El Tratado de Amistad firmado con el Reino Unido el 2 de febrero de 1825, el año siguiente al primer endeudamiento vendepatria de nuestra historia, celebrado por Bernardino Rivadavia, expresaba lo siguiente: “Inglaterra será el taller del mundo, y la América española su granja”. Desde entonces, nuestro país fue un territorio conquistado económica y financieramente por los británicos, que saquearon nuestros recursos naturales, fijaron los volúmenes y los precios de nuestras exportaciones de materias primas, y succionaron sus caudales públicos con el tributo permanente a Londres de los intereses de nuestros usurarios empréstitos sólo concertados para el despilfarro y la dependencia financiera. La Revolución Justicialista de Juan Domingo Perón (1946-1955), logra el desendeudamiento externo, la nacionalización de las empresas de servicios y los ferrocarriles, crea nuestra empresa aeronáutica de bandera, nuestra marina mercante nacional, nuestra industria, genera pleno empleo, una legislación laboral de avanzada y una movilidad social ascendente inédita en nuestra historia, impulsada a su vez con la educación pública, libre y gratuita, consagrada en 1949 con la quita de aranceles a las universidades. Hacia 1955, la participación de los salarios en el producto total del país alcanzaba el 50%.
Pero nada sería posible con la Patria Grande Latinoamericana desunida. Por eso, se intentó conformar una integración económica, política y financiera que aprovechaba las complementareidades productivas y logísticas entre nuestras naciones hermanas. El ABC (Argentina – Brasil – Chile) traería consigo convenios bilaterales, desgravaciones arancelarias preferenciales y acuerdos estratégicos para el comercio y la integración productiva, fortalecería el desarrollo de todos los países sudamericanos y conseguiría la independencia económica y financiera respecto de las pretensiones colonialistas del imperio anglosajón.
Precisamente Winston Churchil, ex primer ministro británico, había manifestado su visión de que el imperio no debía permitir que Argentina se convierta en potencia, porque arrastraría consigo a toda América Latina, y eso le quitaría al imperio una inagotable fuente de recursos tanto de alimentos como de materias primas para su industria. En línea con esto, el 16 de junio de 1955, bajo directiva británica, aviones de nuestra propia marina de guerra desatan un bombardeo a la Plaza de Mayo, y tres meses después derrocan a Perón amenazando con bombardearnos desde nuestra fuerza naval.
Vinieron 18 años de prohibición del peronismo (1955-1973), y más adelante una terrible destrucción de nuestro entramado productivo, de nuestro empleo y de nuestra cultura a través de gobiernos neoliberales conducidos desde el imperio – Dictadura 1976-1983 y Menemismo 1989-2001 –. Argentina había quedado hecha cenizas, pero el nuevo siglo volvería a traer vientos favorables para la región. En el año 2005, los más importantes líderes sudamericanos, Chávez (Venezuela), Lula (Brasil) y Néstor Kirchner, echaron a patadas en el orgullo al presidente norteamericano George Bush hijo, que traía la propuesta del ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas), algo así como la reedición del tratado de 1825. Seguidamente se fortaleció el MERCOSUR (Mercado Común del Sur), se creó la UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas) y luego la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños).
El crecimiento que vivimos todos los países de la región, especialmente impulsados por los dos países industriales, que son Brasil y Argentina, tuvo su correlato en ampliación de derechos, disminución de pobreza e inclusión social. El mismísimo Banco Mundial comunicó que Argentina duplicó su clase media en diez años (2002-2012) y que la región tuvo la mejor redistribución del ingreso del mundo en el mismo período, lo cual incluye el hecho de que el gobierno de Lula sacó de la pobreza a 30 millones de brasileños.
Pero el imperio aplicó sucios mecanismos para volver a desunirnos e instalar gobiernos neoliberales que destruyen todas las redes productivas, comerciales y de alianzas políticas dentro de la región. A través de los cipayos vendepatrias Bolsonaro y Macri, aumentaron la pobreza en nuestros países y desarmaron las instituciones de acuerdos, cooperación y planificación estratégica de la región.
Afortunadamente, con el triunfo de Lula en Brasil, en conjunto con López Obrador (México), un gobierno peronista en Argentina, y gobiernos progresistas latinoamericanistas en Chile (con Boric), Colombia (con Petró), Bolivia (con Luis Arce), Venezuela (Maduro) y otros más de sesgo integracionista, un nuevo período está naciendo para conformar una firme y fuerte unión entre las naciones hermanas de la patria grande.
La idea de crear un Banco Central Regional también sería de inmensa utilidad para independizarnos de la moneda norteamericana, ya que todo el comercio de bienes y servicios (incluido el turismo) dentro de nuestra zona utilizaría la nueva moneda regional, con la virtud de conservar las monedas nacionales. Mientras tanto, la inminente incorporación de Argentina al BRICS (Brasil – Rusia – India – China – Sudáfrica) también será de enorme importancia estratégica, por cuanto significa pertenecer a esta asociación de países cuyo peso es de enorme magnitud: la mitad de la población del mundo y la cuarta parte del producto global. Asimismo, igual valoración corre para la Nueva Ruta de la Seda – La Franja y la Ruta – que implica asociaciones productivas y financieras de largo plazo en la franja Sur – Sur del planeta, ideadas y ejecutadas por la nueva potencia del nuevo mundo multipolar (China). No es un dato menor que tres de los cuatro principales socios comerciales de Argentina (Brasil, China, EEUU e India) son parte del BRICS.
Y como lo cultural le da sentido a todo, se transcriben hacia el cierre del artículo, frases conocidas de la compañera Hebe de Bonafini, miembro fundador de la Asociación Madres de Plaza de Mayo y emblema mundial en la lucha por los derechos humanos, que ascendió al comando celestial el día de la Soberanía (20 de noviembre). El 5 de agosto de 2016, proclamaba lo siguiente: “Estoy en rebeldía desde el 8 de febrero de 1977, cuando se llevaron a mi primer hijo. Desde entonces estoy en rebeldía, porque las injusticias no se soportan. Perdí a toda mi familia en cinco años. Estoy desde que me despierto en rebeldía. Y esa rebeldía está convertida en amor a la gente, para que nadie más tenga que llorar un hijo desaparecido, torturado, violado, tirado vivo al río. No puede seguir pasando”.
Los deseos que compartió a través de un video viralizado del día de su último cumpleaños 93, pedía lo siguiente: “Tenemos que estar más juntos, más unidos, a pesar de todo y contra todo. No importa que no nos guste cómo estén gobernando, pero no hay otra manera que votar a esto que tenemos ahora. Ojo con lo que hacemos, ojo con cada uno su ranchito. Los ranchitos aparte son una mentira. Todos terminan siendo Randazzo… Para que podamos salir de esto, para que derrotemos a los macristas, a los fachos, al Fondo Monetario y a los hijos de re contra mil puta”.
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