Las declaraciones de la portavoz de Economía de la oposición laborista en el Reino Unido fue contundente “La promesa del primer ministro británico Rishi Sunak de que haría crecer la economía ha quedado hecha pedazos, ya no tiene credibilidad para asegurar que su plan de recuperación está funcionando y que está dando la vuelta a la situación después de 14 años de declive conservador”.
Tras celebrarse este 4 de julio las elecciones anticipadas en el Reino Unido, los resultados dieron la razón a todas las encuestas que indicaban una rotunda victoria del Partido Laborista encabezado por Keir Starmer, quien deberá formar nuevo Gobierno.
El conteo oficial dictaminó que el Partido Laborista obtuvo 410 diputados, el Conservador de los tories 131 escaños (el número más bajo en la historia de la posguerra), el Liberal Demócrata 61, Reform UK 13 y otras pequeñas agrupaciones el resto de las bancas. La mayoría en el Parlamento se obtiene con 326.
Los analistas afirman que esa debacle ha sido por la incapacidad de los líderes conservadores para conectarse con las verdaderas necesidades de la población.
De todas formas el próximo Gobierno, según el portal de investigación Bloomberg “se verá acorralado por una deuda elevada, altos tipos de interés y bajo crecimiento»”. El Instituto de Estudios Fiscales (IFS) cree que, para cumplir con el presupuesto, el nuevo Gobierno tendrá que elegir entre opciones muy complicadas como bajar “dolorosos” recortes del gasto en servicios públicos o una subida de impuestos, que ya rozan máximos de casi 80 años.
Paul Johnson, jefe del IFS señala que “El dinero es escaso. Los servicios públicos están crujiendo, los impuestos están en niveles históricamente altos y ambos partidos están limitados por sus claras promesas de reducir la deuda”.
El Reino Unido ha sido uno de los países más afectados por la crisis económica, derivada en parte por las restricciones para la compra de recursos energéticos procedentes de Rusia impuestas a Moscú por su operación militar especial. Londres ha sido uno de los mayores propulsores de imponer medidas coercitivas al gigante euroasiático, lo que le ha provocado una especie de boomerang contra su economía. El país entró en recesión técnica a finales de 2023 luego de dos trimestres consecutivos con resultados negativos.
Aunque durante el período de febrero a abril de 2024 el Producto Interno Bruto (PIB) creció un 0,7% en comparación con los tres meses anteriores, la producción industrial descendió un 0,9% tras una subida del 0,2 % en marzo.
Datos oficiales reflejan que el sector de la construcción se contrajo 1,4% en abril, su tercera caída mensual consecutiva, y descendió 2,2% entre febrero y abril de este año.
Un estudio del Instituto Nacional de Investigación Económica y Social (NIESR) asegura que la décima parte más pobre de los hogares británicos ha sufrido una reducción del 18 %, casi una quinta parte de sus ingresos desde 2019.
La enorme disminución del poder adquisitivo de las familias más pobres de la clase trabajadora, después de la anterior década de austeridad, es devastadora y está provocando una explosión de la pobreza absoluta. Millones de familias no pueden llegar a fin de mes.
Ajustados por la inflación, añade el NIESR, sus ingresos siguen estando un 18 % por debajo de los niveles de 2019-20. Según el grupo de expertos, se trata de una pérdida de unas 4.500 libras esterlinas, incluso después de tener en cuenta los pagos adicionales de ayuda en efectivo del Gobierno.
El prolongado estancamiento y la caída de los salarios, los drásticos recortes financieros a lo que queda del Estado de Bienestar, junto con el aumento más reciente de los precios de la energía, los alimentos y otros productos básicos, han golpeado más duramente a la clase trabajadora. Los más pobres gastan una proporción mucho mayor de sus ingresos en necesidades básicas. Sin margen para recortar gastos, las familias de clase trabajadora cada vez tienen menos dinero incluso para comprar artículos de primera necesidad.
En definitiva, la desafortunada administración conservadora de los tories, encabezada últimamente por Sunak, ha llevado al Reino Unido a uno de sus períodos más decadentes y oscuros de su historia moderna y ahora pagaron en las urnas por sus errores.
Tras celebrarse este 4 de julio las elecciones anticipadas en el Reino Unido, los resultados dieron la razón a todas las encuestas que indicaban una rotunda victoria del Partido Laborista encabezado por Keir Starmer, quien deberá formar nuevo Gobierno. El conteo oficial dictaminó que el Partido Laborista obtuvo 410 diputados, el Conservador de los tories 131 escaños (el número más bajo en la historia de la posguerra), el Liberal Demócrata 61, Reform UK 13 y otras pequeñas agrupaciones el resto de las bancas. La mayoría en el Parlamento se obtiene con 326. Los analistas afirman que esa debacle ha sido por la incapacidad de los líderes conservadores para conectarse con las verdaderas necesidades de la población. De todas formas el próximo Gobierno, según el portal de investigación Bloomberg “se verá acorralado por una deuda elevada, altos tipos de interés y bajo crecimiento»”. El Instituto de Estudios Fiscales (IFS) cree que, para cumplir con el presupuesto, el nuevo Gobierno tendrá que elegir entre opciones muy complicadas como bajar “dolorosos” recortes del gasto en servicios públicos o una subida de impuestos, que ya rozan máximos de casi 80 años. Paul Johnson, jefe del IFS señala que “El dinero es escaso. Los servicios públicos están crujiendo, los impuestos están en niveles históricamente altos y ambos partidos están limitados por sus claras promesas de reducir la deuda”. El Reino Unido ha sido uno de los países más afectados por la crisis económica, derivada en parte por las restricciones para la compra de recursos energéticos procedentes de Rusia impuestas a Moscú por su operación militar especial. Londres ha sido uno de los mayores propulsores de imponer medidas coercitivas al gigante euroasiático, lo que le ha provocado una especie de boomerang contra su economía. El país entró en recesión técnica a finales de 2023 luego de dos trimestres consecutivos con resultados negativos. Aunque durante el período de febrero a abril de 2024 el Producto Interno Bruto (PIB) creció un 0,7% en comparación con los tres meses anteriores, la producción industrial descendió un 0,9% tras una subida del 0,2 % en marzo. Datos oficiales reflejan que el sector de la construcción se contrajo 1,4% en abril, su tercera caída mensual consecutiva, y descendió 2,2% entre febrero y abril de este año. Un estudio del Instituto Nacional de Investigación Económica y Social (NIESR) asegura que la décima parte más pobre de los hogares británicos ha sufrido una reducción del 18 %, casi una quinta parte de sus ingresos desde 2019. La enorme disminución del poder adquisitivo de las familias más pobres de la clase trabajadora, después de la anterior década de austeridad, es devastadora y está provocando una explosión de la pobreza absoluta. Millones de familias no pueden llegar a fin de mes. Ajustados por la inflación, añade el NIESR, sus ingresos siguen estando un 18 % por debajo de los niveles de 2019-20. Según el grupo de expertos, se trata de una pérdida de unas 4.500 libras esterlinas, incluso después de tener en cuenta los pagos adicionales de ayuda en efectivo del Gobierno. El prolongado estancamiento y la caída de los salarios, los drásticos recortes financieros a lo que queda del Estado de Bienestar, junto con el aumento más reciente de los precios de la energía, los alimentos y otros productos básicos, han golpeado más duramente a la clase trabajadora. Los más pobres gastan una proporción mucho mayor de sus ingresos en necesidades básicas. Sin margen para recortar gastos, las familias de clase trabajadora cada vez tienen menos dinero incluso para comprar artículos de primera necesidad. En definitiva, la desafortunada administración conservadora de los tories, encabezada últimamente por Sunak, ha llevado al Reino Unido a uno de sus períodos más decadentes y oscuros de su historia moderna y ahora pagaron en las urnas por sus errores. |
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