Entrevista a Rosa Moro
Paula Cortés
Una charla sobre África y el futuro en un tiempo de cambios










Rosa Moro es Licenciada en Periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca, su ciudad natal, donde trabajó en prensa local hasta que se trasladó a vivir a Londres, en la capital británica, donde residió 4 años, amplió sus estudios periodísticos estudiando producción de Vídeo y Televisión.

Desde su vuelta a España en 2002, ha trabajado como periodista en diversos medios y organizaciones relacionados con África. En ese mismo año empezó a colaborar como redactora y traductora voluntaria en el Centro de Información y Documentación Africana, CIDAF, donde fue contratada en 2005 y permaneció hasta 2014, cuando el centro de información había pasado a llamarse Fundación Sur.

Durante todos esos años y después, la autora ha impartido charlas, cursos y clases sobre políticas y otros procesos del continente africano, como por ejemplo las migraciones, en varias escuelas profesionales y universidades.

En 2012 fundó el blog “África en Mente” sobre noticias de África y medios de comunicación. Actualmente colabora como analista de asuntos africanos en varios medios internacionales.

Rosa es miembro del colectivo UMOYA, la Federación de Comités de Solidaridad con África Negra, organización que publica este libro.


— Rosa, ¿podrás contarnos acerca de tu libro “El genocidio que no cesa en el corazón de África. Una historia de desinformación” de próxima edición por nuestro sello editorial? ¿Qué te impulsó a escribir este libro tan urgente y necesario?

— Mis compañeras y compañeros de Umoya (la Federación de Comités de Solidaridad con el África Negra) y yo en España llevábamos tiempo viendo la necesidad de explicar esta realidad en la que estábamos inmersos desde hace décadas. Los primeros Comités de Solidaridad con África Negra surgieron a principios de los años 90 muy vinculados a la región de los grandes lagos. Algunos miembros de los comités, misioneras y misioneros en la región, vivieron desde el principio todo el dolor y la muerte de esta guerra perpetua.

Se trata de una guerra de depredación de recursos naturales y de agresión desde el exterior por delegación o proxy, es decir por mediación de dos líderes locales que, gracias al apoyo de las grandes potencias anglosajonas, impusieron sus regímenes sanguinarios en Uganda y Ruanda, con el objetivo de invadir, saquear y balcanizar el gran Congo, lo que hoy es la República Democrática del Congo y sus inmensas riquezas.

En 2005 Umoya publicó un libro titulado “El genocidio del que no se habla” tuvo muy buena acogida, pero casi 20 años después, seguimos en el mismo punto, no se habla de este genocidio que sigue produciéndose hoy.

Fuimos parte de una valiente querella interpuesta en los tribunales españoles, gracias al principio de Jurisdicción Universal, como acusación particular, pero las presiones de Estados Unidos sobre los diferentes gobiernos en España, tanto del PP como del PSOE, acabaron llevando esta querella a un callejón sin salida. Está abierta, pero es evidente que las grandes potencias no van a permitir que se haga justicia, porque ello supondría juzgar a sus delegados en la región africana.

El coste de esta tragedia es tan enorme que estamos hablando de más de 10 millones de muertos ¡y el mundo no se digna ni a mirar!

Esta invisibilidad de la tragedia más mortífera de la historia reciente de la humanidad, solo superada por la segunda guerra mundial, es muy frustrante, muy dolorosa para millones de víctimas y supervivientes con las que empatizo por cercanía y amistad, ¿cómo es posible que el mundo no se inmute?

Si investigas para responder a esta pregunta, descubres que la invisibilidad no es accidental, es planificada y está muy bien financiada y ejecutada, con los medios de comunicación como cómplices indispensables.


— ¿Cómo se maneja la información acerca del papel de Europa en este genocidio continuo que padece África?

— Como he dicho antes, lo que llamamos información, ese producto de consumo que venden los medios de comunicación, más que informar, desinforma y oculta. Los medios son empresas que pertenecen a sus dueños, pero los profesionales de la comunicación y el periodismo deberíamos pensar detenidamente en nuestro papel de colaboradores con semejante crimen. Yo soy la primera que comprende que hay que venderse para pagar las facturas, pero creo que tenemos que tener alguna línea roja, y considero que el sufrimiento y muerte que esta guerra ha provocado debería ser una de ellas.

Es cierto que muchas y muchos compañeros del periodismo desinforman sin ser conscientes, porque ellos mismos han sido víctimas de una maquinaria de manipulación descomunal, que ha impuesto una versión oficial falsa en todas partes, la cultura, la academia, los medios, las grandes agencias... Charles Onana, un experto en este asunto que recomiendo absolutamente, define esta historia oficial impuesta como “Una obra maestra de la desinformación, una intoxicación perfecta”, este es el nivel.


— ¿Cuál es la opinión general de la población, por ejemplo en España, ya que eres periodista y analista española, sobre la actual situación en lo que das a llamar el corazón de África? Están al tanto? O su visión se basa en los medios masivos que manipulan con datos y noticias sesgadas?

— En España, como en el resto del mundo, la gente cree la versión oficial, su visión se basa en los grandes medios que han servido de altavoz a la mentira y han suprimido toda verdad. Hay un reducido grupo de personas interesadas o afectadas (porque en esta tragedia fueron asesinados nueve ciudadanos españoles) que conocen la realidad, y un reducido grupo de periodistas que sospechan que en la versión oficial del famoso genocidio de Ruanda sobre todo, el comienzo de esta gran hecatombe humana, hay gato encerrado, pero es frustrante, es tremendamente difícil llegar al gran público con una versión que contradice lo que los profesionales creen que saben desde hace tiempo, se llama disonancia cognitiva.

Además en España, por ser el país donde más dolores de cabeza se ha dado a los criminales, con la causa abierta en la Audiencia Nacional, la maquinaria propagandística se ha cebado con especial ahínco. No se escatima en pagar viajes, ediciones y reportajes a periodistas españoles que trabajen en medios de éxito, para sofocar la más mínima posibilidad de que el público conozca la verdad: que su sistema judicial estuvo a punto, y todavía puede hacer mucho en este sentido, de hacer justicia por primera y única vez para estos millones y millones de víctimas.



— ¿No hay otras oportunidades de hacer justicia después de la española?

— Sí las hay, y además son muy importantes. Las poblaciones de la región, tanto congoleñas, como ruandesas, y también ugandesas y burundesas, exigen a la comunidad internacional que deje de mirar hacia otro lado, que deje de fingir que le preocupa esta guerra.

Desde que el doctor Denis Mukwege recibió el premio Nobel de la Paz, en 2018, la posibilidad de implantar un Tribunal Internacional Independiente para el Congo, (RDC) está cada vez más cerca gracias a que este hombre llega a audiencias que jamás antes había llegado nadie que cuestionase la historia oficial. Su carismática persona atrae y aglomera a activistas de toda la región, de todas las edades y por múltiples aspectos de la criminalidad de esta guerra eterna e invisible: las violaciones masivas como arma de guerra, la ocupación de territorios congoleños por parte de Ruanda, mediante sus grupos militares y paramilitares disfrazados de “grupos rebeldes congoleños”, los desplazamientos, el escandaloso saqueo a los minerales congoleños, de los que por ejemplo, el coltán, es robado casi en su totalidad y blanqueado hacia los mercados internacionales. Ruanda es el mayor exportador de coltán, pero no tiene minas de este material en su propio territorio... por ejemplo. Hay un largo etcétera que mueve a muchos grupos de denuncia y la fama del Doctor Mukwege les sirve de altavoz.


— ¿Ves una solución a esta terrible guerra en el horizonte cercano?

— Al menos veo cambios. En primer lugar, si se logra abrir en el muro de la impunidad de los responsables una primera brecha, la justicia se abrirá paso con toda su fuerza porque lleva contenida demasiados años, demasiados muertos bajo la alfombra, demasiada sangre en las manos de los responsables. Si se logra abrir paso a la justicia, empezar a acabar con la impunidad, se acabará la guerra.

Por otro lado, veo esperanzas en la percepción de la gente de la región con el cambio que se está produciendo en el mundo en estos momentos. La hegemonía de Estados Unidos —y por consiguiente la impunidad de sus secuaces sanguinarios- está en caída libre. Se ha precipitado de un modo que no se esperaba tan rápido, aunque era muy deseado en todo el sur global. Ahora que el mundo pivotará sobre un eje multipolar, los países del sur ven con esperanza un futuro donde puedan comerciar soberanamente con sus recursos sin arriesgarse a ser descabezados, sufriendo asesinatos, cambio de régimen mediante golpes de estado o incluso la destrucción total de su país, como ocurrió con la Libia de Gadafi.

Los contrapesos del poder se están moviendo. Paul Kagame, que había declarado con burla y descaro que ni una invasión de Ruanda, su dominio absoluto desde 1994, haría posible que Paul Rusesabagina saliera de la cárcel, lo liberó sin decir ni mu hace un par de días... Está claro que lo ha hecho por presiones, pero ¿de quién? ¿Le está dejando caer EEUU? Paul rusesabagina, para quien no lo conozca, es la persona real que inspiró la película de “Hotel Rwanda”. Se convirtió desde el principio en un crítico de Kagame y su régimen criminal, por lo que fue secuestrado y encarcelado, acusado de falsedades en un juicio sin la menor garantía de nada.

También me resultó insólito ver a Kagame, a Museveni y a Thisekedi en la foto de los líderes africanos que acudieron a reunirse con Putin en Moscú hace una semana. Ellos, los sionistas de África, ¿han roto el veto de Estados Unidos de hablar con China y Rusia? Tengo muchos interrogantes, el momento actual, salvo por la gran tragedia de que hablamos, es excitante.

Desde luego vivimos momentos de cambio cruciales que muchos pueblos oprimidos quieren aprovechar para obtener justicia y acabar con las guerras que se les han impuesto desde el imperio global de las potencias anglosajonas, que trabajan para los dueños del capital. Estoy segura de que veremos caer a estos grandes criminales. El futuro está por escribirse.




Rosa Moro es Licenciada en Periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca, su ciudad natal, donde trabajó en prensa local hasta que se trasladó a vivir a Londres, en la capital británica, donde residió 4 años, amplió sus estudios periodísticos estudiando producción de Vídeo y Televisión.

Desde su vuelta a España en 2002, ha trabajado como periodista en diversos medios y organizaciones relacionados con África. En ese mismo año empezó a colaborar como redactora y traductora voluntaria en el Centro de Información y Documentación Africana, CIDAF, donde fue contratada en 2005 y permaneció hasta 2014, cuando el centro de información había pasado a llamarse Fundación Sur.

Durante todos esos años y después, la autora ha impartido charlas, cursos y clases sobre políticas y otros procesos del continente africano, como por ejemplo las migraciones, en varias escuelas profesionales y universidades.

En 2012 fundó el blog “África en Mente” sobre noticias de África y medios de comunicación. Actualmente colabora como analista de asuntos africanos en varios medios internacionales.

Rosa es miembro del colectivo UMOYA, la Federación de Comités de Solidaridad con África Negra, organización que publica este libro.


— Rosa, ¿podrás contarnos acerca de tu libro “El genocidio que no cesa en el corazón de África. Una historia de desinformación” de próxima edición por nuestro sello editorial? ¿Qué te impulsó a escribir este libro tan urgente y necesario?

— Mis compañeras y compañeros de Umoya (la Federación de Comités de Solidaridad con el África Negra) y yo en España llevábamos tiempo viendo la necesidad de explicar esta realidad en la que estábamos inmersos desde hace décadas. Los primeros Comités de Solidaridad con África Negra surgieron a principios de los años 90 muy vinculados a la región de los grandes lagos. Algunos miembros de los comités, misioneras y misioneros en la región, vivieron desde el principio todo el dolor y la muerte de esta guerra perpetua.

Se trata de una guerra de depredación de recursos naturales y de agresión desde el exterior por delegación o proxy, es decir por mediación de dos líderes locales que, gracias al apoyo de las grandes potencias anglosajonas, impusieron sus regímenes sanguinarios en Uganda y Ruanda, con el objetivo de invadir, saquear y balcanizar el gran Congo, lo que hoy es la República Democrática del Congo y sus inmensas riquezas.

En 2005 Umoya publicó un libro titulado “El genocidio del que no se habla” tuvo muy buena acogida, pero casi 20 años después, seguimos en el mismo punto, no se habla de este genocidio que sigue produciéndose hoy.

Fuimos parte de una valiente querella interpuesta en los tribunales españoles, gracias al principio de Jurisdicción Universal, como acusación particular, pero las presiones de Estados Unidos sobre los diferentes gobiernos en España, tanto del PP como del PSOE, acabaron llevando esta querella a un callejón sin salida. Está abierta, pero es evidente que las grandes potencias no van a permitir que se haga justicia, porque ello supondría juzgar a sus delegados en la región africana.

El coste de esta tragedia es tan enorme que estamos hablando de más de 10 millones de muertos ¡y el mundo no se digna ni a mirar!

Esta invisibilidad de la tragedia más mortífera de la historia reciente de la humanidad, solo superada por la segunda guerra mundial, es muy frustrante, muy dolorosa para millones de víctimas y supervivientes con las que empatizo por cercanía y amistad, ¿cómo es posible que el mundo no se inmute?

Si investigas para responder a esta pregunta, descubres que la invisibilidad no es accidental, es planificada y está muy bien financiada y ejecutada, con los medios de comunicación como cómplices indispensables.


— ¿Cómo se maneja la información acerca del papel de Europa en este genocidio continuo que padece África?

— Como he dicho antes, lo que llamamos información, ese producto de consumo que venden los medios de comunicación, más que informar, desinforma y oculta. Los medios son empresas que pertenecen a sus dueños, pero los profesionales de la comunicación y el periodismo deberíamos pensar detenidamente en nuestro papel de colaboradores con semejante crimen. Yo soy la primera que comprende que hay que venderse para pagar las facturas, pero creo que tenemos que tener alguna línea roja, y considero que el sufrimiento y muerte que esta guerra ha provocado debería ser una de ellas.

Es cierto que muchas y muchos compañeros del periodismo desinforman sin ser conscientes, porque ellos mismos han sido víctimas de una maquinaria de manipulación descomunal, que ha impuesto una versión oficial falsa en todas partes, la cultura, la academia, los medios, las grandes agencias... Charles Onana, un experto en este asunto que recomiendo absolutamente, define esta historia oficial impuesta como “Una obra maestra de la desinformación, una intoxicación perfecta”, este es el nivel.


— ¿Cuál es la opinión general de la población, por ejemplo en España, ya que eres periodista y analista española, sobre la actual situación en lo que das a llamar el corazón de África? Están al tanto? O su visión se basa en los medios masivos que manipulan con datos y noticias sesgadas?

— En España, como en el resto del mundo, la gente cree la versión oficial, su visión se basa en los grandes medios que han servido de altavoz a la mentira y han suprimido toda verdad. Hay un reducido grupo de personas interesadas o afectadas (porque en esta tragedia fueron asesinados nueve ciudadanos españoles) que conocen la realidad, y un reducido grupo de periodistas que sospechan que en la versión oficial del famoso genocidio de Ruanda sobre todo, el comienzo de esta gran hecatombe humana, hay gato encerrado, pero es frustrante, es tremendamente difícil llegar al gran público con una versión que contradice lo que los profesionales creen que saben desde hace tiempo, se llama disonancia cognitiva.

Además en España, por ser el país donde más dolores de cabeza se ha dado a los criminales, con la causa abierta en la Audiencia Nacional, la maquinaria propagandística se ha cebado con especial ahínco. No se escatima en pagar viajes, ediciones y reportajes a periodistas españoles que trabajen en medios de éxito, para sofocar la más mínima posibilidad de que el público conozca la verdad: que su sistema judicial estuvo a punto, y todavía puede hacer mucho en este sentido, de hacer justicia por primera y única vez para estos millones y millones de víctimas.



— ¿No hay otras oportunidades de hacer justicia después de la española?

— Sí las hay, y además son muy importantes. Las poblaciones de la región, tanto congoleñas, como ruandesas, y también ugandesas y burundesas, exigen a la comunidad internacional que deje de mirar hacia otro lado, que deje de fingir que le preocupa esta guerra.

Desde que el doctor Denis Mukwege recibió el premio Nobel de la Paz, en 2018, la posibilidad de implantar un Tribunal Internacional Independiente para el Congo, (RDC) está cada vez más cerca gracias a que este hombre llega a audiencias que jamás antes había llegado nadie que cuestionase la historia oficial. Su carismática persona atrae y aglomera a activistas de toda la región, de todas las edades y por múltiples aspectos de la criminalidad de esta guerra eterna e invisible: las violaciones masivas como arma de guerra, la ocupación de territorios congoleños por parte de Ruanda, mediante sus grupos militares y paramilitares disfrazados de “grupos rebeldes congoleños”, los desplazamientos, el escandaloso saqueo a los minerales congoleños, de los que por ejemplo, el coltán, es robado casi en su totalidad y blanqueado hacia los mercados internacionales. Ruanda es el mayor exportador de coltán, pero no tiene minas de este material en su propio territorio... por ejemplo. Hay un largo etcétera que mueve a muchos grupos de denuncia y la fama del Doctor Mukwege les sirve de altavoz.


— ¿Ves una solución a esta terrible guerra en el horizonte cercano?

— Al menos veo cambios. En primer lugar, si se logra abrir en el muro de la impunidad de los responsables una primera brecha, la justicia se abrirá paso con toda su fuerza porque lleva contenida demasiados años, demasiados muertos bajo la alfombra, demasiada sangre en las manos de los responsables. Si se logra abrir paso a la justicia, empezar a acabar con la impunidad, se acabará la guerra.

Por otro lado, veo esperanzas en la percepción de la gente de la región con el cambio que se está produciendo en el mundo en estos momentos. La hegemonía de Estados Unidos —y por consiguiente la impunidad de sus secuaces sanguinarios- está en caída libre. Se ha precipitado de un modo que no se esperaba tan rápido, aunque era muy deseado en todo el sur global. Ahora que el mundo pivotará sobre un eje multipolar, los países del sur ven con esperanza un futuro donde puedan comerciar soberanamente con sus recursos sin arriesgarse a ser descabezados, sufriendo asesinatos, cambio de régimen mediante golpes de estado o incluso la destrucción total de su país, como ocurrió con la Libia de Gadafi.

Los contrapesos del poder se están moviendo. Paul Kagame, que había declarado con burla y descaro que ni una invasión de Ruanda, su dominio absoluto desde 1994, haría posible que Paul Rusesabagina saliera de la cárcel, lo liberó sin decir ni mu hace un par de días... Está claro que lo ha hecho por presiones, pero ¿de quién? ¿Le está dejando caer EEUU? Paul rusesabagina, para quien no lo conozca, es la persona real que inspiró la película de “Hotel Rwanda”. Se convirtió desde el principio en un crítico de Kagame y su régimen criminal, por lo que fue secuestrado y encarcelado, acusado de falsedades en un juicio sin la menor garantía de nada.

También me resultó insólito ver a Kagame, a Museveni y a Thisekedi en la foto de los líderes africanos que acudieron a reunirse con Putin en Moscú hace una semana. Ellos, los sionistas de África, ¿han roto el veto de Estados Unidos de hablar con China y Rusia? Tengo muchos interrogantes, el momento actual, salvo por la gran tragedia de que hablamos, es excitante.

Desde luego vivimos momentos de cambio cruciales que muchos pueblos oprimidos quieren aprovechar para obtener justicia y acabar con las guerras que se les han impuesto desde el imperio global de las potencias anglosajonas, que trabajan para los dueños del capital. Estoy segura de que veremos caer a estos grandes criminales. El futuro está por escribirse.




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