Librecambismo versus proteccionismo
Julián Denaro
Trump y Milei, dos modelos que no encajan



Es llamativo que el presidente Milei festeje el triunfo de Trump, con todos los miembros del gobierno vistiendo corbata roja al igual que el electo presidente de EEUU, cuando Trump sostiene un modelo proteccionista, mientras que el gobierno de Milei es extremadamente librecambista, que viene a ser exactamente la antítesis.

Como su nombre lo indica, el proteccionismo se erige a través de políticas de Estado dirigidas a la protección de la propia industria generadora de empleo, mientras que el librecambismo consiste en liberar a los mercados de las políticas gubernamentales.

Para abordar este asunto, es siempre oportuno recordar las palabras de Perón, quien advirtió que la economía libre nunca existió y nunca existirá, ya que la misma es siempre dirigida. O la dirige el Estado para lograr la grandeza de la Nación y la felicidad del pueblo o, de otro modo, la dirigirán las corporaciones financieras trasnacionales para destruir a las Naciones y esclavizar a los pueblos, consiguiendo la desdicha de sus habitantes. Esto último se vuelve irrefutable por la condición de que si a los mercados se los deja en libertad, quienes ostentan el poder ejercen su dominio, sometiendo a todos los demás que quedan desguarnecidos, desprotegidos, sin herramientas para equiparar poder en las disputas.

En el nuevo mundo globalizado, en el cual la producción de los bienes se ha diseminado y desarticulado en busca de los menores costos de producción para cada etapa productiva, se han conformado cadenas globales de valor que maximizan las ganancias de las empresas trasnacionales pero aumentan los niveles de desempleo aún en los países dominantes. Para que se entienda con un ejemplo, empresas de capital norteamericano deciden que buena parte de la producción se realice en países asiáticos en los cuales los costos laborales e impositivos son mucho menores que en su propio país. Así, por pagar menores salarios, una significativa porción de la oferta laboral de EE.UU queda desempleada.

El aumento del desempleo siempre resulta en aumentos de desigualdad y pobreza. Las empresas son más ricas por ser más competitivas pero los pueblos quedan escindidos de sus derechos. Es imposible lograr ser empleado con salarios dignos por una compañía que el mismo trabajo lo consigue pagando sueldos miserables en otros países que se hayan sumidos en una pobreza inhumanamente naturalizada. Se ve con claridad que el aumento de las ganancias de las empresas no va siempre de la mano con la felicidad de los pueblos.

Para revertir esta condición, Donald Trump ha decidido retornar a políticas proteccionistas, las cuales hagan regresar a EEUU las distintas etapas de elaboración de bienes, pero ese resultado sólo se logra a través de la articulación de políticas coordinadas y comandadas desde el Estado. En realidad, si se alcanza el cometido, el aumento de los niveles de empleo consolida una mayor masa salarial en el conjunto del pueblo que por su parte eleva los niveles de consumo. Como resultado, las empresas venden más dentro del país y el Estado recauda más impuestos, los cuales pueden utilizarse para financiar diferentes políticas sociales, que a su vez estimulan el consumo y así la producción generadora de empleo. Eso sí, las ganancias de las corporaciones trasnacionales pueden disminuir al elevarse sus costos y de ese modo perder competitividad en el nuevo mundo globalizado. Por consiguiente, debe decidirse si se favorece a los pueblos o a la ambición desmedida y deshumanizada de las corporaciones dominantes.

Para el caso argentino, las variaciones en los niveles de empleo y pobreza se han sufrido aún con mayor intensidad y padecimiento, según se alternan gobiernos proteccionistas y gobiernos librecambistas. La estructura productiva de nuestro país y el tejido industrial creado fundamentalmente desde el gobierno de Perón 1946-1955 se mantuvo casi inalterado hasta el 24 de marzo de 1976, cuando irrumpió el modelo libre-cambista a través del inicio de la dictadura genocida dirigida desde EE.UU. La apertura indiscriminada de las importaciones hizo que directamente ingresen al país productos finales provenientes de países con muy bajo costo laboral e impositivo, como Taiwán, dejando a nuestra industria imposibilitada de competir.

Así, el desempleo fue aumentando, la industria se fue desarmando y el déficit comercial se fue agigantando por el pago de las importaciones de productos que en lo previo se producían dentro de nuestro país. Adicionalmente, se puso en acción un modelo de valorización bolsista, el cual se conoce como bicicleta financiera y hoy lo esconden bajo su denominación en inglés, carry trade, que pone tasas de interés en pesos mayores que la devaluación, enriqueciendo a los núcleos de poder financiero del mundo en detrimento de la producción local, como lo anticipó Perón en la frase citada al comienzo de esta exposición.

Explicado con los datos del gobierno de Milei, la bici funciona así: entran dólares, se cambian por pesos que se colocan al 4% mensual mientras el precio del dólar sube un 2% cada mes, se vuelven a cambiar por dólares y así ganaron 2% en dólares cada mes. Como se ve, simplificando la explicación, si por cada 100.000 dólares financieros que entran, se retiran cada año 124.000, se produce una ganancia de los núcleos financieros que es pagada por el conjunto del pueblo argentino. En otras palabras más fáciles de entender: nos están robando.

Luego de la dictadura 1976-1983 se recuperó la democracia, pero el gobierno de Alfonsín 1983-1989 no logró revertir los daños y en 1989 ganó las elecciones un candidato que prometía regresar al modelo peronista mediante “salariazo” y “revolución productiva”. Su mandato 1989-1999 se constituyó por contraposición de modelos en el gobierno democrático más antiperonista de la historia hasta ese momento. Se volvió al Librecambismo, se exacerbó la bicicleta financiera y encima se privatizaron todas las empresas del Estado, lo cual abrió el drenaje para una extracción de divisas sin límite. El Estado se había corrido por completo y las corporaciones trasnacionales nos robaron todo. El modelo libre-cambista financiero continuó dos años más bajo la presidencia de De La Rúa, y la consecuencia fue terrible: desempleo del 27%, pobreza del 60% y endeudamiento externo en moneda extranjera del 160% del PBI.

En 2003 se volvió al modelo proteccionista bajo los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner hasta el 2015. Se industrializó nuevamente el país, aumentando el empleo y consolidando superávit comercial, al tiempo que se transformó el capital financiero en capital productivo. En diciembre de 2015, el desempleo era 6%, la pobreza 30% y la deuda externa en moneda extranjera 11%, además de haber duplicado la clase media según los datos del Banco Mundial y tener los salarios y las jubilaciones más altas de Latinoamérica.

Pero nuevamente un modelo librecambista financiero alternó en la historia de nuestro país. El gobierno de Macri 2015-2019 volvió a generar los mismos resultados que la vez anterior con Menem y De La Rúa. El desempleo aumentó al 11%, la pobreza al 40% y el endeudamiento externo en moneda extranjera al 45%. Seguidamente, un gobierno que se quedó a mitad de camino, con Alberto Fernández como presidente 2019-2023, bajó el desempleo al 6% pero no logró revertir los daños profundos del gobierno de Macri.

Milei, en menos de un año de gobierno, con clara tendencia libre-cambista financiera, aumentó la pobreza al 57%, está incrementando la deuda a toda velocidad y pretende privatizar todo. Es momento de sacar conclusiones rápidamente para revertir el deterioro de nuestro país. Pero a tenerlo muy claro: ha quedado expuesto que para lograr la grandeza de la Nación y la felicidad del pueblo hay que enfrentar a las corporaciones dominantes que pretenden robarnos todo.


Es llamativo que el presidente Milei festeje el triunfo de Trump, con todos los miembros del gobierno vistiendo corbata roja al igual que el electo presidente de EEUU, cuando Trump sostiene un modelo proteccionista, mientras que el gobierno de Milei es extremadamente librecambista, que viene a ser exactamente la antítesis.

Como su nombre lo indica, el proteccionismo se erige a través de políticas de Estado dirigidas a la protección de la propia industria generadora de empleo, mientras que el librecambismo consiste en liberar a los mercados de las políticas gubernamentales.

Para abordar este asunto, es siempre oportuno recordar las palabras de Perón, quien advirtió que la economía libre nunca existió y nunca existirá, ya que la misma es siempre dirigida. O la dirige el Estado para lograr la grandeza de la Nación y la felicidad del pueblo o, de otro modo, la dirigirán las corporaciones financieras trasnacionales para destruir a las Naciones y esclavizar a los pueblos, consiguiendo la desdicha de sus habitantes. Esto último se vuelve irrefutable por la condición de que si a los mercados se los deja en libertad, quienes ostentan el poder ejercen su dominio, sometiendo a todos los demás que quedan desguarnecidos, desprotegidos, sin herramientas para equiparar poder en las disputas.

En el nuevo mundo globalizado, en el cual la producción de los bienes se ha diseminado y desarticulado en busca de los menores costos de producción para cada etapa productiva, se han conformado cadenas globales de valor que maximizan las ganancias de las empresas trasnacionales pero aumentan los niveles de desempleo aún en los países dominantes. Para que se entienda con un ejemplo, empresas de capital norteamericano deciden que buena parte de la producción se realice en países asiáticos en los cuales los costos laborales e impositivos son mucho menores que en su propio país. Así, por pagar menores salarios, una significativa porción de la oferta laboral de EE.UU queda desempleada.

El aumento del desempleo siempre resulta en aumentos de desigualdad y pobreza. Las empresas son más ricas por ser más competitivas pero los pueblos quedan escindidos de sus derechos. Es imposible lograr ser empleado con salarios dignos por una compañía que el mismo trabajo lo consigue pagando sueldos miserables en otros países que se hayan sumidos en una pobreza inhumanamente naturalizada. Se ve con claridad que el aumento de las ganancias de las empresas no va siempre de la mano con la felicidad de los pueblos.

Para revertir esta condición, Donald Trump ha decidido retornar a políticas proteccionistas, las cuales hagan regresar a EEUU las distintas etapas de elaboración de bienes, pero ese resultado sólo se logra a través de la articulación de políticas coordinadas y comandadas desde el Estado. En realidad, si se alcanza el cometido, el aumento de los niveles de empleo consolida una mayor masa salarial en el conjunto del pueblo que por su parte eleva los niveles de consumo. Como resultado, las empresas venden más dentro del país y el Estado recauda más impuestos, los cuales pueden utilizarse para financiar diferentes políticas sociales, que a su vez estimulan el consumo y así la producción generadora de empleo. Eso sí, las ganancias de las corporaciones trasnacionales pueden disminuir al elevarse sus costos y de ese modo perder competitividad en el nuevo mundo globalizado. Por consiguiente, debe decidirse si se favorece a los pueblos o a la ambición desmedida y deshumanizada de las corporaciones dominantes.

Para el caso argentino, las variaciones en los niveles de empleo y pobreza se han sufrido aún con mayor intensidad y padecimiento, según se alternan gobiernos proteccionistas y gobiernos librecambistas. La estructura productiva de nuestro país y el tejido industrial creado fundamentalmente desde el gobierno de Perón 1946-1955 se mantuvo casi inalterado hasta el 24 de marzo de 1976, cuando irrumpió el modelo libre-cambista a través del inicio de la dictadura genocida dirigida desde EE.UU. La apertura indiscriminada de las importaciones hizo que directamente ingresen al país productos finales provenientes de países con muy bajo costo laboral e impositivo, como Taiwán, dejando a nuestra industria imposibilitada de competir.

Así, el desempleo fue aumentando, la industria se fue desarmando y el déficit comercial se fue agigantando por el pago de las importaciones de productos que en lo previo se producían dentro de nuestro país. Adicionalmente, se puso en acción un modelo de valorización bolsista, el cual se conoce como bicicleta financiera y hoy lo esconden bajo su denominación en inglés, carry trade, que pone tasas de interés en pesos mayores que la devaluación, enriqueciendo a los núcleos de poder financiero del mundo en detrimento de la producción local, como lo anticipó Perón en la frase citada al comienzo de esta exposición.

Explicado con los datos del gobierno de Milei, la bici funciona así: entran dólares, se cambian por pesos que se colocan al 4% mensual mientras el precio del dólar sube un 2% cada mes, se vuelven a cambiar por dólares y así ganaron 2% en dólares cada mes. Como se ve, simplificando la explicación, si por cada 100.000 dólares financieros que entran, se retiran cada año 124.000, se produce una ganancia de los núcleos financieros que es pagada por el conjunto del pueblo argentino. En otras palabras más fáciles de entender: nos están robando.

Luego de la dictadura 1976-1983 se recuperó la democracia, pero el gobierno de Alfonsín 1983-1989 no logró revertir los daños y en 1989 ganó las elecciones un candidato que prometía regresar al modelo peronista mediante “salariazo” y “revolución productiva”. Su mandato 1989-1999 se constituyó por contraposición de modelos en el gobierno democrático más antiperonista de la historia hasta ese momento. Se volvió al Librecambismo, se exacerbó la bicicleta financiera y encima se privatizaron todas las empresas del Estado, lo cual abrió el drenaje para una extracción de divisas sin límite. El Estado se había corrido por completo y las corporaciones trasnacionales nos robaron todo. El modelo libre-cambista financiero continuó dos años más bajo la presidencia de De La Rúa, y la consecuencia fue terrible: desempleo del 27%, pobreza del 60% y endeudamiento externo en moneda extranjera del 160% del PBI.

En 2003 se volvió al modelo proteccionista bajo los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner hasta el 2015. Se industrializó nuevamente el país, aumentando el empleo y consolidando superávit comercial, al tiempo que se transformó el capital financiero en capital productivo. En diciembre de 2015, el desempleo era 6%, la pobreza 30% y la deuda externa en moneda extranjera 11%, además de haber duplicado la clase media según los datos del Banco Mundial y tener los salarios y las jubilaciones más altas de Latinoamérica.

Pero nuevamente un modelo librecambista financiero alternó en la historia de nuestro país. El gobierno de Macri 2015-2019 volvió a generar los mismos resultados que la vez anterior con Menem y De La Rúa. El desempleo aumentó al 11%, la pobreza al 40% y el endeudamiento externo en moneda extranjera al 45%. Seguidamente, un gobierno que se quedó a mitad de camino, con Alberto Fernández como presidente 2019-2023, bajó el desempleo al 6% pero no logró revertir los daños profundos del gobierno de Macri.

Milei, en menos de un año de gobierno, con clara tendencia libre-cambista financiera, aumentó la pobreza al 57%, está incrementando la deuda a toda velocidad y pretende privatizar todo. Es momento de sacar conclusiones rápidamente para revertir el deterioro de nuestro país. Pero a tenerlo muy claro: ha quedado expuesto que para lograr la grandeza de la Nación y la felicidad del pueblo hay que enfrentar a las corporaciones dominantes que pretenden robarnos todo.


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