Desde la Revista H tuvimos la oportunidad de compartir una interesante, explicativa y amena charla con Ana Alli, Juan Pablo Burwiel y Melisa Reynoso, compiladores del libro que escriben y desarrollan junto a varies autores; “Salud mental y géneros, una perspectiva transfeminista”. Mismo que está próximo a presentarse en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, en su 47o edición. En esta ocasión pudimos aprovechar para informarnos acerca de las motivaciones de este grupo interdisciplinario de profesionales en lo que refiere a salud mental, géneros y disidencias. Sus expectativas con respecto al alcance de este importante material de divulgación y conocimiento, así como también, qué les impulsó a afrontar una tarea tan ardua como satisfactoria.
El libro es editado por Acercándonos Ediciones y lo podrás encontrar en el stand 337 de nuestro sello, en el pabellón azul a partir del día 27 de abril.
—Ana, Pablo y Melisa, ustedes han compilado este indispensable libro, y en él participan varies autores, ¿Pueden contarnos qué les unió en la tarea de escribir y transitar este camino juntes?
—Somos tres trabajadores de la salud, que de alguna manera nos sentimos interpelados por los padecimientos que atravesaban las mujeres y disidencias. En un primer momento notamos, junto a otres trabajadores, que los atravesamientos y la desigualdad de género producían efectos deteriorantes de la salud, pero también que incluir la perspectiva de género en los procesos de atención producía efectos saludables en las personas.
Luego, comenzamos a organizar un ciclo de formación presencial y ya en pandemia, virtual, sobre el tema ya que veíamos que había interés por parte de les trabajadores, que no venían de la militancia del feminismo, en adquirir herramientas para poder incluir en sus practicas estas perspectivas y que muchas veces las buenas intenciones se confundían con un abordaje critico de las desigualdades de género generando prácticas iatrogénicas.
Esta experiencia formativa derivó en darle lugar a un libro que recuperara esas temáticas abordadas por diversas personas comprometidas con la salud desde perspectivas transfeministas, porque sabemos que un libro aún es una herramienta indispensable de divulgación de saberes ya que como decimos en la introducción del libro en plena era de lo efímero, seguimos creyendo en el poder transformador y comunitario de ese producto cultural que organiza ideas y condensa pasiones, para que viajen, tomen otras latitudes y se multipliquen las prácticas y los saberes.
—Tratar la temática de salud mental con perspectiva de género no es algo habitual, me imagino que debe ser disruptivo en instituciones tan conservadoras cómo los hospitales o los mal llamados neuropsiquiátricos, ¿es así?
—Tal vez no tan disruptivo, pero por lo menos fue novedoso por la diversidad de tramas, y prácticas reflexivas que se inauguraron. Empezar a discutir la perspectiva de género en los procesos de salud habilitó estrategias innovadoras en los tratamientos de las usuarias. También permitió comenzar un intercambio muy dinámico y fructífero entre el campo de salud y otros sectores. De esta potencia en los encuentros y la vocación de mejorar las prácticas surge el ciclo formativo que contamos antes.
Una vez lanzada la propuesta, nos llamó la atención la gran participación e interés de los participantes en estos espacios, la diversidad de les mismxs, de sus pertenencias institucionales. A su vez esto, se vio favorecido por la promoción de La ley de Salud mental ya que ésta fue contribuyendo a quebrar el conservadurismo dentro de los hospitales monovalentes de salud mental. En esta línea, la chispa que encendió las transformaciones en el campo de la salud mental despliega una inercia que es concomitante con otras luchas o transformaciones
colectivas.
En la medida en que se abre la oportunidad de mejorar la calidad de vida de la población más vulnerable resulta atractivo comenzar a construir nuevas intersecciones, como este caso, puede ser la salud y los transfeminismos. Sin embargo, aún queda mucho camino y creemos que este libro puede ser un aporte más a generar esos cambios.
—En el libro se cuestionan las viejas prácticas y las formas patriarcales de las mismas. Cuéntanos un poco acerca de la dificultad para cambiar, como dicen ustedes mismas en el libro, el paradigma en lo que hace a la salud mental. ¿Cuál sería ese nuevo paradigma?
—El nuevo paradigma en salud mental tuvo como una de sus consignas transformar los tratamientos y los cuidados a lxs usuarixs de salud mental. Dentro de esto, cuestionar las prácticas de encierro funcionó como bandera para reconocer y reivindicar los derechos humanos de esta población.
Lo que vale la pena destacar de esto, es que las las vulneraciones a lxs usuarixs de salud mental no se correspondía solamente a prácticas coyunturales de los equipos de salud o perspectivas que hacían a lo meramente cultural. Esta situación se correspondía a un modo más, en que las desigualdades de la sociedad se expresaban, por lo que existía un trasfondo político que degradaba las condiciones de vida de lxs usuarixs de salud mental. En este sentido, los modos de vulnerar sectores subalternos por más que en apariencia se diferencien, terminan de confluir en procesos complejos e integrados de exclusión. Así el género, la pobreza y la locura tuvieron formas específicas de abordaje donde la privación simbólica, material y la suspensión
sistemática de derechos afianzó condiciones de vulnerabilidad para cierta población.
Por eso, no nos resulta extraño ni distante trabajar la intersección entre salud mental y género en tanto sus nuevos paradigmas confluyen para promover sentidos de justicia e igualdad que impacten en la calidad de vida de estos sectores. Los nuevos paradigmas, de ahí su nombre, no son sólo reformas en las concepciones de la ciudadanía o la comunidad; la noción de paradigma nos orienta a pensar en criticar ideas conservadores que incidan en prácticas que transformen los modos de relacionarnos y reviertan las lógicas colectivas de opresión. Como dice Franco Basaglia: “propongo la siguiente alternativa: del pesimismo de la razón al optimismo de la práctica. Es solamente así cómo podemos cambiar el mundo, de otra manera nos mantendremos siempre esclavos de militares y de médicos” ... y del machismo; eso lo agregamos nosotrxs.
El libro es editado por Acercándonos Ediciones y lo podrás encontrar en el stand 337 de nuestro sello, en el pabellón azul a partir del día 27 de abril. —Ana, Pablo y Melisa, ustedes han compilado este indispensable libro, y en él participan varies autores, ¿Pueden contarnos qué les unió en la tarea de escribir y transitar este camino juntes? —Somos tres trabajadores de la salud, que de alguna manera nos sentimos interpelados por los padecimientos que atravesaban las mujeres y disidencias. En un primer momento notamos, junto a otres trabajadores, que los atravesamientos y la desigualdad de género producían efectos deteriorantes de la salud, pero también que incluir la perspectiva de género en los procesos de atención producía efectos saludables en las personas. Luego, comenzamos a organizar un ciclo de formación presencial y ya en pandemia, virtual, sobre el tema ya que veíamos que había interés por parte de les trabajadores, que no venían de la militancia del feminismo, en adquirir herramientas para poder incluir en sus practicas estas perspectivas y que muchas veces las buenas intenciones se confundían con un abordaje critico de las desigualdades de género generando prácticas iatrogénicas. Esta experiencia formativa derivó en darle lugar a un libro que recuperara esas temáticas abordadas por diversas personas comprometidas con la salud desde perspectivas transfeministas, porque sabemos que un libro aún es una herramienta indispensable de divulgación de saberes ya que como decimos en la introducción del libro en plena era de lo efímero, seguimos creyendo en el poder transformador y comunitario de ese producto cultural que organiza ideas y condensa pasiones, para que viajen, tomen otras latitudes y se multipliquen las prácticas y los saberes. —Tratar la temática de salud mental con perspectiva de género no es algo habitual, me imagino que debe ser disruptivo en instituciones tan conservadoras cómo los hospitales o los mal llamados neuropsiquiátricos, ¿es así? —Tal vez no tan disruptivo, pero por lo menos fue novedoso por la diversidad de tramas, y prácticas reflexivas que se inauguraron. Empezar a discutir la perspectiva de género en los procesos de salud habilitó estrategias innovadoras en los tratamientos de las usuarias. También permitió comenzar un intercambio muy dinámico y fructífero entre el campo de salud y otros sectores. De esta potencia en los encuentros y la vocación de mejorar las prácticas surge el ciclo formativo que contamos antes. Una vez lanzada la propuesta, nos llamó la atención la gran participación e interés de los participantes en estos espacios, la diversidad de les mismxs, de sus pertenencias institucionales. A su vez esto, se vio favorecido por la promoción de La ley de Salud mental ya que ésta fue contribuyendo a quebrar el conservadurismo dentro de los hospitales monovalentes de salud mental. En esta línea, la chispa que encendió las transformaciones en el campo de la salud mental despliega una inercia que es concomitante con otras luchas o transformaciones En la medida en que se abre la oportunidad de mejorar la calidad de vida de la población más vulnerable resulta atractivo comenzar a construir nuevas intersecciones, como este caso, puede ser la salud y los transfeminismos. Sin embargo, aún queda mucho camino y creemos que este libro puede ser un aporte más a generar esos cambios. —En el libro se cuestionan las viejas prácticas y las formas patriarcales de las mismas. Cuéntanos un poco acerca de la dificultad para cambiar, como dicen ustedes mismas en el libro, el paradigma en lo que hace a la salud mental. ¿Cuál sería ese nuevo paradigma? —El nuevo paradigma en salud mental tuvo como una de sus consignas transformar los tratamientos y los cuidados a lxs usuarixs de salud mental. Dentro de esto, cuestionar las prácticas de encierro funcionó como bandera para reconocer y reivindicar los derechos humanos de esta población. Lo que vale la pena destacar de esto, es que las las vulneraciones a lxs usuarixs de salud mental no se correspondía solamente a prácticas coyunturales de los equipos de salud o perspectivas que hacían a lo meramente cultural. Esta situación se correspondía a un modo más, en que las desigualdades de la sociedad se expresaban, por lo que existía un trasfondo político que degradaba las condiciones de vida de lxs usuarixs de salud mental. En este sentido, los modos de vulnerar sectores subalternos por más que en apariencia se diferencien, terminan de confluir en procesos complejos e integrados de exclusión. Así el género, la pobreza y la locura tuvieron formas específicas de abordaje donde la privación simbólica, material y la suspensión Por eso, no nos resulta extraño ni distante trabajar la intersección entre salud mental y género en tanto sus nuevos paradigmas confluyen para promover sentidos de justicia e igualdad que impacten en la calidad de vida de estos sectores. Los nuevos paradigmas, de ahí su nombre, no son sólo reformas en las concepciones de la ciudadanía o la comunidad; la noción de paradigma nos orienta a pensar en criticar ideas conservadores que incidan en prácticas que transformen los modos de relacionarnos y reviertan las lógicas colectivas de opresión. Como dice Franco Basaglia: “propongo la siguiente alternativa: del pesimismo de la razón al optimismo de la práctica. Es solamente así cómo podemos cambiar el mundo, de otra manera nos mantendremos siempre esclavos de militares y de médicos” ... y del machismo; eso lo agregamos nosotrxs. |
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