Ernest Hemingway, de All-American Boy a Espía para la KGB
Paula Cortés
Pero Ernest Hemingway, fue en vida y en legado, mucho más complejo y humano, de lo que nos deja el rastro de su vida.



No es para nadie desconocido el hecho que Ernest Miller Hemingway Hall, es considerado casi de manera unánime, uno de los escritores imprescindibles de las letras universales y eternas, y en específico, entre 1918 y los germinales inicios de la década de los ´60 y también que la mística que rodea a su persona está basada en su fenotipo ontogénico y por ello fue considerado el epítome del típico muchacho norteamericano -All American Boy- fornido, alto, hercúleo, dado a los desenfrenos más “viriles” de los cánones de su época, porque como dijo alguna vez Ernesto Sábato, su homónimo, “Somos hijos del tiempo y el lugar que habitamos”… amante del amor romántico y la pasión por las mujeres, el alcohol, la caza mayor e inclusive la tauromaquia. Pero cuidado, nada es lo que parece a primera vista, ya lo había relatado Gabriel García Márquez al describir a un precario y débil Hemingway en París del 58; “Había cumplido 59 años, y era enorme y demasiado visible, pero no daba la impresión de fortaleza brutal que sin duda él hubiera deseado, porque tenía las caderas estrechas y las piernas un poco escuálidas”.

Su primer obra literaria publicada data del año 1923, empezando con los cuentos “Tres Relatos y Diez poemas”, y luego le siguen “En nuestro tiempo”, “Hombres sin Mujeres” (1927) que incluye el extraordinario cuento -Los Asesinos- “Aguas primaverales”, “Fiesta” (1926) donde deja claramente plasmada en su narrativa la influencia que tuvo España en él, “Adiós a las Armas” (1932), “Las Nieves del Kilimanjaro” (1936), “Tener o No Tener” (1937), “Por quién doblan las campanas” (1940), “Al otro lado del río y entre los árboles”, y en 1952, la que es considerada su obra maestra “El Viejo y El Mar”. Tal vez, según el gusto del lector, estos cuentos que enumeramos a continuación incluyan sus mejores relatos: “La vida feliz de Francis Macomber”, “Un lugar limpio y bien iluminado”, “Las nieves del Kiliman-jaro”, “El gato bajo la lluvia” y “Colinas como elefantes blancos”. Su última obra publicada en vida fue Poemas completos (1960), también vieron la luz póstumamente “París era una fiesta” (1964), “un relato de sus primeros años en París y España, Enviado especial” (1967), artículos y notas y reportajes periodísticos, “Primeros artículos” (1970), “la novela del mar Islas en el golfo” (1970) y la inacabada “El jardín del Edén” (1986).

Hemingway fue un excelso escritor de cuentos, mucho más destacado quizás, que como novelista, y es debido a que sus personajes se debaten entre la búsqueda de la heroicidad, lo gloriosamente épico y las angustias existenciales, la muerte y la soledad. Creador del método por él mismo denominado “del Iceberg” en el cual, una vez diagramado todo el relato, eliminaba más del 80 por ciento de su contenido para que sólo perviviera lo esencial. En 1953 ganó el Premio Pulitzer de Literatura por su novela corta, “El viejo y el mar”, y en 1954 le fue otorgado el Premio Nobel de Literatura. Pero no todo lo que brilla es oro, al menos para Hemingway, quien tuvo, tiene y tendrá sus detractores y críticos dentro de los más destacados literatos del mundo. Vladimir Nabokov dijo de él “En cuanto a Hemingway, lo leí por primera vez en los años 40, algo sobre campanas, balas y toros, y lo aborrecí”. También hicieron su aparición en la fila para el linchamiento académico literario, William Faulkner quien declaró, “nunca ha sido conocido por usar una palabra que pudiera enviar a un lector al diccionario”, así también como nuestro Jorge Luis Borges con dos frases lapidarias; “Yo he hecho todo lo posible para que me guste Hemingway, pero he fracasado”. Más adelante y con motivo del suicidio del escritor estadounidense, dijo: “Hemingway se dio cuenta de que era un mal escritor y se disparó un tiro en la cabeza. Ese hecho de alguna manera lo redime”. Por su parte Gore Vidal hizo uso de una expresión más que elocuente “Lo detesto, pero estuve bajo su influencia cuando era muy joven, como todos lo estuvimos. Pensaba que su prosa era perfecta -hasta que leí a Stephen Crane y me di cuenta de donde lo había sacado”. Por último en este compendio sobre las críticas de críticos colegas y maestros en su arte, se suma la de Tom Wolfe; “La gente siempre piensa que es fácil de leer debido a que es conciso. No es cierto. Yo odio la concisión –es demasiado difícil. La razón por la que Hemingway es fácil de leer es porque se repite todo el tiempo , usando «y» para rellenar”.

Pero Ernest Hemingway, fue en vida y en legado, mucho más complejo y humano, de lo que nos deja el rastro de su vida.

Ernest Hemingway nació el 21 de julio de 1899 en el barrio de Oak Park, al norte del estado de Illinois, Estados Unidos, condado que para aquel entonces estaba constituido, casi en su totalidad, por personas blancas de clase media y protestantes. Segundo hijo del matrimonio de Grace Hall, una autoritaria y arbitraria profesora de música y de Clarence Edmonds Hemingway, un médico ginecólogo de profunda y casi fanática fe religiosa, adusto y rígido, quien se quitaría la vida debido a una enfermedad terminal cuando Ernest tenía 29 años de edad. La infancia de Ernest estaría marcada por la severidad paterna, que no le escatimó las crudas escenas que acompañaban su profesión de médico y a los caprichos maternos, desde vestirlo con atuendos de niña, hasta imponerle la música como medio de vida, obligándolo a aprender a tocar el violonchelo siendo aún un niño, lo cual según las propias declaraciones del autor, él detestaba. El joven Ernest posteriormente se apasionaría por el deporte, destacando principalmente en boxeo, y con más vehemencia, a la caza mayor, la pesca de altura y por supuesto, los toros. Su madre también le exigiría que estudiara medicina, sin embargo, al finalizar la preparatoria, renunciaría a cursar estudios universitarios, consiguiendo al poco tiempo un trabajo como periodista en el medio gráfico Kansas City Star.
Al estallar la Primera Guerra Mundial, y con ella el ansia de poder y beneficios derivada de la misma, EE.UU. entraría en la contienda y el joven Ernest con tan solo 19 años se desempeñaría como chofer de ambulancias de la Cruz Roja apostado en territorio italiano, allí sufrirá un grave accidente que casi le cuesta la vida y por el cual será condecorado posteriormente. De regreso a los EE.UU. retoma el periodismo, esta vez en el Toronto Star y luego siendo designado como corresponsal en Europa por el imperio de multimedios Hearst, se casa con Hadley Richardson, quien sería la primera de sus cuatro esposas.



Hemingway, nada austero a la hora de prodigar sus pasiones, contrae en 1927, segundas nupcias con Pauline Pfeiffer y juntos compran una propiedad en Key West, Florida, lugar que se volvería escenario y continente de muchos de sus trabajos literarios más icónicos.

Un evento histórico que marcará su vida y carrera literaria fue la Guerra Civil Española, en 1937 cubrió como corresponsal de guerra para el periódico North American Newspaper Alliance la cruenta realidad que vivía el pueblo español y la resistencia y valentía de los republicanos combatiendo al fascismo falangista, siendo testigo de varias batallas cruciales, como por ejemplo, la del Ebro. Hemingway apoyó abierta e irreductiblemente al legítimo gobierno de la República a través de artículos y con una de sus más conmovedoras novelas “Por Quién Doblan Las Campanas”, también conoce allí a Martha Gellhorn, corresponsal de la revista Collier´s, y tres años más tarde se casará con ella, pasando su luna de miel en China, fungiendo como reportero del ejército de su país. Así mismo fue testigo, en cumplimiento de su asignación como corresponsal, del desembarco a Normandía, el llamado Día D. Al término de la Segunda Guerra Mundial, Ernest se mudará de forma alterna hasta 1960, a la Finca La Vigía cerca de la Habana en Cuba, habiéndose enamorado de la isla en 1932.

Con una vida llena de aventuras, accidentes que lo dejaron al borde de la muerte en varias ocasiones, consumos problemáticos con el alcohol, y enfermedades y problemas de salud que arrastró durante años, en 1959 Hemingway se retira a una gran casa en Ketchum, Estado de Idaho en la región Oeste de los EE.UU, donde el 2 de julio de 1961, se descerraja un tiro en la cabeza. Tenía para ese entonces 61 años de edad.

A pesar de su trabajo para el ejército de los EE.UU como reportero y para oligopolios de medios de comunicación ultra capitalistas de los EE.UU. o quizás justamente por ello, en la década de 1940, Hemingway trabajó como agente de espionaje para la KGB soviética bajo el alias “Argo” información basada en apuntes de los archivos de inteligencia de un ex agente especial de la KGB llamado Vassiliev, registros a los que se accedió en los años 90, posterior al colapso de la URSS. En estos figura que Hemingway Hall fue reclutado en el año 41, con anterioridad a su viaje a la República de China (1912-1949) y que el mismo se reunió con espías soviéticos en La Habana y Londres, expresando “su intención y voluntad de ayudar”.

Una imagen que no podría estar más alejada del ideario que ensalza la sociedad estadounidense del patriótico hombre norteamericano, que tanto destacan en la iconografía con la cual el decadente imperialismo nos idiotiza a base de transculturización con imágenes donde la idealización de lealtad, está intrínsecamente ligada al chovinismo pintado con barras y estrellas blancas, azules y rojas, pero donde el moribundo sueño americano se convierte en pesadilla para las minorías que mal viven en su territorio y de la que el sur global está hace mucho tiempo consciente.


No es para nadie desconocido el hecho que Ernest Miller Hemingway Hall, es considerado casi de manera unánime, uno de los escritores imprescindibles de las letras universales y eternas, y en específico, entre 1918 y los germinales inicios de la década de los ´60 y también que la mística que rodea a su persona está basada en su fenotipo ontogénico y por ello fue considerado el epítome del típico muchacho norteamericano -All American Boy- fornido, alto, hercúleo, dado a los desenfrenos más “viriles” de los cánones de su época, porque como dijo alguna vez Ernesto Sábato, su homónimo, “Somos hijos del tiempo y el lugar que habitamos”… amante del amor romántico y la pasión por las mujeres, el alcohol, la caza mayor e inclusive la tauromaquia. Pero cuidado, nada es lo que parece a primera vista, ya lo había relatado Gabriel García Márquez al describir a un precario y débil Hemingway en París del 58; “Había cumplido 59 años, y era enorme y demasiado visible, pero no daba la impresión de fortaleza brutal que sin duda él hubiera deseado, porque tenía las caderas estrechas y las piernas un poco escuálidas”.

Su primer obra literaria publicada data del año 1923, empezando con los cuentos “Tres Relatos y Diez poemas”, y luego le siguen “En nuestro tiempo”, “Hombres sin Mujeres” (1927) que incluye el extraordinario cuento -Los Asesinos- “Aguas primaverales”, “Fiesta” (1926) donde deja claramente plasmada en su narrativa la influencia que tuvo España en él, “Adiós a las Armas” (1932), “Las Nieves del Kilimanjaro” (1936), “Tener o No Tener” (1937), “Por quién doblan las campanas” (1940), “Al otro lado del río y entre los árboles”, y en 1952, la que es considerada su obra maestra “El Viejo y El Mar”. Tal vez, según el gusto del lector, estos cuentos que enumeramos a continuación incluyan sus mejores relatos: “La vida feliz de Francis Macomber”, “Un lugar limpio y bien iluminado”, “Las nieves del Kiliman-jaro”, “El gato bajo la lluvia” y “Colinas como elefantes blancos”. Su última obra publicada en vida fue Poemas completos (1960), también vieron la luz póstumamente “París era una fiesta” (1964), “un relato de sus primeros años en París y España, Enviado especial” (1967), artículos y notas y reportajes periodísticos, “Primeros artículos” (1970), “la novela del mar Islas en el golfo” (1970) y la inacabada “El jardín del Edén” (1986).

Hemingway fue un excelso escritor de cuentos, mucho más destacado quizás, que como novelista, y es debido a que sus personajes se debaten entre la búsqueda de la heroicidad, lo gloriosamente épico y las angustias existenciales, la muerte y la soledad. Creador del método por él mismo denominado “del Iceberg” en el cual, una vez diagramado todo el relato, eliminaba más del 80 por ciento de su contenido para que sólo perviviera lo esencial. En 1953 ganó el Premio Pulitzer de Literatura por su novela corta, “El viejo y el mar”, y en 1954 le fue otorgado el Premio Nobel de Literatura. Pero no todo lo que brilla es oro, al menos para Hemingway, quien tuvo, tiene y tendrá sus detractores y críticos dentro de los más destacados literatos del mundo. Vladimir Nabokov dijo de él “En cuanto a Hemingway, lo leí por primera vez en los años 40, algo sobre campanas, balas y toros, y lo aborrecí”. También hicieron su aparición en la fila para el linchamiento académico literario, William Faulkner quien declaró, “nunca ha sido conocido por usar una palabra que pudiera enviar a un lector al diccionario”, así también como nuestro Jorge Luis Borges con dos frases lapidarias; “Yo he hecho todo lo posible para que me guste Hemingway, pero he fracasado”. Más adelante y con motivo del suicidio del escritor estadounidense, dijo: “Hemingway se dio cuenta de que era un mal escritor y se disparó un tiro en la cabeza. Ese hecho de alguna manera lo redime”. Por su parte Gore Vidal hizo uso de una expresión más que elocuente “Lo detesto, pero estuve bajo su influencia cuando era muy joven, como todos lo estuvimos. Pensaba que su prosa era perfecta -hasta que leí a Stephen Crane y me di cuenta de donde lo había sacado”. Por último en este compendio sobre las críticas de críticos colegas y maestros en su arte, se suma la de Tom Wolfe; “La gente siempre piensa que es fácil de leer debido a que es conciso. No es cierto. Yo odio la concisión –es demasiado difícil. La razón por la que Hemingway es fácil de leer es porque se repite todo el tiempo , usando «y» para rellenar”.

Pero Ernest Hemingway, fue en vida y en legado, mucho más complejo y humano, de lo que nos deja el rastro de su vida.

Ernest Hemingway nació el 21 de julio de 1899 en el barrio de Oak Park, al norte del estado de Illinois, Estados Unidos, condado que para aquel entonces estaba constituido, casi en su totalidad, por personas blancas de clase media y protestantes. Segundo hijo del matrimonio de Grace Hall, una autoritaria y arbitraria profesora de música y de Clarence Edmonds Hemingway, un médico ginecólogo de profunda y casi fanática fe religiosa, adusto y rígido, quien se quitaría la vida debido a una enfermedad terminal cuando Ernest tenía 29 años de edad. La infancia de Ernest estaría marcada por la severidad paterna, que no le escatimó las crudas escenas que acompañaban su profesión de médico y a los caprichos maternos, desde vestirlo con atuendos de niña, hasta imponerle la música como medio de vida, obligándolo a aprender a tocar el violonchelo siendo aún un niño, lo cual según las propias declaraciones del autor, él detestaba. El joven Ernest posteriormente se apasionaría por el deporte, destacando principalmente en boxeo, y con más vehemencia, a la caza mayor, la pesca de altura y por supuesto, los toros. Su madre también le exigiría que estudiara medicina, sin embargo, al finalizar la preparatoria, renunciaría a cursar estudios universitarios, consiguiendo al poco tiempo un trabajo como periodista en el medio gráfico Kansas City Star.
Al estallar la Primera Guerra Mundial, y con ella el ansia de poder y beneficios derivada de la misma, EE.UU. entraría en la contienda y el joven Ernest con tan solo 19 años se desempeñaría como chofer de ambulancias de la Cruz Roja apostado en territorio italiano, allí sufrirá un grave accidente que casi le cuesta la vida y por el cual será condecorado posteriormente. De regreso a los EE.UU. retoma el periodismo, esta vez en el Toronto Star y luego siendo designado como corresponsal en Europa por el imperio de multimedios Hearst, se casa con Hadley Richardson, quien sería la primera de sus cuatro esposas.



Hemingway, nada austero a la hora de prodigar sus pasiones, contrae en 1927, segundas nupcias con Pauline Pfeiffer y juntos compran una propiedad en Key West, Florida, lugar que se volvería escenario y continente de muchos de sus trabajos literarios más icónicos.

Un evento histórico que marcará su vida y carrera literaria fue la Guerra Civil Española, en 1937 cubrió como corresponsal de guerra para el periódico North American Newspaper Alliance la cruenta realidad que vivía el pueblo español y la resistencia y valentía de los republicanos combatiendo al fascismo falangista, siendo testigo de varias batallas cruciales, como por ejemplo, la del Ebro. Hemingway apoyó abierta e irreductiblemente al legítimo gobierno de la República a través de artículos y con una de sus más conmovedoras novelas “Por Quién Doblan Las Campanas”, también conoce allí a Martha Gellhorn, corresponsal de la revista Collier´s, y tres años más tarde se casará con ella, pasando su luna de miel en China, fungiendo como reportero del ejército de su país. Así mismo fue testigo, en cumplimiento de su asignación como corresponsal, del desembarco a Normandía, el llamado Día D. Al término de la Segunda Guerra Mundial, Ernest se mudará de forma alterna hasta 1960, a la Finca La Vigía cerca de la Habana en Cuba, habiéndose enamorado de la isla en 1932.

Con una vida llena de aventuras, accidentes que lo dejaron al borde de la muerte en varias ocasiones, consumos problemáticos con el alcohol, y enfermedades y problemas de salud que arrastró durante años, en 1959 Hemingway se retira a una gran casa en Ketchum, Estado de Idaho en la región Oeste de los EE.UU, donde el 2 de julio de 1961, se descerraja un tiro en la cabeza. Tenía para ese entonces 61 años de edad.

A pesar de su trabajo para el ejército de los EE.UU como reportero y para oligopolios de medios de comunicación ultra capitalistas de los EE.UU. o quizás justamente por ello, en la década de 1940, Hemingway trabajó como agente de espionaje para la KGB soviética bajo el alias “Argo” información basada en apuntes de los archivos de inteligencia de un ex agente especial de la KGB llamado Vassiliev, registros a los que se accedió en los años 90, posterior al colapso de la URSS. En estos figura que Hemingway Hall fue reclutado en el año 41, con anterioridad a su viaje a la República de China (1912-1949) y que el mismo se reunió con espías soviéticos en La Habana y Londres, expresando “su intención y voluntad de ayudar”.

Una imagen que no podría estar más alejada del ideario que ensalza la sociedad estadounidense del patriótico hombre norteamericano, que tanto destacan en la iconografía con la cual el decadente imperialismo nos idiotiza a base de transculturización con imágenes donde la idealización de lealtad, está intrínsecamente ligada al chovinismo pintado con barras y estrellas blancas, azules y rojas, pero donde el moribundo sueño americano se convierte en pesadilla para las minorías que mal viven en su territorio y de la que el sur global está hace mucho tiempo consciente.


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