El propietario de la empresa de autos eléctricos Tesla de EEUU, Elon Musk, alborotó las redes sociales al admitir que participó en el golpe de estado en Bolivia. “Derrocaremos a quien queramos”, escribió en su cuenta de Twitter, y concluyó señalando, “Deal with it”, algo así como (si no te gusta), “te jodes”.
Una publicación del magnate en la red social Twitter, admitiendo su participación efectiva en las movilizaciones de octubre y noviembre que provocaron la destitución de Evo Morales, alborotaron las redes sociales logrando que el nombre “Elon Musk”, se convierta en tendencia.
El intercambio de tuits entre los seguidores del ejecutivo de SpaceX y Telsa, surgió a propósito de un tuit inicial que publicó Elon Musk, en el que cuestionó una medida económica del gobierno de EEUU en torno a un paquete de beneficios sociales que en este momento está en el centro de la polémica en el país del norte,
“Otro paquete de estímulo del gobierno no está en el mejor interés de la gente”, tuiteó, en lo que fue una opinión política de orden local.
“El objetivo del Gobierno (de EEUU) debe ser maximizar la felicidad de las personas. Darle dinero a cada persona les permite decidir qué satisface sus necesidades, en lugar de la herramienta contundente de la legislación, que crea intereses especiales de interés personal”, escribió el magnate, intentando explicar el proverbio de los pescados, aforismo que suelen repetir todos los empresarios del mundo (según el cual es mejor enseñar a pescar que regalar pescado). Sin embargo, aclaró que él estaba de acuerdo con ciertas medidas sociales del gobierno norteamericano: “Como recordatorio, estoy a favor del ingreso básico universal”, publicó.
Fue entonces cuando en el intercambio de opiniones, un usuario llamado “Armani” (@historyofarmani), le recordó al empresario de automóviles eléctricos que “el golpe de estado en Bolivia”, no fue lo mejor para los bolivianos, que ahora atraviesan una difícil situación por la pandemia, que las elecciones fueron nuevamente postergadas y que la postergación de las elecciones, se interpretaba como un nuevo golpe de estado.
“¿Sabes lo que no era lo mejor para la gente? El gobierno de los Estados Unidos organizó un golpe de estado contra Evo Morales en Bolivia para que pudieras obtener el litio allí”, le espetó “Armani” (@historyofarmani).
Fue entonces cuando Elon Musk, respondió con toda la carga de sus miles de millones de dólares: “Derrocaremos a quien queramos, te jodes”, escribió.
Evo Morales, el presidente depuesto, a través de su cuenta de Twitter salió al cruce de las declaraciones del magnate, señalando que, desde el inicio del golpe de Estado, existían decenas de indicios del financiamiento y la entrega de armas a grupos de paramilitares para quebrar el orden constitucional que permitiría a EEUU hincarle el diente a uno de los bienes mas preciados de este siglo: “Otra prueba más de que el golpe fue por el litio boliviano; y dos masacres como saldo. ¡Defenderemos siempre nuestros recursos!”, remarcó en la red social Twitter, recordando la sangre derramada para favorecer la angurria de poder, de los dueños del mundo.
La primera de las masacres (15/11/19), se perpetró al ingreso de la ciudad de Cochabamba, tres días después sucedió lo mismo en la zona de Senkata, de la ciudad de El Alto de La Paz. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), calificó ambos acontecimientos como “masacres”. Según un informe de la Defensoría del Pueblo de Bolivia, las primeras dos semanas del golpe, fueron asesinadas por el ejército 38 personas, más de 2000 fueron sometidas a vejámenes y torturas, y fueron detenidas unas 5000.
Desde el inicio de la gestión del gobierno de facto, existieron “guiños” entre el dueño de la transnacional de vehículos eléctricos y el actual equipo de ministros y colaboradores de Jeaninne Áñez.
El 19 de febrero, ante el anuncio de que el presidente de Brasil, viajaría a Estados Unidos para tratar de convencer al fabricante de vehículos eléctricos Elon Musk, de establecer una planta en su país, el empresario y político, Samuel Doria Medina, envió una primera señal pública del gobierno, al magnate norteamericano.
“@jairbolsonaro busca convencer a @elonmusk de montar una fábrica de autos eléctricos Tesla en Brasil. Propongo que hagamos un proyecto brasileño-boliviano para que nosotros pongamos las baterías de estos autos con el litio de Uyuni”, publicó en Twitter el empresario del cemento, entusiasmado en el proyecto norteamericano-brasileño, en el que Bolivia, como en toda su tortuosa existencia, volvería a entregar sus recursos naturales para favorecer el apetito de los intereses transnacionales (Cabe recordar que Brasil, junto a la Argentina de Macri, participaron en la primera línea del golpe).
El 2 de abril, ante el ofrecimiento del multimillonario de donar respiradores artificiales a los países que tienen dificultades para combatir el coronavirus, el gobierno de facto envió una triste carta a Elon Musk, en la que le hace saber que regresa a su destino pedigüeño.
La cartita fue traducida al inglés por Mohammed Mostajo, (entonces) embajador de Ciencia y Tecnología (actualmente prófugo de la justicia por haber participado en la compra con sobre precio de 170 respiradores artificiales de industria española).
El gobierno de Bolivia, envió al multimillonario una cándida misiva redactada en inglés, confundiendo al magnate con la madre Teresa. La carta, firmada por la canciller Karen Longaric, hace referencia a la difícil situación que atraviesa el país y le pide al millonario “abrir su bondadoso corazón”. Añade que, “si los respiradores no pueden ser enviados a Bolivia, los pueden dejar en Miami y el Gobierno gestionará su traslado al país”.
Se desconoce si el empresario leyó (o no) la carta del gobierno, pero a Bolivia no llegó ni un solo respirador de parte suya. Y como además ministros y viceministros, se robaron la plata con la cual se debían adquirir equipos médicos y respiradores, las personas continúan muriéndose en las puertas de los hospitales, sin una molécula de aire en los pulmones.
Lo cierto es que ningún empresario, llega a empresario, haciendo obras de caridad, sino haciendo todo lo contrario.
Como a todo acaudalado a Elon Musk, le tiene sin cuidado el parecer de los mortales y no tiene problema en admitir exaltado haber perpetrado un crimen, “Derrocaremos a quien queramos, te jodes”.
Si los golpistas logran volver a postergar las elecciones, el quinto hombre más rico del mundo (según la revista Forbes), ya se imagina tomándose la primera selfi en el Salar de Uyuni.
Alguna otra cosa habrá enviado a Bolivia Elon Musk, pero respiradores no fueron.
Antes del golpe, durante el golpe y después del golpe, Elon Musk, repartió millones de dólares entre los políticos conservadores, la policía, los militares, los medios de comunicación y un grupo de racistas, denominados, pititas.
Con la ayuda de los medios de comunicación y de la OEA, lograron instalar en la población la idea de que hubo fraude. Después los policías se plegaron al golpe, los militares e incluso los obreros, y después, ya no hubo después.
Marco Pumari, se llama una de las estrellas de Tesla, es un joven dirigente del comité Cívico de Potosí, dos meses antes del golpe (agosto 2019), implementó un sistemático bloqueo para aislar al departamento del resto del país y desgastar a Evo Morales.
Los días previos al golpe de Estado, jovenzuelos torturaron e incendiaron los domicilios de los dirigentes afines al gobierno de Evo. Quizá el ejemplo mas conocido, sea el del ex ministro de Minería César Navarro, que después de que una turba quemara su casa en Potosí, fue obligado a renunciar, bajo amenaza de asesinar a sus familiares.
Desde “el triunfo” del golpe de estado a nuestros días, las acciones de Tesla se multiplicaron en 600 por ciento.
Según la edición de la revista Forbes del 21 de julio de 2020, el patrimonio neto de Musk superó los 74,000 millones de dólares, lo que significa que ahora es la quinta persona más rica del planeta.
Tesla, es una empresa norteamericana propiedad de Elon Musk, vende automóviles eléctricos y baterías de LITIO.
Bolivia, pequeño país encerrado en la angustia de 500 años, asomó el pescuezo por la ventana y sintió el aire fresco de la dignidad limpita como la mañana, entonces un balazo, como un tremendo mordisco, le arrancó una parte del brazo.
Era Elon Musk, que llegaba con los muchachos de la tele, a encender la hoguera para quemar vivo al país que quiso creer que podía torcer su destino.
El propietario de la empresa de autos eléctricos Tesla de EEUU, Elon Musk, alborotó las redes sociales al admitir que participó en el golpe de estado en Bolivia. “Derrocaremos a quien queramos”, escribió en su cuenta de Twitter, y concluyó señalando, “Deal with it”, algo así como (si no te gusta), “te jodes”. Una publicación del magnate en la red social Twitter, admitiendo su participación efectiva en las movilizaciones de octubre y noviembre que provocaron la destitución de Evo Morales, alborotaron las redes sociales logrando que el nombre “Elon Musk”, se convierta en tendencia. El intercambio de tuits entre los seguidores del ejecutivo de SpaceX y Telsa, surgió a propósito de un tuit inicial que publicó Elon Musk, en el que cuestionó una medida económica del gobierno de EEUU en torno a un paquete de beneficios sociales que en este momento está en el centro de la polémica en el país del norte, “El objetivo del Gobierno (de EEUU) debe ser maximizar la felicidad de las personas. Darle dinero a cada persona les permite decidir qué satisface sus necesidades, en lugar de la herramienta contundente de la legislación, que crea intereses especiales de interés personal”, escribió el magnate, intentando explicar el proverbio de los pescados, aforismo que suelen repetir todos los empresarios del mundo (según el cual es mejor enseñar a pescar que regalar pescado). Sin embargo, aclaró que él estaba de acuerdo con ciertas medidas sociales del gobierno norteamericano: “Como recordatorio, estoy a favor del ingreso básico universal”, publicó. Fue entonces cuando en el intercambio de opiniones, un usuario llamado “Armani” (@historyofarmani), le recordó al empresario de automóviles eléctricos que “el golpe de estado en Bolivia”, no fue lo mejor para los bolivianos, que ahora atraviesan una difícil situación por la pandemia, que las elecciones fueron nuevamente postergadas y que la postergación de las elecciones, se interpretaba como un nuevo golpe de estado. “¿Sabes lo que no era lo mejor para la gente? El gobierno de los Estados Unidos organizó un golpe de estado contra Evo Morales en Bolivia para que pudieras obtener el litio allí”, le espetó “Armani” (@historyofarmani). Fue entonces cuando Elon Musk, respondió con toda la carga de sus miles de millones de dólares: “Derrocaremos a quien queramos, te jodes”, escribió. Evo Morales, el presidente depuesto, a través de su cuenta de Twitter salió al cruce de las declaraciones del magnate, señalando que, desde el inicio del golpe de Estado, existían decenas de indicios del financiamiento y la entrega de armas a grupos de paramilitares para quebrar el orden constitucional que permitiría a EEUU hincarle el diente a uno de los bienes mas preciados de este siglo: “Otra prueba más de que el golpe fue por el litio boliviano; y dos masacres como saldo. ¡Defenderemos siempre nuestros recursos!”, remarcó en la red social Twitter, recordando la sangre derramada para favorecer la angurria de poder, de los dueños del mundo. Desde el inicio de la gestión del gobierno de facto, existieron “guiños” entre el dueño de la transnacional de vehículos eléctricos y el actual equipo de ministros y colaboradores de Jeaninne Áñez. El 19 de febrero, ante el anuncio de que el presidente de Brasil, viajaría a Estados Unidos para tratar de convencer al fabricante de vehículos eléctricos Elon Musk, de establecer una planta en su país, el empresario y político, Samuel Doria Medina, envió una primera señal pública del gobierno, al magnate norteamericano. “@jairbolsonaro busca convencer a @elonmusk de montar una fábrica de autos eléctricos Tesla en Brasil. Propongo que hagamos un proyecto brasileño-boliviano para que nosotros pongamos las baterías de estos autos con el litio de Uyuni”, publicó en Twitter el empresario del cemento, entusiasmado en el proyecto norteamericano-brasileño, en el que Bolivia, como en toda su tortuosa existencia, volvería a entregar sus recursos naturales para favorecer el apetito de los intereses transnacionales (Cabe recordar que Brasil, junto a la Argentina de Macri, participaron en la primera línea del golpe). El 2 de abril, ante el ofrecimiento del multimillonario de donar respiradores artificiales a los países que tienen dificultades para combatir el coronavirus, el gobierno de facto envió una triste carta a Elon Musk, en la que le hace saber que regresa a su destino pedigüeño. La cartita fue traducida al inglés por Mohammed Mostajo, (entonces) embajador de Ciencia y Tecnología (actualmente prófugo de la justicia por haber participado en la compra con sobre precio de 170 respiradores artificiales de industria española). El gobierno de Bolivia, envió al multimillonario una cándida misiva redactada en inglés, confundiendo al magnate con la madre Teresa. La carta, firmada por la canciller Karen Longaric, hace referencia a la difícil situación que atraviesa el país y le pide al millonario “abrir su bondadoso corazón”. Añade que, “si los respiradores no pueden ser enviados a Bolivia, los pueden dejar en Miami y el Gobierno gestionará su traslado al país”. Se desconoce si el empresario leyó (o no) la carta del gobierno, pero a Bolivia no llegó ni un solo respirador de parte suya. Y como además ministros y viceministros, se robaron la plata con la cual se debían adquirir equipos médicos y respiradores, las personas continúan muriéndose en las puertas de los hospitales, sin una molécula de aire en los pulmones. Lo cierto es que ningún empresario, llega a empresario, haciendo obras de caridad, sino haciendo todo lo contrario. Como a todo acaudalado a Elon Musk, le tiene sin cuidado el parecer de los mortales y no tiene problema en admitir exaltado haber perpetrado un crimen, “Derrocaremos a quien queramos, te jodes”. Si los golpistas logran volver a postergar las elecciones, el quinto hombre más rico del mundo (según la revista Forbes), ya se imagina tomándose la primera selfi en el Salar de Uyuni. Alguna otra cosa habrá enviado a Bolivia Elon Musk, pero respiradores no fueron. Antes del golpe, durante el golpe y después del golpe, Elon Musk, repartió millones de dólares entre los políticos conservadores, la policía, los militares, los medios de comunicación y un grupo de racistas, denominados, pititas. Con la ayuda de los medios de comunicación y de la OEA, lograron instalar en la población la idea de que hubo fraude. Después los policías se plegaron al golpe, los militares e incluso los obreros, y después, ya no hubo después. Marco Pumari, se llama una de las estrellas de Tesla, es un joven dirigente del comité Cívico de Potosí, dos meses antes del golpe (agosto 2019), implementó un sistemático bloqueo para aislar al departamento del resto del país y desgastar a Evo Morales. Los días previos al golpe de Estado, jovenzuelos torturaron e incendiaron los domicilios de los dirigentes afines al gobierno de Evo. Quizá el ejemplo mas conocido, sea el del ex ministro de Minería César Navarro, que después de que una turba quemara su casa en Potosí, fue obligado a renunciar, bajo amenaza de asesinar a sus familiares. Desde “el triunfo” del golpe de estado a nuestros días, las acciones de Tesla se multiplicaron en 600 por ciento. Según la edición de la revista Forbes del 21 de julio de 2020, el patrimonio neto de Musk superó los 74,000 millones de dólares, lo que significa que ahora es la quinta persona más rica del planeta. Tesla, es una empresa norteamericana propiedad de Elon Musk, vende automóviles eléctricos y baterías de LITIO. Bolivia, pequeño país encerrado en la angustia de 500 años, asomó el pescuezo por la ventana y sintió el aire fresco de la dignidad limpita como la mañana, entonces un balazo, como un tremendo mordisco, le arrancó una parte del brazo. Era Elon Musk, que llegaba con los muchachos de la tele, a encender la hoguera para quemar vivo al país que quiso creer que podía torcer su destino. |
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