Sin dudas, en estos momentos, la solidaridad de Cuba ha vuelto a estar en los titulares del mundo, sea por las brigadas médicas que ya están en más de 10 países de América Latina, Europa y África, o por el crucero británico que quedó sin asistencia con turistas enfermos a bordo; sea por el Interferón Alfa-2B, el medicamento que usa Cuba hace años y que surgió como medicina cuando enfrentó la epidemia de dengue hemorrágico en los años 80 del siglo pasado. Por cualquiera de estos motivos, Cuba está nuevamente en boca del mundo.
De cara a lo interno, los titulares de los principales medios del país reflejan las historias de los médicos y voluntarios que hoy se suman a colaborar en las medidas de seguridad y contención tomadas por la sociedad. ¿Pero cómo funciona esta organización realmente?
“El enfrentamiento al nuevo coronavirus en Cuba tiene dos planos fundamentales: por un lado desde el gobierno y la estructura e instituciones políticas, y el otro plano es lo que podríamos decir, la sociedad civil. Ha habido mucha transparencia y un nivel de información muy alto. A las 11 am, diariamente, el Ministerio de Salud Pública da el parte exacto de la situación que hay y los medios de comunicación hacen todo el tiempo alusión a las medidas y las precauciones que la sociedad debe tener para enfrentar el Covid-19”, explica Darío Machado, politólogo y periodista cubano.
También comenta con entusiasmo el hecho de que estudiantes de medicina de distintos niveles pasan por su casa en varias ocasiones preguntando cómo se siente, y si existe alguien del núcleo familiar con síntomas respiratorios o fiebre.
Según el doctor Jorge González Pérez, Director Nacional de Docencia Médica del Minsap, “a partir del 17 de marzo, más de 28 000 estudiantes de las Ciencias Médicas se incorporaron a la pesquisa activa para la prevención de la enfermedad”, cita el diario Granma en un reciente artículo. González Pérez explica que la actividad “no consiste en realizar algún examen físico ni en tener contacto con las personas” y no es necesario entrar en las viviendas, solamente, y bajo la supervisión de un profesor “se debe preguntar si hay síntomas entre los miembros de la familia, para luego informarlo al grupo básico de salud radicado en los consultorios”.
El objetivo es que una vez que se detecta a alguien con algún tipo de problema respiratorio y algún nivel de fiebre, se remita inmediatamente al médico de la familia, que en Cuba son aproximadamente 33mil (1). Este médico es el que determina el procedimiento a seguir y la necesidad, o no, de que el o la paciente quede en su casa bajo una vigilancia específica por parte de ese propio consultorio de médico de familia. Según el parte de cierre del 20 de abril del Ministerio de Salud cubano, hay 2279 personas ingresadas en hospitales para vigilancia clínico-epidemiológica y aproximadamente unas “7337 personas se vigilan en sus hogares, desde la Atención Primaria de Salud” (2).
Este mecanismo es posible gracias a décadas de organización activa en la base de la sociedad. Son años de participación en el barrio y de descentralización de las actividades y tareas comunitarias que hacen que la sociedad esté organizada de la primera a la última cuadra y eso permite una respuesta coordinada ante situaciones de gravedad, desde un huracán hasta una epidemia como la que se enfrenta hoy. De hecho, quien escribe estas líneas también formó parte de las brigadas estudiantiles que años atrás, iban casa por casa revisando posibles lugares de acumulación de agua y hablando con los vecinos sobre la prevención en la lucha contra el mosquito Aedes Aegypti, transmisor del dengue y otras enfermedades.
Otro foco central de la atención se dio en torno a los nasobucos o barbijos, que hoy por hoy están en toda Cuba (3).
“Lo de los nasobucos ha salido muy bien. En casa hablamos de eso, de cómo en otros países se quejan porque no los tienen y aquí todo el mundo se ha dedicado a hacerlos. Mi mamá ha hecho los de casa y para amistades y hoy le traen una sábana para hacer más, y del barrio también le han pedido ayuda. En la calle no hay nadie sin nasobuco. Y no quiero ser absoluta, pero en casi todos los lugares públicos hay algún trabajador de la institución con su pomo de hipoclorito para que cada persona que llega se desinfecte las manos y se ponen alfombras o frazadas en las entradas empapadas de cloro para desinfectar los pies”, me dice Roxana Ventura, economista y vecina del municipio Playa.
“Mi vecina la costurera lleva hechos como unas 400 mascarillas que ha hecho para repartirlas gratis a los vecinos y a los que las necesitan”, arroja Maray P. Lodeiro, otra vecina del lugar.
Hoy se confeccionan así miles de barbijos por todo el país. Son de tela, de manera que pueden ser lavados y desinfectados con cloro para así poder reutilizarlos. Incluso fue noticia que la campeona mundial y subcampeona olímpica cubana, Ana Fidelia Quirot, también confeccionaba nasobucos en su casa para su familia y vecinos.
La solidaridad se multiplica de esta forma en cada barrio y en cada cuadra y cada uno va aportando lo que puede. Y lo curioso es que alcanza lugares tal vez inesperados, como el caso de dos restaurantes privados que ante la inminencia de tener que cerrar su atención al público por el coronavirus, decidieron dar de comer a ancianos. Uno, es la paladar Restaurante Café Crystal, del municipio del Cotorro, que anunció que iba a llevar a cabo esta actividad al menos hasta que se le agotasen los suministros, aunque también están abiertos a que les donen productos para seguir haciéndolo. Y el otro caso, es el del restaurante de comida italiana “Bella Ciao” en el Municipio Playa, que pertenece a dos italianos que viven hace 20 años en Cuba y según sus propias palabras es una forma de reciprocar a la sociedad cubana lo que ella está haciendo por Italia al enviar médicos.
Estos esfuerzos e iniciativas se multiplican y van apareciendo nuevos gestos solidarios. Así, con serios problemas económicos y de abastecimiento producto de una situación económica precaria debida principalmente al bloqueo impuesto por EEUU desde 1960 (y que reiteradamente desde Naciones Unidas se ha instado a levantar), se va organizando la isla para enfrentar al coronavirus con lo mejor que tiene, su capital humano. Y así también, llegaron a Cuba los aplausos a los médicos, que van tanto para los que están en el país, como para aquellos colaboran en el exterior.
“Es un agradecimiento a los médicos cubanos, los de aquí y los que están fuera cumpliendo misión. Es emocionante, la gente desde sus casas aplaude, chifla, tocan silbatos. Es muy lindo. Aquí en el barrio se ha hecho, y es especial. La gente también grita bravo y frases de apoyo, te lo cuento y me emociono”, explica Roxana.
Los aplausos y vítores se hacen sentir a las 21 horas desde las casas y balcones cubanos, emocionando a todos, no sólo por el gran esfuerzo diario y sistemático que desde hace años se viene haciendo en lo social y barrial y que ahora se torna clave en una situación de emergencia, sino por el orgullo de saber que se ayuda a los demás no dando lo que sobra, sino compartiendo lo que se tiene.
(1) Ver: https://www.who.int/bulletin/volumes/86/5/08-030508/es/
(2) Ver: https://www.who.int/bulletin/volumes/86/5/08-030508/es/
Los partes se pueden acceder desde acá: https://temas.sld.cu/vigilanciaensalud/
(3) Cuando se publicó originalmente esta nota, en casi ningún lugar se había dictaminado el uso corriente de nasobucos para salir a la calle como medida preventiva.
Foto encabezado: Compañera Elizabeth Rodríguez (Vecina del municipio Playa)
Sin dudas, en estos momentos, la solidaridad de Cuba ha vuelto a estar en los titulares del mundo, sea por las brigadas médicas que ya están en más de 10 países de América Latina, Europa y África, o por el crucero británico que quedó sin asistencia con turistas enfermos a bordo; sea por el Interferón Alfa-2B, el medicamento que usa Cuba hace años y que surgió como medicina cuando enfrentó la epidemia de dengue hemorrágico en los años 80 del siglo pasado. Por cualquiera de estos motivos, Cuba está nuevamente en boca del mundo. De cara a lo interno, los titulares de los principales medios del país reflejan las historias de los médicos y voluntarios que hoy se suman a colaborar en las medidas de seguridad y contención tomadas por la sociedad. ¿Pero cómo funciona esta organización realmente? “El enfrentamiento al nuevo coronavirus en Cuba tiene dos planos fundamentales: por un lado desde el gobierno y la estructura e instituciones políticas, y el otro plano es lo que podríamos decir, la sociedad civil. Ha habido mucha transparencia y un nivel de información muy alto. A las 11 am, diariamente, el Ministerio de Salud Pública da el parte exacto de la situación que hay y los medios de comunicación hacen todo el tiempo alusión a las medidas y las precauciones que la sociedad debe tener para enfrentar el Covid-19”, explica Darío Machado, politólogo y periodista cubano. También comenta con entusiasmo el hecho de que estudiantes de medicina de distintos niveles pasan por su casa en varias ocasiones preguntando cómo se siente, y si existe alguien del núcleo familiar con síntomas respiratorios o fiebre. Según el doctor Jorge González Pérez, Director Nacional de Docencia Médica del Minsap, “a partir del 17 de marzo, más de 28 000 estudiantes de las Ciencias Médicas se incorporaron a la pesquisa activa para la prevención de la enfermedad”, cita el diario Granma en un reciente artículo. González Pérez explica que la actividad “no consiste en realizar algún examen físico ni en tener contacto con las personas” y no es necesario entrar en las viviendas, solamente, y bajo la supervisión de un profesor “se debe preguntar si hay síntomas entre los miembros de la familia, para luego informarlo al grupo básico de salud radicado en los consultorios”. El objetivo es que una vez que se detecta a alguien con algún tipo de problema respiratorio y algún nivel de fiebre, se remita inmediatamente al médico de la familia, que en Cuba son aproximadamente 33mil (1). Este médico es el que determina el procedimiento a seguir y la necesidad, o no, de que el o la paciente quede en su casa bajo una vigilancia específica por parte de ese propio consultorio de médico de familia. Según el parte de cierre del 20 de abril del Ministerio de Salud cubano, hay 2279 personas ingresadas en hospitales para vigilancia clínico-epidemiológica y aproximadamente unas “7337 personas se vigilan en sus hogares, desde la Atención Primaria de Salud” (2). Este mecanismo es posible gracias a décadas de organización activa en la base de la sociedad. Son años de participación en el barrio y de descentralización de las actividades y tareas comunitarias que hacen que la sociedad esté organizada de la primera a la última cuadra y eso permite una respuesta coordinada ante situaciones de gravedad, desde un huracán hasta una epidemia como la que se enfrenta hoy. De hecho, quien escribe estas líneas también formó parte de las brigadas estudiantiles que años atrás, iban casa por casa revisando posibles lugares de acumulación de agua y hablando con los vecinos sobre la prevención en la lucha contra el mosquito Aedes Aegypti, transmisor del dengue y otras enfermedades. Otro foco central de la atención se dio en torno a los nasobucos o barbijos, que hoy por hoy están en toda Cuba (3). “Lo de los nasobucos ha salido muy bien. En casa hablamos de eso, de cómo en otros países se quejan porque no los tienen y aquí todo el mundo se ha dedicado a hacerlos. Mi mamá ha hecho los de casa y para amistades y hoy le traen una sábana para hacer más, y del barrio también le han pedido ayuda. En la calle no hay nadie sin nasobuco. Y no quiero ser absoluta, pero en casi todos los lugares públicos hay algún trabajador de la institución con su pomo de hipoclorito para que cada persona que llega se desinfecte las manos y se ponen alfombras o frazadas en las entradas empapadas de cloro para desinfectar los pies”, me dice Roxana Ventura, economista y vecina del municipio Playa. “Mi vecina la costurera lleva hechos como unas 400 mascarillas que ha hecho para repartirlas gratis a los vecinos y a los que las necesitan”, arroja Maray P. Lodeiro, otra vecina del lugar. Hoy se confeccionan así miles de barbijos por todo el país. Son de tela, de manera que pueden ser lavados y desinfectados con cloro para así poder reutilizarlos. Incluso fue noticia que la campeona mundial y subcampeona olímpica cubana, Ana Fidelia Quirot, también confeccionaba nasobucos en su casa para su familia y vecinos. La solidaridad se multiplica de esta forma en cada barrio y en cada cuadra y cada uno va aportando lo que puede. Y lo curioso es que alcanza lugares tal vez inesperados, como el caso de dos restaurantes privados que ante la inminencia de tener que cerrar su atención al público por el coronavirus, decidieron dar de comer a ancianos. Uno, es la paladar Restaurante Café Crystal, del municipio del Cotorro, que anunció que iba a llevar a cabo esta actividad al menos hasta que se le agotasen los suministros, aunque también están abiertos a que les donen productos para seguir haciéndolo. Y el otro caso, es el del restaurante de comida italiana “Bella Ciao” en el Municipio Playa, que pertenece a dos italianos que viven hace 20 años en Cuba y según sus propias palabras es una forma de reciprocar a la sociedad cubana lo que ella está haciendo por Italia al enviar médicos. Estos esfuerzos e iniciativas se multiplican y van apareciendo nuevos gestos solidarios. Así, con serios problemas económicos y de abastecimiento producto de una situación económica precaria debida principalmente al bloqueo impuesto por EEUU desde 1960 (y que reiteradamente desde Naciones Unidas se ha instado a levantar), se va organizando la isla para enfrentar al coronavirus con lo mejor que tiene, su capital humano. Y así también, llegaron a Cuba los aplausos a los médicos, que van tanto para los que están en el país, como para aquellos colaboran en el exterior. “Es un agradecimiento a los médicos cubanos, los de aquí y los que están fuera cumpliendo misión. Es emocionante, la gente desde sus casas aplaude, chifla, tocan silbatos. Es muy lindo. Aquí en el barrio se ha hecho, y es especial. La gente también grita bravo y frases de apoyo, te lo cuento y me emociono”, explica Roxana. Los aplausos y vítores se hacen sentir a las 21 horas desde las casas y balcones cubanos, emocionando a todos, no sólo por el gran esfuerzo diario y sistemático que desde hace años se viene haciendo en lo social y barrial y que ahora se torna clave en una situación de emergencia, sino por el orgullo de saber que se ayuda a los demás no dando lo que sobra, sino compartiendo lo que se tiene. (1) Ver: https://www.who.int/bulletin/volumes/86/5/08-030508/es/ (2) Ver: https://www.who.int/bulletin/volumes/86/5/08-030508/es/ (3) Cuando se publicó originalmente esta nota, en casi ningún lugar se había dictaminado el uso corriente de nasobucos para salir a la calle como medida preventiva. |
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