“Contamíname, mézclate conmigo
Que bajo mi rama tendrás abrigo.”
Contamíname (Pedro Guerra)
Si hay algo que tiene de bello la poesía y el canto, es la metáfora artística. La palabra que vuela más allá de lo literal y supera lo limitado de lo pragmático. En tiempos de pandemia, parecerá una paradoja. Pero ¿qué es la inclusión si no un dejarse contaminar por ese otre y contaminarle, mezclándose, nutriéndose el une del otre para evolucionar mutuamente?
Esto es lo que el Neoliberalismo rehúsa. Se propone la exclusión y corromper todo lazo social que pretenda incluir a les hijes de les trabajadores en una sociedad que les aloje y les permita desarrollarse en plenitud, permitiéndoles proyectarse en un futuro posible. En este sentido, la Educación para la Inclusión va a contramarea: educa para construir una sociedad heterogénea, respetuosa de las diversidades e igualitaria.
Estragos del Neoliberalismo depredador
En los años ´70, Latinoamérica fue escenario del implante del Neoliberalismo como corriente ideológica del capitalismo. Se impuso cruelmente con un plan sistemático de terrorismo Estado. Chile primero (1973) y Argentina después (1976). Luego se fue difundiendo a toda la región y al resto del mundo.
El Neoliberalismo no sólo se plantea como una corriente económica y política, sino que, a la vez, impone un proyecto de sociedad que se caracteriza por la desigualdad social, la exclusión, la fragmentación y la pérdida del sentido comunitario y cooperativo, en desmérito del Estado y su función social y reguladora. La pobreza se multiplica y los Estados pierden autonomía a expensas del Mercado que, a través de las corporaciones transnacionales, lejos están de respetar las soberanías nacionales y los Derechos Humanos. De esta manera la riqueza se concentra en un 1 % de la población mundial (En El Capital en el Siglo XXI; Piketty, T; 2013)). En este contexto, la vida democrática es incompatible allí donde se impone el neoliberalismo: los derechos toman el valor de mercancía. Con esto, la Educación queda desfinanciada y las mejores ofertas serán el privilegio del sector más pudiente de la población en perjuicio de los que menos tienen. De esta manera habrá escuelas para ricos y escuelas para pobres: queda a la clara que las políticas neoliberales corroen de tal manera los lazos sociales, convirtiéndose en reproductoras de exclusión.
En barrios carenciados bonaerenses, es la Escuela Pública el único lugar donde les hijes de trabajadores construyen conocimiento científico y subjetividad. La dura realidad que atraviesan las familias, muchas veces conspira con las posibilidades de subjetivar y de enseñar que tiene la escuela del barrio. El contexto será, el de una familia vapuleada por las desgarradoras políticas neoliberales que, de la misma manera que otras instituciones públicas, queda desmantelada y desfinanciada con serias dificultades para autoconservarse. La violencia institucional perpetrada por el Estado, se manifiesta en las familias de nuestres estudiantes a través del desempleo, bajos salarios, explotación laboral, trabajo infantil, consumo problemático de estupefacientes, alcoholismo, machismo, desnutrición infantil, abuso sexual, delincuencia, poco tiempo para el diálogo y el esparcimiento, la desprotección para el acceso de las familias a los servicios públicos esenciales (transporte, energía, comunicación, agua y saneamiento, etc.) y el ejercicio pleno de derechos humanos y constitucionales (vivienda digna, salud, trabajo, asignaciones familiares, pensiones por discapacidad, culturales, etc.).
¿Cómo opera el Neoliberalismo en el aprendizaje de les hijes de trabajadores?
Argentina, con la ley de educación primaria común 1420 (1884), la gratuidad de todo el sistema educativo, incluyendo la reforma universitaria de 1918, se ubicó en primer lugar dentro de la región como vanguardista en la oferta educativa universal y de calidad. Sin embargo a partir de 1993, con la Ley Federal de Educación (LFE N° 24 195) comenzó a desplomarse esa tan reconocida “calidad”. El impacto de las políticas neoliberales impuestas por el último gobierno cívico militar y profundizadas por el gobierno de Menem, condujo la destrucción de la Escuela Pública favoreciendo la iniciativa privada que prontamente llevó adelante emprendimientos educativos con fines lucrativos. El resultado directo de estos procesos fue el “fracaso escolar”.
Digo fracaso escolar en el sentido amplio que refiere a todo un sistema escolar desguazado y desactualizado, que entra a ser disfuncional, que produce lo contrario a los fines que se propone. Políticas de ajustes digitadas por el FMI escatiman la inversión en recursos materiales y de formación docente que llevan al estudiante a “no aprender”. El fracaso será entonces del sistema y no del estudiante que no aprende, ó repite de año, ó, tristemente, abandona la escuela.
(*) Psicopedagoga, Orientadora Educacional, Escuelas Públicas de La Matanza, Buenos Aires
“Contamíname, mézclate conmigo
Durante el gobierno kirchnerista (2003 / 2015) Argentina fue protagonista de un proceso de reconstrucción del estado de derecho con el cual la inclusión social fue el eje fundamental de todo su proyecto político nacional y popular. El andamiaje jurídico intentó ser coherente a ese objetivo.. La LFE fue derogada y desplazada por la que hoy tiene vigencia en nuestro país, la Ley de Educación Nacional (LEN 26206 /2006). Entre sus enunciados prescribe “Garantizar la inclusión educativa a través de políticas universales y de estrategias pedagógicas y de asignación de recursos que otorguen prioridad a los sectores más desfavorecidos de la sociedad” -Art.11 inc. e) -. Aún así, el fracaso escolar será tema de debate permanente en un contexto socioeconómico con serias falencias para garantizar la universalidad de la educación secundaria. Sin mediar una profunda restructuración del Sistema Escolar que abarque todos sus planos (institucional, ideológico, laboral, salarial, formación docente, equipamiento didáctico e edilicio) lejos se está aún de brindar una educación de calidad a la masiva y heterogénea población estudiantil que convoca y no retiene. Con el gobierno de Mauricio Macri, Argentina lastimosamente volvió a padecer la destrucción del estado de derecho que le dejó la “década ganada”. Con políticas neoliberales aniquiló las obras de inclusión social que había promovido el gobierno popular kirchnerista. La Escuela Pública fue sometida a los azotes del desfinanciamiento y de censura política (persecución y represión a los docentes en lucha y cierre de programas educativos de inclusión). Con escuelas y familias desbastadas, son muchos los estudiantes que abandonan la escuela secundaria. El neoliberalismo opera perversamente sobre su potencial de aprendizaje vulnerando sus subjetividades: a les jóvenes les invade un profundo sentimiento de frustración, de auto-descalificación, del que creen que “son nadie”, “que no les da la cabeza”, de autoexclusión, de resignación a su estado de pobreza, de necesidades insatisfechas, de deseos incumplidos, de injusticia, de baja autoestima , de futuro imposible y proyecto de vida limitado. En muchos casos, su rebeldía se desata en bronca. Tienen sed de ser escuchados, de ser respetados y tenidos en cuenta por parte de los que tienen el poder de hacerlo. A estes chiques, a quienes se les ha despojado de sus derechos, el poder del Mercado, a través de los medios hegemónicos, les estigmatiza como peligroses y les discrimina, les priva de sus derechos constitucionales y les manda la policía, no precisamente para cuidarles. A fines del 2019, el electorado argentino, repudió al macrismo y sus políticas neoliberales llevando a las urnas el triunfo de la fórmula presidencial que se pre anunciaba con el “vamos a volver” a construir un Estado de Inclusión. 2020-Aires nuevos en Argentina: la Escuela Pública incluye, resiste y sobrevive en tiempos de pandemia. Con la asunción al gobierno de Alberto Fernández se recuperan las esperanzas de “poner a la Argentina de pie” y con ello la reconstrucción del Estado de Inclusión. La Escuela se preparaba para iniciar el año con nuevas autoridades y nuevos aires de inclusión. Sin embargo, a nivel global, el 2020 nos sorprendió con el covid-19. Entre enero y febrero el mundo científico advirtió que una enfermedad inédita y sin precedentes venía acechar a la humanidad en forma estrepitosa. La OMS la declaró pandemia global (11 / 3 /2020). El único antídoto es el estricto aislamiento social y la higiene intensiva de las manos y de objetos manipulados. El gobierno Argentino desde el primer momento priorizó el cuidado de la Salud de la población decretando el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO). En un momento histórico en el que la “única vacuna es aislarse”, la tecnología digital sería la respuesta ideal para seguir “conectados virtualmente”. En medio de este panorama, la Escuela Pública, vapuleada por el desfinanciamiento de la gestión macrista, se encontró con tecnología precaria para afrontar las amenazas devenidas de la pandemia, desprovista de los insumos necesarios para estar a la altura de las circunstancias. He aquí, “los estragos del neoliberalismo”, generador de desigualdad de oportunidades educativas. El Programa Conectar Igualdad que, por Decreto 459/10, aspiraba reducir la brecha digital y educativa y que logró distribuir 5.314.950 netbooks en todo el país durante el periodo 2010/2015, fue fulminantemente desguazado en el gobierno de Macri. Centenas de miles de niñes y jóvenes fueron despojados del derecho a la conectividad, sin el acceso a la internet tan necesaria para la Continuidad Pedagógica que requiere el ASPO. Asimismo, es alentador que el ministro de Educación, Nicolás Trotta, haya anunciado en el mes de mayo pasado, la reactivación progresiva del programa actualizándolo en el transcurso de su gestión. Frente a esto, la Escuela sigue construyendo aprendizajes y subjetividades. Hoy, más que nunca, la Escuela se encuentra en un nuevo desafío: poder enseñar desde la distancia. Con pocos recursos materiales pero con sólidos valores sociales que la fundan y la sostienen: genera lazos sociales y subjetiviza. El lazo afectivo de confianza tan necesario entre alumno y docente es un componente primordial que alimenta la motivación por el saber y la autoestima. Y es esto lo que se propone la escuela en esta época, donde el ASPO es la conducta saludable, la escuela, intentará por todos los medios la vinculación con las familias y con les estudiantes. Que nadie quede afuera. Aún los equipos de telefonía más rudimentarios servirán de nexos para la comunicación. No ya como medio para enviar y recibir trabajos, sino, también para preguntar cómo están sobreviviendo a la cuarentena. Lo principal, para estas épocas del ASPO será estar “vinculados”. Saber de la existencia del otre y ser el sostén desde la distancia con los apoyos que estén necesitando mientras no pueda ser presencialmente. Estas acciones no dejan de ser pedagógicas y políticas ya que estimulan la participación comunitaria confrontando la lógica individualista que nos impuso el neoliberalismo. Dentro de este escenario plagado de incertidumbres, se puede hacer mucho desde prácticas docentes para revertir, o por lo menos atenuar el fracaso escolar que vaticinan los pregoneros del “holocausto educativo” y esto será a sabiendas que la “escuela es, ante todo, la trinchera ideal para subjetivar y empoderar a sus estudiantes. La escuela pública incluye, resiste y sobrevive en tiempos de pandemia educando sujetos de derecho ”. (*) Psicopedagoga, Orientadora Educacional, Escuelas Públicas de La Matanza, Buenos Aires |
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