Transitó buena parte del siglo XX y la primera década del XXI, y es indiscutible su protagonismo en hechos y etapas que ya son historia. Nació como Fanny Jacovsky en San Francisco, Córdoba, dentro de una familia de trabajadores. Siendo muy joven, comenzó a colaborar en el Socorro Rojo, organización que ayudaba a las familias de los presos políticos y sociales de la llamada Década Infame (años 30), durante las dictaduras de Uriburu y Justo. Fue ésa su primera experiencia solidaria, y la que marcaría su vida. Muy pronto, ya afiliada al PC de la Argentina, marcharía junto a su marido, Bernardo Edelman, a defender la República Española agredida por el franquismo, y en esos avatares estuvo al lado de Tina Modotti, de María Ibárruri, la Pasionaria, del poeta Antonio Machado, de Pablo Neruda.
De nuevo en nuestro país, asume labores de solidaridad con los combatientes exiliados, perseguidos por el franquismo. Muy pronto otro pueblo concentraría sus afanes, al constituir el movimiento de ayuda a Vietnam. Y continuó en su periplo por el mundo, para llevar la solidaridad internacionalista, ya fuese a Chile, ya fuera hasta África.
Fue una de las fundadoras de la UMA (Unión de Mujeres de la Argentina) en 1947, de la que llegaría a ser secretaria general, vicepresidenta y presidenta, y se mantuvo vinculada a ella durante 50 años. Fue incluso secretaria de la FEDIM (Federación Democrática Internacional de Mujeres) entre 1972 y 1978, cuando la institución tenía ya 200 organizaciones adheridas en el mundo. Impulsó el Año Internacional de la Mujer y del Encuentro de Naciones Unidas en Nairobi, en 1975.
Años antes Fanny, muy conmovida por el triunfo de la Revolución Cubana, supo reconocer de inmediato su heroica y notable significación política como ejemplo iluminador en Nuestra América y el mundo, y sus posibilidades de transformación profunda en la vida del pueblo cubano. Visitó varias veces la Isla, invitada por la Federación de Mujeres Cubanas, y contó con la entrañable amistad de Fidel y Raúl Castro, y también con la de Vilma Espín. A su iniciativa, se fundó en nuestro país el Comité Argentino por la Libertad de los Cinco Héroes Cubanos, cuyo funcionamiento tramitó en la Liga Argentina por los Derechos Humanos.
Durante los años de plomo en la República Argentina, en 1978 presentó, ante la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ginebra, 200 testimonios de familiares de víctimas de la dictadura genocida de nuestro país.
En ocasión de nuestro Bicentenario, durante el X Encuentro del Movimiento Nacional de Solidaridad con Cuba, recibió en Buenos Aires una plaqueta de honor y el nombramiento de Decana de este Movimiento. Ha sido también reconocida como Ciudadana Destacada de la Ciudad de Buenos Aires por su incansable contribución a los derechos humanos, y recibió la ciudadanía española en reconocimiento a su contribución solidaria.
Todavía se recuerda el homenaje que se le rindió en el Teatro nacional de Cervantes, que contó con el auspicio de la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación. Entonces Miguel Monserrat, copresidente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (entidad de donde surgió la iniciativa del evento), exaltó la perseverancia, la coherencia total y la consecuencia inquebrantable de quien "no sólo ha luchado y sacrificado; también alienta e inspira". Por su parte, la directora ejecutiva del Instituto Espacio para la Memoria, Ana María Careaga, reconoció a Fanny como una mujer de mucha vida, llena de multiplicadores sueños y criada desde niña en plena libertad.
Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, describió a la homenajeada como una mujer que luchó y lucha por un mundo mejor, y subrayó que su vida toda constituye un testimonio de resistencia. A su turno, el secretario general del PCA, Patricio Echegaray, señaló que la participación de la joven Fanny Edelman en la Guerra Civil Española galvanizó “el temple y el perfil solidario e internacionalista que definirían su existencia y su personalidad política, cuyo centro de gravedad se encuentra en el antifascismo”.
De visita en la República Popular China, coincidió allí con el presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba, Ricardo Alarcón de Quesada, quien le agradeció su solidaridad y espíritu internacionalista, que se han multiplicado en muchos hombres y mujeres que, como ella, perseveran en el empeño por alcanzar un mundo mejor, de paz y justicia, y destacó que ella "jamás dejó de acompañarnos en el dolor y la esperanza".
Rodolfo Mattarollo, embajador y Secretario Técnico de la UNASUR en Haití, escribió su mensaje desde aquel hermano país, y afirmó que aquel homenaje a Fanny Edelman, era “beneficioso sobre todo para nosotros, ya que con su ejemplo nos señala a todos una dirección, la que conduce hacia el respeto de la dignidad humana, dirección tantas veces extraviada en este mundo dividido”.
Al agradecer el homenaje, Fanny, quien ejercía en forma efectiva su cargo como presidenta del PC de la Argentina, se refirió a Latinoamérica como el corazón con el cual late hoy el cambio de época, y definió al siglo XXI como el de la izquierda, la unidad y las transformaciones político-sociales. Por último, sostuvo que "para ayudar a esa primavera que es el socialismo del siglo XXI seguiré militando junto a mis compañeros, hasta que mis ojos no vean más la luz”.
Activa feminista de vastos horizontes, tuvo una temprana comprensión de las diversidades sexuales, y apoyó con decisión la lucha incansable de Lohana Berkins, impulsora de las leyes de identidad transgénero, y lideresa del movimiento LGTBI+ por el reconocimiento de sus derechos.
Fanny solía decir: “Cuando la solidaridad tiene un sentido real, noble, generoso y humanístico, eso va enriqueciendo y mejorando la propia condición humana.”
Transitó buena parte del siglo XX y la primera década del XXI, y es indiscutible su protagonismo en hechos y etapas que ya son historia. Nació como Fanny Jacovsky en San Francisco, Córdoba, dentro de una familia de trabajadores. Siendo muy joven, comenzó a colaborar en el Socorro Rojo, organización que ayudaba a las familias de los presos políticos y sociales de la llamada Década Infame (años 30), durante las dictaduras de Uriburu y Justo. Fue ésa su primera experiencia solidaria, y la que marcaría su vida. Muy pronto, ya afiliada al PC de la Argentina, marcharía junto a su marido, Bernardo Edelman, a defender la República Española agredida por el franquismo, y en esos avatares estuvo al lado de Tina Modotti, de María Ibárruri, la Pasionaria, del poeta Antonio Machado, de Pablo Neruda.
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