Después del macrismo: entrega del patrimonio nacional a los capitales concentrados, desmantelamiento del sector industrial, científico, tenológico, y cuando parecía que comenzaba a amanecer en la Argentina, un nuevo virus, en principio menos fatal que el PRO y sus aliados, azota nuestros nuevos tiempos.
Históricamente el capitalismo se alimenta de las crisis que él mismo ocasiona. Antes que el corona virus impactara en la vida del planeta la crisis civilizatoria del capitalismo en su faz neoconservadora -a la que de modo no científico llaman neoliberal- avanzaba hacia un agravamiento cualitativo. Hoy el COVID-19 la empuja hacia el colapso.
Esta es la hipótesis en la que más me apoyo para entender la subestimación que han hecho muchos primeros mandatarios de los “países del primer mundo”, subestimación que en realidad encubre el objetivo de planificar acciones para hacer recaer esta crisis sobre los pueblos, ya no solo de los continentes “atrasados y/o emergentes”, sino que alcanza una escalada que en Europa y en EEUU ya es catastrófica.
A estas ilusiones adhieren los borders de la política, que desgraciadamente son los que gobiernan dos de los tres Estados más grandes de la región, Brasil y Estados Unidos. Mi hipótesis toma como respaldo las aberraciones que han hecho e instado a hacer en otros momentos de la historia los países imperialistas. De ahí que insistan en anular las cuarentenas y “abrir la economía”, total los contagiados y muertos, como en Bérgamo, serán los trabajadores y sus familias, pero la ganancia seguirá creciendo.
Claro está que esas ilusiones tienen poco asidero, aún no se alcanza a medir la magnitud de la caída económica que sobrevendrá al término de la pandemia. Los economistas de sus propias instituciones bancarias estiman que puede ser peor que la crisis de 1929. Tampoco hay claridad de qué cambios se están gestando en el ideario social y en la subjetividad popular; cambios que seguramente no serán pequeños ni lineales.
Creo que estos son los ejes para pensar las perspectivas pospandemia sin entretenernos en reflexionar sobre la génesis del virus porque podemos extendernos hasta el infinito de tecleos en un maremágnum de elucubraciones, ya que la perversión de algunos puede ser inimaginable.
Para entrar en el contenido de la nueva edición digital de nuestra querida revista, proponemos la indispensable tarea de repensar estos temas que hoy nos ocupan y nos preocupan. Es por eso que teniendo en cuenta la monstruosa saturación a que ha sido sometida la sociedad en lo que se refiere a las interminables noticias negativas y al insistente –e innegablemente necesario- llamado a tomar medidas sanitarias personales, es que nos decidimos a atacar desde otro lugar al virus que ha ocasionado la pandemia: nuestra arma, nuestra vacuna y nuestra cura será la cultura.
Por primera vez en cuarenta y cinco años ininterrumpidos, la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires no se va a realizar a causa de la cuarentena. En el mes histórico del homenaje a las letras, hemos decidido publicar, en las diez primeras notas de nuestra revista cuentos cortos. Cinco, de autores argentinos, provenientes de diferentes provincias, y que quizá muchos no conozcan; y otros cinco, de escritores latinoamericanos que han trascendido las fronteras de sus países con sus obras. Con estos relatos oponemos la imaginación al desconsuelo, la creatividad al temor, el arte al virus.
Nuestra publicación cuenta también con indispensables escritos de Ezequiel Alfieri, Fernando Santana, Fernando Lázaro, Thania Saucedo, Viviana Valdez, Rogelio Roldán, Oscar Oriolo, Julián Denaro, Victoria Masllorens, Esther Pineda G., Guido Fernández Parmo, Orlando Gómez, Denise Lisette Bilsky y Ana Ávila, y se sumarán diez compañeros con sus aportes las semanas siguientes.
Los tiempos que nos esperan no serán fáciles, cuidarnos es la única solución. Y en esa tarea, cuidar nuestra mente es tan importante como cuidar nuestro cuerpo. Este pequeño gran aporte que ofrecemos va en forma de notas, videos, ilustraciones y fotos con un conglomerado de bits que intenta ser un lugar desde donde poder resurgir mejores.
Entendamos de una vez por todas que el futuro es solidaridad. De lo contrario, la humanidad está en peligro de extinción.
Después del macrismo: entrega del patrimonio nacional a los capitales concentrados, desmantelamiento del sector industrial, científico, tenológico, y cuando parecía que comenzaba a amanecer en la Argentina, un nuevo virus, en principio menos fatal que el PRO y sus aliados, azota nuestros nuevos tiempos. Históricamente el capitalismo se alimenta de las crisis que él mismo ocasiona. Antes que el corona virus impactara en la vida del planeta la crisis civilizatoria del capitalismo en su faz neoconservadora -a la que de modo no científico llaman neoliberal- avanzaba hacia un agravamiento cualitativo. Hoy el COVID-19 la empuja hacia el colapso. Esta es la hipótesis en la que más me apoyo para entender la subestimación que han hecho muchos primeros mandatarios de los “países del primer mundo”, subestimación que en realidad encubre el objetivo de planificar acciones para hacer recaer esta crisis sobre los pueblos, ya no solo de los continentes “atrasados y/o emergentes”, sino que alcanza una escalada que en Europa y en EEUU ya es catastrófica. A estas ilusiones adhieren los borders de la política, que desgraciadamente son los que gobiernan dos de los tres Estados más grandes de la región, Brasil y Estados Unidos. Mi hipótesis toma como respaldo las aberraciones que han hecho e instado a hacer en otros momentos de la historia los países imperialistas. De ahí que insistan en anular las cuarentenas y “abrir la economía”, total los contagiados y muertos, como en Bérgamo, serán los trabajadores y sus familias, pero la ganancia seguirá creciendo. Claro está que esas ilusiones tienen poco asidero, aún no se alcanza a medir la magnitud de la caída económica que sobrevendrá al término de la pandemia. Los economistas de sus propias instituciones bancarias estiman que puede ser peor que la crisis de 1929. Tampoco hay claridad de qué cambios se están gestando en el ideario social y en la subjetividad popular; cambios que seguramente no serán pequeños ni lineales. Creo que estos son los ejes para pensar las perspectivas pospandemia sin entretenernos en reflexionar sobre la génesis del virus porque podemos extendernos hasta el infinito de tecleos en un maremágnum de elucubraciones, ya que la perversión de algunos puede ser inimaginable. Para entrar en el contenido de la nueva edición digital de nuestra querida revista, proponemos la indispensable tarea de repensar estos temas que hoy nos ocupan y nos preocupan. Es por eso que teniendo en cuenta la monstruosa saturación a que ha sido sometida la sociedad en lo que se refiere a las interminables noticias negativas y al insistente –e innegablemente necesario- llamado a tomar medidas sanitarias personales, es que nos decidimos a atacar desde otro lugar al virus que ha ocasionado la pandemia: nuestra arma, nuestra vacuna y nuestra cura será la cultura. |
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