Hoy, en plena efervescencia por el Mundial de Fútbol, Qatar es el territorio donde el planeta tiene puesta su atenta mirada, pero la mayoría de nosotros sabemos poco sobre este país de Asia Occidental, sobre su historia y de su estrecha relación con los EE.UU. aún de mayor relevancia para la región y el mundo.
El territorio de Qatar desempeñó un papel poco destacado durante gran parte de la historia registrada por occidente sobre Medio Oriente, su economía se basaba principalmente en el comercio sobre todo de pigmentos naturales, textiles y otros productos que se transportaban vía navegación a través del Golfo Pérsico hacia el resto del globo. Este territorio ocupado por varios imperios y clanes durante siglos, sería en 1916 dividido, al igual que lo fue aquello que conocemos como Medio Oriente y África, por las potencias europeas, Gran Bretaña y Francia. El mismo quedaría bajo control del Reino Unido, tomando este posesión irrestricta de la península.
Para la década del 30 se había descubierto la existencia de grandes yacimientos de petróleo en la zona que comenzaron a ser explotados por compañías británicas. La prosperidad que supuestamente debía llegar para el pueblo qatarí de la mano del petróleo y el gas no se traduciría físicamente en el grueso de la población de ese país.
En 1971 Qatar obtiene su independencia del Reino Unido, quedando gobernado bajo una monarquía absoluta, la de la familia Al Thani.
La estrecha relación entre Qatar y los EE.UU, se inicia a través de la “cooperación militar” durante la primera invasión del Golfo (1990-1991), cuando ambos países formaron parte de la coalición militar injerencista, encargada de expulsar a las fuerzas iraquíes de Kuwait.
Sin embargo, sería durante 1992 tras aquella primera invasión, mal llamada la Guerra del Golfo, que Qatar y los EE.UU. firmarían un primer acuerdo de cooperación en defensa, de claro sesgo militarista, que se ha ido profundizando y extendiendo en los años posteriores hasta la actualidad.
Desde principios del siglo XXI las Fuerzas Armadas de Estados Unidos han localizado el grueso de sus acciones militares, invasiones y operaciones en la región del Medio Oriente y es aquí que Qatar ha tenido un rol protagónico y central.
Resulta de una claridad meridiana la importancia estratégica de la península de Qatar para los planes geopolíticos de Estados Unidos, pues la misma está ubicada en el Golfo Pérsico entre Arabia Saudita e Irán, país con el cual además comparte la explotación del Campo de Gas Natural de Sur de Pars.
Este país rico en hidrocarburos que cuenta con una de las mayores reservas globales de gas, ha estado comprando durante las últimas tres décadas grandes cantidades de armas y equipo bélico al complejo militar industrial estadounidense.
Las relaciones bilaterales entre ambos Estados o mejor dicho, la utilización de la familia real de Qatar y las distintas gestiones gubernamentales de los Estados Unidos (el actual emir de Qatar, Tamim bin Hamad al Thani, sucesor de su padre en 2013) ha profundizado esta alianza, especialmente a través de la descomunal base al-Udeid construida en la década de 1990, con una inversión de US$ 1.000 millones, a pesar de que el país contaba para aquel entonces con apenas una pequeña fuerza aérea, se han estrechado hasta convertirse en indispensables para ambos en lo que respecta a sus ambiciones tanto regionales como globales.
La base militar Al-Udeid de la Fuerza Aérea de Qatar ubicada a 32 kilómetros al suroeste de Doha, es la misma que presta apoyo a las operaciones militares de la potencia norteamericana en la región.
Esta base cuenta con una de las pistas de aterrizaje más largas de la región con capacidad para albergar bombarderos y todo tipo de aeronaves de guerra y transporte de tropas. Al-Udeid se convirtió con el correr de los años en la mayor base militar de Estados Unidos en Asia Occidental, en la que están apostados cerca de 11.000 soldados, incluyendo personal de la Fuerza Aérea, la Marina y el Ejército.
Al-Udeid alberga además al Centro de Operaciones Aéreas Combinadas que controla todos las acciones militares de Estados Unidos en Afganistán, Iraq, Siria y otros 18 países. También aliados de EE.UU., como Gran Bretaña, operan en la base.
Qatar se erige entonces como un aliado de gran valía para la hegemonía de los EE.UU. en la zona y se disputa la influencia con Arabia Saudita, otro aliado de Estados Unidos. Precisamente en búsqueda de esa relevancia regional, Qatar ha mantenido una posición equidistante entre Arabia Saudita e Irán, de hecho, en 2017 Arabia Saudita y otros países del Golfo Pérsico rompieron relaciones con Qatar, bajo el falso pretexto de apoyar al terrorismo y mantener buenas relaciones con la República Islámica de Irán adversario unilateralmente declarado por los Estados Unidos.
Por su ubicación estratégica en el Golfo Pérsico y sus capacidades técnicas y económicas, Qatar cada vez más conectado con el mundo, siendo hoy la sede de un mundial de fútbol que observa atento todo el planeta, busca cimentar su nueva posición de poder e influencia.
El territorio de Qatar desempeñó un papel poco destacado durante gran parte de la historia registrada por occidente sobre Medio Oriente, su economía se basaba principalmente en el comercio sobre todo de pigmentos naturales, textiles y otros productos que se transportaban vía navegación a través del Golfo Pérsico hacia el resto del globo. Este territorio ocupado por varios imperios y clanes durante siglos, sería en 1916 dividido, al igual que lo fue aquello que conocemos como Medio Oriente y África, por las potencias europeas, Gran Bretaña y Francia. El mismo quedaría bajo control del Reino Unido, tomando este posesión irrestricta de la península. Para la década del 30 se había descubierto la existencia de grandes yacimientos de petróleo en la zona que comenzaron a ser explotados por compañías británicas. La prosperidad que supuestamente debía llegar para el pueblo qatarí de la mano del petróleo y el gas no se traduciría físicamente en el grueso de la población de ese país. En 1971 Qatar obtiene su independencia del Reino Unido, quedando gobernado bajo una monarquía absoluta, la de la familia Al Thani. La estrecha relación entre Qatar y los EE.UU, se inicia a través de la “cooperación militar” durante la primera invasión del Golfo (1990-1991), cuando ambos países formaron parte de la coalición militar injerencista, encargada de expulsar a las fuerzas iraquíes de Kuwait. Sin embargo, sería durante 1992 tras aquella primera invasión, mal llamada la Guerra del Golfo, que Qatar y los EE.UU. firmarían un primer acuerdo de cooperación en defensa, de claro sesgo militarista, que se ha ido profundizando y extendiendo en los años posteriores hasta la actualidad. Desde principios del siglo XXI las Fuerzas Armadas de Estados Unidos han localizado el grueso de sus acciones militares, invasiones y operaciones en la región del Medio Oriente y es aquí que Qatar ha tenido un rol protagónico y central. Resulta de una claridad meridiana la importancia estratégica de la península de Qatar para los planes geopolíticos de Estados Unidos, pues la misma está ubicada en el Golfo Pérsico entre Arabia Saudita e Irán, país con el cual además comparte la explotación del Campo de Gas Natural de Sur de Pars. Este país rico en hidrocarburos que cuenta con una de las mayores reservas globales de gas, ha estado comprando durante las últimas tres décadas grandes cantidades de armas y equipo bélico al complejo militar industrial estadounidense. Las relaciones bilaterales entre ambos Estados o mejor dicho, la utilización de la familia real de Qatar y las distintas gestiones gubernamentales de los Estados Unidos (el actual emir de Qatar, Tamim bin Hamad al Thani, sucesor de su padre en 2013) ha profundizado esta alianza, especialmente a través de la descomunal base al-Udeid construida en la década de 1990, con una inversión de US$ 1.000 millones, a pesar de que el país contaba para aquel entonces con apenas una pequeña fuerza aérea, se han estrechado hasta convertirse en indispensables para ambos en lo que respecta a sus ambiciones tanto regionales como globales. La base militar Al-Udeid de la Fuerza Aérea de Qatar ubicada a 32 kilómetros al suroeste de Doha, es la misma que presta apoyo a las operaciones militares de la potencia norteamericana en la región. Esta base cuenta con una de las pistas de aterrizaje más largas de la región con capacidad para albergar bombarderos y todo tipo de aeronaves de guerra y transporte de tropas. Al-Udeid se convirtió con el correr de los años en la mayor base militar de Estados Unidos en Asia Occidental, en la que están apostados cerca de 11.000 soldados, incluyendo personal de la Fuerza Aérea, la Marina y el Ejército. Al-Udeid alberga además al Centro de Operaciones Aéreas Combinadas que controla todos las acciones militares de Estados Unidos en Afganistán, Iraq, Siria y otros 18 países. También aliados de EE.UU., como Gran Bretaña, operan en la base. Qatar se erige entonces como un aliado de gran valía para la hegemonía de los EE.UU. en la zona y se disputa la influencia con Arabia Saudita, otro aliado de Estados Unidos. Precisamente en búsqueda de esa relevancia regional, Qatar ha mantenido una posición equidistante entre Arabia Saudita e Irán, de hecho, en 2017 Arabia Saudita y otros países del Golfo Pérsico rompieron relaciones con Qatar, bajo el falso pretexto de apoyar al terrorismo y mantener buenas relaciones con la República Islámica de Irán adversario unilateralmente declarado por los Estados Unidos. Por su ubicación estratégica en el Golfo Pérsico y sus capacidades técnicas y económicas, Qatar cada vez más conectado con el mundo, siendo hoy la sede de un mundial de fútbol que observa atento todo el planeta, busca cimentar su nueva posición de poder e influencia. |
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