ONU, adoptada en diciembre de 1948, aborda la situación de los refugiados palestinos, estableciendo el derecho al retorno y a la compensación por las propiedades perdidas. Sin embargo, la implementación de esta y otras resoluciones –162 hasta el momento- que conciernen al Estado ocupante, han sido sistemáticamente incumplidas por Israel. Los organismos internacionales se enfrentan a desafíos significativos cuando se trata de hacer cumplir sus resoluciones, especialmente en situaciones donde las dinámicas de poder y los intereses políticos de los EE. UU. y sus socios entran en juego. El caso de la Nakba y las resoluciones subsiguientes de la ONU ilustra la complejidad de la diplomacia internacional y la dificultad de proteger los derechos humanos cuando están de por medio quienes tienen poder de veto en Naciones Unidas, planteando el debate sobre el carácter democrático de la ONU.

En cuanto a las operaciones militares israelíes, estas han tenido un impacto devastador en la población y la infraestructura de la región desde que se registró la primera de ellas, llamada “Lluvia de Verano” el 28 de junio de 2006. No obstante, desde el 7 de octubre de 2023, se ha registrado un aumento descomunal en las operaciones militares en la región, afectando especialmente a áreas como Rafah y el norte de Gaza. Informes de la ONU han destacado el impacto devastador en la población civil, con un gran número de niños privados de alimento, agua potable, acceso a medicinas y atención sanitaria y un incremento demencial en el número de detenciones, torturas y desplazamientos forzados.

La comunidad internacional ha expresado, tibiamente, su preocupación por las violaciones de los derechos humanos y los crímenes de guerra atribuidos a las autoridades israelíes. La situación humanitaria en Gaza se agrava hasta niveles críticos, lo que subraya la urgencia de acciones inmediatas, debemos recordar que Gaza es una pequeñísima franja de territorio que apenas alcanza 360 km2 y que lleva bloqueada por aire, mar y tierra desde 2007.

Llevamos presenciando por más de ocho meses el genocidio mejor documentado de la historia, testigos mudos de un show del horror en el cual los victimarios hacen alarde obsceno de sus asesinatos extrajudiciales, de robos y saqueos en las casas de sus víctimas, de los bombardeos indiscriminados a hospitales y escuelas, inclusive se graban a sí mismos disparando a niños, ancianas y discapacitados o haciendo estallar barrios enteros, mientras de fondo en el audio, se escuchan los gritos desgarradores de los y las palestinas asesinadas, y en primer plano podemos observar la sonrisa extasiada del soldado israelí.

Puede parecer un relato de Orwell, sin embargo, este escenario apocalíptico es real, tanto, que podemos sentir el hambre, la angustia y el dolor de miles y miles de palestinos de la Franja de Gaza clamando para dejar de ser invisibles a los ojos de la “civilizada” comunidad internacional, ergo, los aliados incondicionales y factótums de sus propios verdugos.

El 7 de octubre de 2023 marcó un punto de inflexión en este conflicto. Ese día, grupos de armas combinadas de la resistencia palestina en Gaza atravesaron la valla perimetral en múltiples puntos. Este acto de resistencia, aunque violento, fue una manifestación del derecho del pueblo palestino a resistir la ocupación, de proteger Al Aqsa y de evitar que se materializaran los acuerdos de Abraham. Ese día fue el levantamiento del gueto de Gaza.

El derecho a la autodeterminación es un principio reconocido en el derecho internacional que permite a los pueblos determinar su estatus político y perseguir su desarrollo económico, social y cultural. Este principio está consagrado en la Carta de las Naciones Unidas y en otros instrumentos internacionales como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. La descolonización es un proceso histórico fundamental, la Declaración sobre la Concesión de Independencia a los Países y Pueblos Coloniales de 1960, conocida como la Resolución 1514 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, marcó un hito histórico en el movimiento de descolonización global. Aprobada unánimemente el 14 de diciembre de 1960, esta resolución proclamó la necesidad de poner fin al colonialismo en todas sus formas y manifestaciones, reconociendo el derecho inalienable de todos los pueblos a la libertad, a la integridad de su territorio nacional y al ejercicio de su soberanía.

El mundo se está transformando, abandonando sus viejos ropajes, el cambio de paradigma geopolítico actual señala que estamos presenciando una transformación en las relaciones de poder a nivel internacional, marcada por la emergencia de nuevos actores y la reconfiguración de alianzas tradicionales. A este fenómeno se le suma la crisis económica global y los cambios en la hegemonía política y económica conformando un nuevo orden mundial multipolar, donde distintos bloques de países buscan redefinir su posición y estrategias en un escenario global en constante evolución. Estos cambios representan desafíos y oportunidades para la creación de vías de desarrollo más humanas y populares, enfocadas en la justicia social y la soberanía de los pueblos, que construyan estrategias colectivas para un futuro más equitativo y sostenible. Palestina y el Sahara Occidental, siguen luchando por su derecho a la autodeterminación, el resultado es inevitable, ambas formaran parte del concierto mundial como naciones libres.





Emmanuel Todd, en su obra “La Derrota de Occidente”, ofrece un análisis detallado sobre la situación actual de Occidente, abordando temas como el declive del Estado-nación, la desindustrialización y la disminución del protestantismo. Todd argumenta que estos factores han contribuido a una decadencia intelectual y ética, lo que ha llevado a Occidente a enfrentar desafíos significativos en su posición global. Su enfoque interdisciplinario, que incluye economía crítica, sociología religiosa y antropología, proporciona una visión comprensiva de las dinámicas que afectan a las sociedades occidentales en el contexto contemporáneo.

A través de su análisis, Todd reflexiona sobre las consecuencias de las “Guerras Eternas” y cómo estas han impactado en la moral y la eficiencia de Occidente, sugiriendo que el resto del mundo está optando por alternativas a la hegemonía occidental. A más de ocho meses de la brutal incursión israelí sobre Gaza, ya no puede sorprender a nadie que estemos presenciando de manera palmaria la derrota definitiva de la supuesta superioridad moral del Occidente Central, que trae aparejado la pérdida de credibilidad de los grandes medios de comunicación y su narrativa oficial, completamente tendenciosa.

La contextualización es indispensable para una comprensión adecuada de cualquier tema, en especial cuando se manipula la información deliberadamente, como es el caso paradigmático colonial en la historiografía sobre Palestina. La historia de este pueblo durante el siglo XX estuvo marcada por la profunda huella del colonialismo y las políticas externas que alteraron su destino. Tras la caída del Imperio Otomano, Palestina quedó bajo el Mandato Británico, un periodo que se extendió desde 1922 hasta 1948, durante el cual se facilitó la inmigración de personas de confesión judía e ideología sionista a la región. Este flujo migratorio, promovido por la Declaración Balfour de 1917, no solo cambió la demografía de Palestina, sino que también sembró las semillas de lo que sería la opresión bajo un régimen de Apartheid de su población indígena, al no tener en cuenta la voz ni los derechos del pueblo palestino. La tensión entre los recién llegados y la población árabe palestina creció, ya que estos últimos veían cómo sus tierras ancestrales eran ocupadas sin su consentimiento. La promesa de un “hogar nacional judío” en Palestina, hecha sin la participación de sus habitantes originarios, es un acto ilegítimo e ilegal hacia la soberanía y los deseos del pueblo palestino, que ha luchado por su reconocimiento y autodeterminación frente a las fuerzas de ocupación y las políticas internacionales que han moldeado su historia.

La Nakba, que significa “catástrofe” en árabe, es un término acuñado por los palestinos para describir el éxodo y la expulsión masiva que sufrieron durante la creación del Estado de Israel en 1948. Este evento marcó el inicio de una serie de desplazamientos forzosos que afectaron a aproximadamente 800.000 palestinos, quienes perdieron sus hogares y medios de vida. La resolución 194 de la ONU, adoptada en diciembre de 1948, aborda la situación de los refugiados palestinos, estableciendo el derecho al retorno y a la compensación por las propiedades perdidas. Sin embargo, la implementación de esta y otras resoluciones –162 hasta el momento- que conciernen al Estado ocupante, han sido sistemáticamente incumplidas por Israel. Los organismos internacionales se enfrentan a desafíos significativos cuando se trata de hacer cumplir sus resoluciones, especialmente en situaciones donde las dinámicas de poder y los intereses políticos de los EE. UU. y sus socios entran en juego. El caso de la Nakba y las resoluciones subsiguientes de la ONU ilustra la complejidad de la diplomacia internacional y la dificultad de proteger los derechos humanos cuando están de por medio quienes tienen poder de veto en Naciones Unidas, planteando el debate sobre el carácter democrático de la ONU.

En cuanto a las operaciones militares israelíes, estas han tenido un impacto devastador en la población y la infraestructura de la región desde que se registró la primera de ellas, llamada “Lluvia de Verano” el 28 de junio de 2006. No obstante, desde el 7 de octubre de 2023, se ha registrado un aumento descomunal en las operaciones militares en la región, afectando especialmente a áreas como Rafah y el norte de Gaza. Informes de la ONU han destacado el impacto devastador en la población civil, con un gran número de niños privados de alimento, agua potable, acceso a medicinas y atención sanitaria y un incremento demencial en el número de detenciones, torturas y desplazamientos forzados.

La comunidad internacional ha expresado, tibiamente, su preocupación por las violaciones de los derechos humanos y los crímenes de guerra atribuidos a las autoridades israelíes. La situación humanitaria en Gaza se agrava hasta niveles críticos, lo que subraya la urgencia de acciones inmediatas, debemos recordar que Gaza es una pequeñísima franja de territorio que apenas alcanza 360 km2 y que lleva bloqueada por aire, mar y tierra desde 2007.

Llevamos presenciando por más de ocho meses el genocidio mejor documentado de la historia, testigos mudos de un show del horror en el cual los victimarios hacen alarde obsceno de sus asesinatos extrajudiciales, de robos y saqueos en las casas de sus víctimas, de los bombardeos indiscriminados a hospitales y escuelas, inclusive se graban a sí mismos disparando a niños, ancianas y discapacitados o haciendo estallar barrios enteros, mientras de fondo en el audio, se escuchan los gritos desgarradores de los y las palestinas asesinadas, y en primer plano podemos observar la sonrisa extasiada del soldado israelí.

Puede parecer un relato de Orwell, sin embargo, este escenario apocalíptico es real, tanto, que podemos sentir el hambre, la angustia y el dolor de miles y miles de palestinos de la Franja de Gaza clamando para dejar de ser invisibles a los ojos de la “civilizada” comunidad internacional, ergo, los aliados incondicionales y factótums de sus propios verdugos.

El 7 de octubre de 2023 marcó un punto de inflexión en este conflicto. Ese día, grupos de armas combinadas de la resistencia palestina en Gaza atravesaron la valla perimetral en múltiples puntos. Este acto de resistencia, aunque violento, fue una manifestación del derecho del pueblo palestino a resistir la ocupación, de proteger Al Aqsa y de evitar que se materializaran los acuerdos de Abraham. Ese día fue el levantamiento del gueto de Gaza.

El derecho a la autodeterminación es un principio reconocido en el derecho internacional que permite a los pueblos determinar su estatus político y perseguir su desarrollo económico, social y cultural. Este principio está consagrado en la Carta de las Naciones Unidas y en otros instrumentos internacionales como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. La descolonización es un proceso histórico fundamental, la Declaración sobre la Concesión de Independencia a los Países y Pueblos Coloniales de 1960, conocida como la Resolución 1514 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, marcó un hito histórico en el movimiento de descolonización global. Aprobada unánimemente el 14 de diciembre de 1960, esta resolución proclamó la necesidad de poner fin al colonialismo en todas sus formas y manifestaciones, reconociendo el derecho inalienable de todos los pueblos a la libertad, a la integridad de su territorio nacional y al ejercicio de su soberanía.

El mundo se está transformando, abandonando sus viejos ropajes, el cambio de paradigma geopolítico actual señala que estamos presenciando una transformación en las relaciones de poder a nivel internacional, marcada por la emergencia de nuevos actores y la reconfiguración de alianzas tradicionales. A este fenómeno se le suma la crisis económica global y los cambios en la hegemonía política y económica conformando un nuevo orden mundial multipolar, donde distintos bloques de países buscan redefinir su posición y estrategias en un escenario global en constante evolución. Estos cambios representan desafíos y oportunidades para la creación de vías de desarrollo más humanas y populares, enfocadas en la justicia social y la soberanía de los pueblos, que construyan estrategias colectivas para un futuro más equitativo y sostenible. Palestina y el Sahara Occidental, siguen luchando por su derecho a la autodeterminación, el resultado es inevitable, ambas formaran parte del concierto mundial como naciones libres.





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