Todo lo que nos enseñó el 2020
Mayra Navarro (*)
La política sanitaria de Jeanine Añez empujó a una privatización de la salud, la sobrevivencia de uno mismo debía ser voluntaria e individual pues el gobierno demostró que no iba a actuar de manera inmediata.


El 2020 nos trajo muchas sorpresas especialmente a les militantes de izquierda que creíamos que levantarnos iba a costar tiempo, los golpes que sufrimos no fueron pequeños desde la persecución sistemática a todo dirigente sindical de distintos distritos en las ciudades de Bolivia hasta las ex autoridades del gobierno de Evo Morales. El gobierno de facto de Jeanine Añez fue el error histórico de Bolivia.

El año inauguró un periodo lleno de desafíos para la derecha en un sentido de sobrevivencia, después de 19 años la oligarquía cruceña volvió a dirigir el gobierno y sus objetivos políticos fueron con los que dieron el golpe de estado: la destrucción del instrumento político y los movimientos sociales organizados en la estructura del MAS. Las tácticas que desarrollaron no se cerraron en esta primera premisa, por lo que, se podría decir que el oligopolio de la información, la creación del enemigo enfocado en el MAS y la privatización escalonada de las empresas estratégicas comenzando en las reservas de gas hasta la planta de litio, constituyó la agenda política de una derecha conservadora lista para quedarse.

Su primer desafío: convencer que la figura fémina en la presidencia podía cambiar el curso de las decisiones agresivas del Estado con la sociedad civil ocultando la incapacidad de liderazgo. Los dos primeros meses de la gestión del 2019 mostraron a una presidenta sonriente, cuerpo deportivo y cabello rubio, todas estas palabras sirvieron para cambiar el sistema de valores lingüísticos para ocultar las masacres de Senkata, Sacaba, Betanzos y Huayllani. Es por eso por lo que el 2020 los medios de comunicación televisivos se disputaron entrevistas personales a Jeanine, como si la sangre derramada, las desapariciones forzosas y la persecución política no tuvieran espacio para el nuevo sistema de valores.

La narrativa mediática fue consolidando la imagen del gobierno de facto como bueno en comparación al de Evo Morales como “malo”, esta simple dicotomización tuvo su incidencia dentro del sentido común pues si el gobierno pasado tuvo muchos errores este gobierno era la “salvación” y por ende las decisiones que tomaran no deberían ser citadas más sí ser aplaudidas.

Con un camino despejado Jeanine y su gobierno transitorio –de facto- no se demoró ni dos meses en ser denunciado por corrupción donde la cartera del ministerio de minería estaba implicado en vender puestos de trabajo, esto no impidió a Jeanine y a su partido a consolidarse como proyecto político pues el 25 de enero anunció su candidatura a las elecciones nacionales, tal postulación no fue un acto más detrás de ella se encontró toda la derecha rancia de Bolivia: Samuel Doria Medina, Luis Revilla, Adrián Olivo, Ernesto Suarez, Rubén Costas y Oscar Ortiz lucieron sus mejores galas para mostrar al único liderazgo emergente que lograron construir en 14 años, todos ellos esperaban no equivocarse.



El segundo caso de corrupción fuerte estalló en febrero el gerente de ENTEL, Elio Montes gastó Bs 36.440 (aproximadamente 5.300 dólares) y Bs 18.712 (aproximadamente 2.725 dólares) por hospedaje y consumo extra en un hotel de cinco estrellas de la zona Sur de La Paz, además de un auspicio por 160.000 dólares a un piloto de carreras de autos y la cancelación de finiquitos por Bs 868.998 a 13 funcionarios. Montes fue brazo derecho de Fernando Camacho, también fue quien financio pautas propagandistas impulsando el golpe de estado. La cobardía de Jeanine y su gabinete se redujo en dejar que Montes escapara y denunciarlo. La prensa obedeció con el silencio por poco tiempo.

Marzo anticipaba que las empresas estatales serían el siguiente blanco de ataque, pues en Bolivia existen dos aerolíneas con más conexiones a distintas ciudades entre ellas Boliviana de Aviación (BOA), esta estaba siendo bloqueada disminuyendo la cantidad de vuelos que hacían por día, paralelamente la aerolínea Amazonas, empresa privada, comenzó a incrementar los vuelos diarios. El gobierno de facto estaba quebrando de poco en poco las empresas estratégicas estatales para luego bajar el valor de cambio y privatizarla.

La segunda semana del mes de marzo se identificaron a los primeros infectados de COVID 19. La política sanitaria de Jeanine Añez empujó a una privatización de la salud, la sobrevivencia de uno mismo debía ser voluntaria e individual pues el gobierno demostró que no iba a actuar de manera inmediata. La cuarentena rígida con militares y policías en las calles sólo fueron una excusa del gobierno para controlar la organización de los movimientos sociales en respuesta a la violación de derechos humanos. Si bien el tiempo de encierro voluntario y forzoso suponía que el gobierno tenía que dotar de todos los insumos necesarios a los hospitales entre ellos los respiradores, trajes de bioseguridad y medicamentos, Jeanine no pudo estar a la altura que el momento le exigía pues los hospitales empezaron a saturarse, la gente moría en las calles, el autocuidado se convertía en respuesta de sobrevivencia. No conforme salpicó el tercer acto de corrupción: la compra de los 170 respiradores con un sobreprecio de más de seis millones de dólares a través de la empresa intermediaria Grupo Agem Ingeniería y Proyectos. La adquisición sin intermediario, el costo por los 324 respiradores hubiese sido de 800 mil dólares, no obstante, se pagaron 9,5 millones.

Con una Bolivia debilitada por los contagios el gobierno que no demoró en usar su primera carta prorroguista: suspender las elecciones del 3 de mayo. Salvador Romero, presidente del Tribunal Supremo Electoral, llamó a una reunión para definir fechas tentativas de elecciones, tal sería el 6 de septiembre. No obstante, la fecha propuesta no suponía la inamovilidad lo que haría creer que Añez ampliaría su mandato. Es así que en agosto los movimientos sociales, el Pacto de Unidad, la Central Obrera boliviana, las Seis Federaciones del Trópico y los autoconvocados deciden bloquear todas las vías de Bolivia demandando que no se mueva la fecha de las elecciones pues el gobierno de facto no hizo más que alargar su mandato a razón de la pandemia. Bolivia amaneció el 3 de agosto bloqueada, cada espacio fue tomado, calles, carreteras, etc. La convocatoria fue tan fuerte que cada sector se auto organizó, desde llevar a los puntos de bloqueo comida hasta desinfectar cada área en momentos oportunos. La radicalización fue más impresionante, cada sector sabía que esta era la oportunidad de derrocar a un gobierno ilegítimo y de consolidar la fecha inamovible de las elecciones nacionales, lastimosamente parte de los acuerdos frenaron la segunda demanda, pero la organización que adquirió el MAS y los sectores autoconvocados demostró la capacidad política de dar giros inesperados en el campo político.



A inicio de agosto Bolivia sufrió otro gran golpe: la privatización de la educación. Víctor Hugo Cárdenas, de la derecha lo conservador, que fue Ministro de Educación, demostró su incapacidad de llegar a acuerdos que permitan a los profesores y los estudiantes de las escuelas y colegios a pasar clases y regularizar la enseñanza. Cárdenas dejó a su suerte a cada espacio educativo, sin comprender que las herramientas como zoom, Google meet, classroom, etc. necesitan de un factor clave que es el internet en casa o wifi, y que la adquisición de esto supone un nuevo presupuesto más en los hogares de bolivianos que hasta la fecha habrían perdido su fuente de ingreso. En ningún momento se pensó en instalar espacios donde el wifi sea gratuito ni mucho menos se pensó en las familias, que contaran o no con computadoras. Si esto fue un problema en las capitales urbanas las zonas rurales entraron en una mayor desventaja. Es por esto que la mañana del segundo día del mes amanecemos con el DS 4260 de Cierre del ciclo escolar. Las críticas no se demoraron en saltar y cambiar el rumbo del DS donde los colegios privados decidieron continuar con la educación en línea mientras que los colegios públicos podían escoger su rumbo lo que en su mayoría fue clausurar el año escolar. Nos privatizaron la educación.

Con las elecciones definidas para el 18 de octubre la contienda electoral tomó su curso para preparar a todos los candidatos, las encuestadoras fueron actores principales para alterar y direccionar la decisión del votante, de esta forma tuvieron dos momentos de influencia: la primera, el 15 de septiembre. Ciesmori publicó datos estadísticos de la intención de votos de cada candidato Luis Arce lideró con el 25%, Carlos Mesa 22%, indecisos 21% y Jeanine Añez 8%. El declive de Añez desde el inicio de la pandemia la arrojó desde 16% de intención de voto a la mitad; el efecto de la encuesta no tardo, pues dos días después Añez dejó la contienda electoral para apoyar a Mesa con rumbo a una segunda vuelta. El segundo momento, inducir la segunda vuelta, los datos mostraron a Arce y Mesa parejos y que lo más certero es que ambos definirían quien asumiría la presidencia en una segunda vuelta, día tras día los medios de derecha limpiaron la imagen tibia de Mesa.

La noche del 18 de octubre fue un hecho histórico, mientras la derecha se negaba a entregar los resultados mediante sus encuestadoras, se tenía un ambiente de incertidumbre en las calles de Bolivia, es por esto que a las 00:00 se mostró los datos de boca de urna donde el Mas con Luis Arce y David Choquehuanca arrasó con el 52% frente a un 30% de Comunidad Ciudadana de Carlos Mesa. En Bolivia sólo se gana la silla presidencial de tres formas: por mayoría absoluta, superar el 40% y diferenciarse con el 10% del segundo y en segunda vuelta con mayoría simple. Los ánimos, las lágrimas, los abrazos y la esperanza no tardaron en expresarse porque el MAS venció al golpe de estado, venció a la elite periodística, venció a la derecha organizada y venció al fascismo desatado en noviembre de 2019. Yo me encontraba en el exilio a lado de mi papá y los resultados nos hicieron entender que solo el amor vence al odio, que la auto-organización de los pueblos devolvió la democracia a nuestro querido país.

Desde octubre la derecha empezó a desmoronarse de par en par. Los ministros cercanos como Oscar Ortiz se alejaron de Añez, Arturo Murillo y Fernando López – autores de la masacre de Senkata y Sacaba- escaparon del país para no enfrentar los juicios de responsabilidades que tienen pendientes. Carlos Mesa se jubiló de la política desliéndose con un ataque directo a Jeanine Añez y su gobierno. Fernando Camacho se encontraba en el ojo de críticas de jóvenes denominados pititas que le culparon por la victoria del MAS. Marco Pumari – autor intelectual de las quemas de casas en Potosí- fue abucheado en su última aparición en la capital potosina hasta el punto de encerrarlo en una casa particular, caso contrario la gente haría justicia de la forma violenta que dejó Pumari: amenazando de muerte y la quema de sus casas.



El 8 de noviembre cambiamos el curso de nuestra historia con Luis Arce y David Choquehuanca e inauguramos un nuevo periodo político en la historia de nuestro país.


(*) Politóloga, feminista y militante de Integración

El 2020 nos trajo muchas sorpresas especialmente a les militantes de izquierda que creíamos que levantarnos iba a costar tiempo, los golpes que sufrimos no fueron pequeños desde la persecución sistemática a todo dirigente sindical de distintos distritos en las ciudades de Bolivia hasta las ex autoridades del gobierno de Evo Morales. El gobierno de facto de Jeanine Añez fue el error histórico de Bolivia.

El año inauguró un periodo lleno de desafíos para la derecha en un sentido de sobrevivencia, después de 19 años la oligarquía cruceña volvió a dirigir el gobierno y sus objetivos políticos fueron con los que dieron el golpe de estado: la destrucción del instrumento político y los movimientos sociales organizados en la estructura del MAS. Las tácticas que desarrollaron no se cerraron en esta primera premisa, por lo que, se podría decir que el oligopolio de la información, la creación del enemigo enfocado en el MAS y la privatización escalonada de las empresas estratégicas comenzando en las reservas de gas hasta la planta de litio, constituyó la agenda política de una derecha conservadora lista para quedarse.

Su primer desafío: convencer que la figura fémina en la presidencia podía cambiar el curso de las decisiones agresivas del Estado con la sociedad civil ocultando la incapacidad de liderazgo. Los dos primeros meses de la gestión del 2019 mostraron a una presidenta sonriente, cuerpo deportivo y cabello rubio, todas estas palabras sirvieron para cambiar el sistema de valores lingüísticos para ocultar las masacres de Senkata, Sacaba, Betanzos y Huayllani. Es por eso por lo que el 2020 los medios de comunicación televisivos se disputaron entrevistas personales a Jeanine, como si la sangre derramada, las desapariciones forzosas y la persecución política no tuvieran espacio para el nuevo sistema de valores.

La narrativa mediática fue consolidando la imagen del gobierno de facto como bueno en comparación al de Evo Morales como “malo”, esta simple dicotomización tuvo su incidencia dentro del sentido común pues si el gobierno pasado tuvo muchos errores este gobierno era la “salvación” y por ende las decisiones que tomaran no deberían ser citadas más sí ser aplaudidas.

Con un camino despejado Jeanine y su gobierno transitorio –de facto- no se demoró ni dos meses en ser denunciado por corrupción donde la cartera del ministerio de minería estaba implicado en vender puestos de trabajo, esto no impidió a Jeanine y a su partido a consolidarse como proyecto político pues el 25 de enero anunció su candidatura a las elecciones nacionales, tal postulación no fue un acto más detrás de ella se encontró toda la derecha rancia de Bolivia: Samuel Doria Medina, Luis Revilla, Adrián Olivo, Ernesto Suarez, Rubén Costas y Oscar Ortiz lucieron sus mejores galas para mostrar al único liderazgo emergente que lograron construir en 14 años, todos ellos esperaban no equivocarse.



El segundo caso de corrupción fuerte estalló en febrero el gerente de ENTEL, Elio Montes gastó Bs 36.440 (aproximadamente 5.300 dólares) y Bs 18.712 (aproximadamente 2.725 dólares) por hospedaje y consumo extra en un hotel de cinco estrellas de la zona Sur de La Paz, además de un auspicio por 160.000 dólares a un piloto de carreras de autos y la cancelación de finiquitos por Bs 868.998 a 13 funcionarios. Montes fue brazo derecho de Fernando Camacho, también fue quien financio pautas propagandistas impulsando el golpe de estado. La cobardía de Jeanine y su gabinete se redujo en dejar que Montes escapara y denunciarlo. La prensa obedeció con el silencio por poco tiempo.

Marzo anticipaba que las empresas estatales serían el siguiente blanco de ataque, pues en Bolivia existen dos aerolíneas con más conexiones a distintas ciudades entre ellas Boliviana de Aviación (BOA), esta estaba siendo bloqueada disminuyendo la cantidad de vuelos que hacían por día, paralelamente la aerolínea Amazonas, empresa privada, comenzó a incrementar los vuelos diarios. El gobierno de facto estaba quebrando de poco en poco las empresas estratégicas estatales para luego bajar el valor de cambio y privatizarla.

La segunda semana del mes de marzo se identificaron a los primeros infectados de COVID 19. La política sanitaria de Jeanine Añez empujó a una privatización de la salud, la sobrevivencia de uno mismo debía ser voluntaria e individual pues el gobierno demostró que no iba a actuar de manera inmediata. La cuarentena rígida con militares y policías en las calles sólo fueron una excusa del gobierno para controlar la organización de los movimientos sociales en respuesta a la violación de derechos humanos. Si bien el tiempo de encierro voluntario y forzoso suponía que el gobierno tenía que dotar de todos los insumos necesarios a los hospitales entre ellos los respiradores, trajes de bioseguridad y medicamentos, Jeanine no pudo estar a la altura que el momento le exigía pues los hospitales empezaron a saturarse, la gente moría en las calles, el autocuidado se convertía en respuesta de sobrevivencia. No conforme salpicó el tercer acto de corrupción: la compra de los 170 respiradores con un sobreprecio de más de seis millones de dólares a través de la empresa intermediaria Grupo Agem Ingeniería y Proyectos. La adquisición sin intermediario, el costo por los 324 respiradores hubiese sido de 800 mil dólares, no obstante, se pagaron 9,5 millones.

Con una Bolivia debilitada por los contagios el gobierno que no demoró en usar su primera carta prorroguista: suspender las elecciones del 3 de mayo. Salvador Romero, presidente del Tribunal Supremo Electoral, llamó a una reunión para definir fechas tentativas de elecciones, tal sería el 6 de septiembre. No obstante, la fecha propuesta no suponía la inamovilidad lo que haría creer que Añez ampliaría su mandato. Es así que en agosto los movimientos sociales, el Pacto de Unidad, la Central Obrera boliviana, las Seis Federaciones del Trópico y los autoconvocados deciden bloquear todas las vías de Bolivia demandando que no se mueva la fecha de las elecciones pues el gobierno de facto no hizo más que alargar su mandato a razón de la pandemia. Bolivia amaneció el 3 de agosto bloqueada, cada espacio fue tomado, calles, carreteras, etc. La convocatoria fue tan fuerte que cada sector se auto organizó, desde llevar a los puntos de bloqueo comida hasta desinfectar cada área en momentos oportunos. La radicalización fue más impresionante, cada sector sabía que esta era la oportunidad de derrocar a un gobierno ilegítimo y de consolidar la fecha inamovible de las elecciones nacionales, lastimosamente parte de los acuerdos frenaron la segunda demanda, pero la organización que adquirió el MAS y los sectores autoconvocados demostró la capacidad política de dar giros inesperados en el campo político.



A inicio de agosto Bolivia sufrió otro gran golpe: la privatización de la educación. Víctor Hugo Cárdenas, de la derecha lo conservador, que fue Ministro de Educación, demostró su incapacidad de llegar a acuerdos que permitan a los profesores y los estudiantes de las escuelas y colegios a pasar clases y regularizar la enseñanza. Cárdenas dejó a su suerte a cada espacio educativo, sin comprender que las herramientas como zoom, Google meet, classroom, etc. necesitan de un factor clave que es el internet en casa o wifi, y que la adquisición de esto supone un nuevo presupuesto más en los hogares de bolivianos que hasta la fecha habrían perdido su fuente de ingreso. En ningún momento se pensó en instalar espacios donde el wifi sea gratuito ni mucho menos se pensó en las familias, que contaran o no con computadoras. Si esto fue un problema en las capitales urbanas las zonas rurales entraron en una mayor desventaja. Es por esto que la mañana del segundo día del mes amanecemos con el DS 4260 de Cierre del ciclo escolar. Las críticas no se demoraron en saltar y cambiar el rumbo del DS donde los colegios privados decidieron continuar con la educación en línea mientras que los colegios públicos podían escoger su rumbo lo que en su mayoría fue clausurar el año escolar. Nos privatizaron la educación.

Con las elecciones definidas para el 18 de octubre la contienda electoral tomó su curso para preparar a todos los candidatos, las encuestadoras fueron actores principales para alterar y direccionar la decisión del votante, de esta forma tuvieron dos momentos de influencia: la primera, el 15 de septiembre. Ciesmori publicó datos estadísticos de la intención de votos de cada candidato Luis Arce lideró con el 25%, Carlos Mesa 22%, indecisos 21% y Jeanine Añez 8%. El declive de Añez desde el inicio de la pandemia la arrojó desde 16% de intención de voto a la mitad; el efecto de la encuesta no tardo, pues dos días después Añez dejó la contienda electoral para apoyar a Mesa con rumbo a una segunda vuelta. El segundo momento, inducir la segunda vuelta, los datos mostraron a Arce y Mesa parejos y que lo más certero es que ambos definirían quien asumiría la presidencia en una segunda vuelta, día tras día los medios de derecha limpiaron la imagen tibia de Mesa.

La noche del 18 de octubre fue un hecho histórico, mientras la derecha se negaba a entregar los resultados mediante sus encuestadoras, se tenía un ambiente de incertidumbre en las calles de Bolivia, es por esto que a las 00:00 se mostró los datos de boca de urna donde el Mas con Luis Arce y David Choquehuanca arrasó con el 52% frente a un 30% de Comunidad Ciudadana de Carlos Mesa. En Bolivia sólo se gana la silla presidencial de tres formas: por mayoría absoluta, superar el 40% y diferenciarse con el 10% del segundo y en segunda vuelta con mayoría simple. Los ánimos, las lágrimas, los abrazos y la esperanza no tardaron en expresarse porque el MAS venció al golpe de estado, venció a la elite periodística, venció a la derecha organizada y venció al fascismo desatado en noviembre de 2019. Yo me encontraba en el exilio a lado de mi papá y los resultados nos hicieron entender que solo el amor vence al odio, que la auto-organización de los pueblos devolvió la democracia a nuestro querido país.

Desde octubre la derecha empezó a desmoronarse de par en par. Los ministros cercanos como Oscar Ortiz se alejaron de Añez, Arturo Murillo y Fernando López – autores de la masacre de Senkata y Sacaba- escaparon del país para no enfrentar los juicios de responsabilidades que tienen pendientes. Carlos Mesa se jubiló de la política desliéndose con un ataque directo a Jeanine Añez y su gobierno. Fernando Camacho se encontraba en el ojo de críticas de jóvenes denominados pititas que le culparon por la victoria del MAS. Marco Pumari – autor intelectual de las quemas de casas en Potosí- fue abucheado en su última aparición en la capital potosina hasta el punto de encerrarlo en una casa particular, caso contrario la gente haría justicia de la forma violenta que dejó Pumari: amenazando de muerte y la quema de sus casas.



El 8 de noviembre cambiamos el curso de nuestra historia con Luis Arce y David Choquehuanca e inauguramos un nuevo periodo político en la historia de nuestro país.


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