Vietnam, a 45 años de la victoria contra el imperialismo
Rogelio Roldán
La dirección vietnamita, encabezada por Ho Chi Minh, Truong Chinh, Vo Giap, Le Duc Tho, Le Duan, Pham Van Dong y otros compañeros, caracterizó el tipo de revolución necesaria


La guerrilla no sólo era el pez en el agua,
sino la unión del agua y los peces,
el agua organizada, los peces organizados,
un mar de peces.

Y todos tenían un puesto en el combate:
los jóvenes, las mujeres, los ancianos, los niños.
Y el que no podía cargar el fusil afilaba estacas de bambú,
o desinformaba al enemigo o hacía sandalias para los guerrilleros.

Roque Dalton

Hace 45 años, los agresores imperialistas huían como ratas ante el embate triunfante del pueblo vietnamita, al punto que tiraban los helicópteros al mar para escapar más rápido. Camino similar habían recorrido en su momento las tropas del Mikado japonés y los mercenarios franceses. Tres imperialismos, con enorme poder económico, político y militar fueron derrotados en tres décadas por un pueblo que estaba en absoluta inferioridad de condiciones. Es útil reparar en esto para tomar nota que, ante un pueblo decidido, con una dirección política y político-militar correcta, no hay relación de fuerzas, por abrumadoramente desfavorable que sea, que no se pueda revertir con iniciativa y organización, es decir, con desarrollo del factor subjetivo, como nos propone el Comandante Ernesto Ché Guevara.

¿Cómo se lograron estos triunfos? En 1941, a iniciativa del Partido Comunista, se fundó el Viet Nam Doc Lap Dong Minh Hoi, en castellano Liga para la Independencia de Vietnam, más conocida como Viet Minh, la que ordenó al general Giap iniciar una campaña de propaganda armada y reclutamiento. En dos años trocó a los campesinos en combatientes combinando el entrenamiento militar con la formación política comunista. En 1945 el Viet Minh tenía ya diez mil hombres bajo su mando y pudo pasar a la ofensiva contra el imperialismo japonés, quien ocupaba todo el sudeste de Asia.

La dirección vietnamita, encabezada por Ho Chi Minh, Truong Chinh, Vo Giap, Le Duc Tho, Le Duan, Pham Van Dong y otros compañeros, caracterizó el tipo de revolución necesaria: anticolonial, antiimperialista, de liberación nacional y por el socialismo. Apreciaron -sin sobre ni subestimarlo- el enemigo a enfrentar: los imperialismos japonés, francés y yanqui; captaron la capacidad y potencialidad de lucha de su pueblo, definieron con precisión la amplitud de su base social -sabían que el poder popular local es el talón de Aquiles del opresor extranjero-, el tipo de alianzas y la estrategia de poder, con la flexibilidad táctica adecuada a cada momento.

La dirección vietnamita simultaneó todas las formas de lucha -desde las reivindicaciones más sencillas hasta la lucha por el poder- en el marco principal de la vía no pacífica. Al comienzo insurreccionándose en modo guerrillero, es decir, en pequeños grupos para golpear en el eslabón más débil de los invasores: el poder local; hasta crecer hacia la construcción del ejército regular, que continuó actuando en combinación con las unidades guerrilleras y las milicias populares.

En 1947 se definió que la lucha por la independencia, la unificación de la patria y el socialismo sería una guerra de larga duración, y que tendría tres fases: defensiva, equilibrio de fuerzas y contraofensiva general; las cuales se sucederían en la medida que adecuando su debilidad a la fuerza del enemigo, pudieran transformar la situación de desventaja en situación de ventaja estratégica.

Con la experiencia de siglos de lucha contra invasores diversos, más la certeza que un ejército popular es superior al mejor ejército moderno, el Tío Ho con Truong Chinh y Giap elaboraron la doctrina de defensa nacional conocida como «Guerra de todo el pueblo», en su integralidad política, económica, militar e ideológico-cultural. Dicha doctrina es totalmente distinta a la teoría de la guerra popular prolongada. Aquella fue el sustento teórico político de la lucha que se erigía en torno a fuertes bases de poder popular, cuya fuerza principal es la alianza obrero-campesina. Años después, en 1972, Giap hizo una síntesis teórica de esta experiencia en un libro titulado “Armar a las masas revolucionarias, construir el ejército popular”.

El partido y el Frente Único movilizaron a todo el pueblo
para hacer la guerra del pueblo
guerra integral, multiforme:
militar, política, económica, ideológica.
Y a la par de las guerrillas y las grandes unidades militares
se organizó el ejército político de las masas.
Estas fuerzas vencieron a los colonialistas franceses y japoneses
y han doblegado la agresión imperialista norteamericana

Roque Dalton


Con esa política de guerra de todo el pueblo, combinando la guerra de guerrillas y la guerra regular, el pueblo vietnamita de la defensa pasó a la ofensiva y obtuvo grandes victorias, como la de Dien Bien Phu y otras hasta la derrota total -política y militar- del imperialismo yanqui, el 30 de abril de 1975.

Un componente importante de aquella doctrina es la fuerte defensa de la patria invadida y de sus tradiciones nacionales, que supieron combinar con un internacionalismo ejemplar: desplegaron una intensa labor política para sumar fuerzas entre los pueblos del mundo y combatieron para liberar a las vecinas Laos y Kampuchea, países cruzados por el «camino Ho Chi Minh», por el que se lanzó, en 1968, la gran ofensiva del T?t, con el ataque simultáneo a 140 ciudades y aldeas y la ocupación de la embajada de USA en Saigón.

Los compañeros vietnamitas fueron maestros en el arte de dirigir la guerra revolucionaria, definieron -como condición sine qua non- los tres fundamentos básicos con que debe contar un ejército popular para lograr la victoria contra el imperialismo: dirección, organización y estrategia. Dirección por el partido revolucionario, la más férrea disciplina militar y una línea política adecuada a las condiciones económicas, sociales y políticas del país.

El Partido Comunista de Vietnam pudo cumplir el papel de vanguardia efectiva porque supo resolver eficazmente dos tareas esenciales: desarrollar la autonomía y el poder de las masas populares, tensando así todas sus fuerzas, y construir la más sólida unidad nacional revolucionaria.

La enseñanza más seria, trascendente y perdurable del pensamiento y la acción del partido vietnamita, encabezado por el Tío Ho, es su calidad de teórico y práctico consumado de la construcción y desarrollo del poder popular. Enfoque este que se basa en su visión integral, político-militar, de la lucha de clases.

La guerrilla no sólo era el pez en el agua,
sino la unión del agua y los peces,
el agua organizada, los peces organizados,
un mar de peces.

Y todos tenían un puesto en el combate:
los jóvenes, las mujeres, los ancianos, los niños.
Y el que no podía cargar el fusil afilaba estacas de bambú,
o desinformaba al enemigo o hacía sandalias para los guerrilleros.

Roque Dalton

Hace 45 años, los agresores imperialistas huían como ratas ante el embate triunfante del pueblo vietnamita, al punto que tiraban los helicópteros al mar para escapar más rápido. Camino similar habían recorrido en su momento las tropas del Mikado japonés y los mercenarios franceses. Tres imperialismos, con enorme poder económico, político y militar fueron derrotados en tres décadas por un pueblo que estaba en absoluta inferioridad de condiciones. Es útil reparar en esto para tomar nota que, ante un pueblo decidido, con una dirección política y político-militar correcta, no hay relación de fuerzas, por abrumadoramente desfavorable que sea, que no se pueda revertir con iniciativa y organización, es decir, con desarrollo del factor subjetivo, como nos propone el Comandante Ernesto Ché Guevara.

¿Cómo se lograron estos triunfos? En 1941, a iniciativa del Partido Comunista, se fundó el Viet Nam Doc Lap Dong Minh Hoi, en castellano Liga para la Independencia de Vietnam, más conocida como Viet Minh, la que ordenó al general Giap iniciar una campaña de propaganda armada y reclutamiento. En dos años trocó a los campesinos en combatientes combinando el entrenamiento militar con la formación política comunista. En 1945 el Viet Minh tenía ya diez mil hombres bajo su mando y pudo pasar a la ofensiva contra el imperialismo japonés, quien ocupaba todo el sudeste de Asia.

La dirección vietnamita, encabezada por Ho Chi Minh, Truong Chinh, Vo Giap, Le Duc Tho, Le Duan, Pham Van Dong y otros compañeros, caracterizó el tipo de revolución necesaria: anticolonial, antiimperialista, de liberación nacional y por el socialismo. Apreciaron -sin sobre ni subestimarlo- el enemigo a enfrentar: los imperialismos japonés, francés y yanqui; captaron la capacidad y potencialidad de lucha de su pueblo, definieron con precisión la amplitud de su base social -sabían que el poder popular local es el talón de Aquiles del opresor extranjero-, el tipo de alianzas y la estrategia de poder, con la flexibilidad táctica adecuada a cada momento.

La dirección vietnamita simultaneó todas las formas de lucha -desde las reivindicaciones más sencillas hasta la lucha por el poder- en el marco principal de la vía no pacífica. Al comienzo insurreccionándose en modo guerrillero, es decir, en pequeños grupos para golpear en el eslabón más débil de los invasores: el poder local; hasta crecer hacia la construcción del ejército regular, que continuó actuando en combinación con las unidades guerrilleras y las milicias populares.

En 1947 se definió que la lucha por la independencia, la unificación de la patria y el socialismo sería una guerra de larga duración, y que tendría tres fases: defensiva, equilibrio de fuerzas y contraofensiva general; las cuales se sucederían en la medida que adecuando su debilidad a la fuerza del enemigo, pudieran transformar la situación de desventaja en situación de ventaja estratégica.

Con la experiencia de siglos de lucha contra invasores diversos, más la certeza que un ejército popular es superior al mejor ejército moderno, el Tío Ho con Truong Chinh y Giap elaboraron la doctrina de defensa nacional conocida como «Guerra de todo el pueblo», en su integralidad política, económica, militar e ideológico-cultural. Dicha doctrina es totalmente distinta a la teoría de la guerra popular prolongada. Aquella fue el sustento teórico político de la lucha que se erigía en torno a fuertes bases de poder popular, cuya fuerza principal es la alianza obrero-campesina. Años después, en 1972, Giap hizo una síntesis teórica de esta experiencia en un libro titulado “Armar a las masas revolucionarias, construir el ejército popular”.

El partido y el Frente Único movilizaron a todo el pueblo
para hacer la guerra del pueblo
guerra integral, multiforme:
militar, política, económica, ideológica.
Y a la par de las guerrillas y las grandes unidades militares
se organizó el ejército político de las masas.
Estas fuerzas vencieron a los colonialistas franceses y japoneses
y han doblegado la agresión imperialista norteamericana

Roque Dalton


Con esa política de guerra de todo el pueblo, combinando la guerra de guerrillas y la guerra regular, el pueblo vietnamita de la defensa pasó a la ofensiva y obtuvo grandes victorias, como la de Dien Bien Phu y otras hasta la derrota total -política y militar- del imperialismo yanqui, el 30 de abril de 1975.

Un componente importante de aquella doctrina es la fuerte defensa de la patria invadida y de sus tradiciones nacionales, que supieron combinar con un internacionalismo ejemplar: desplegaron una intensa labor política para sumar fuerzas entre los pueblos del mundo y combatieron para liberar a las vecinas Laos y Kampuchea, países cruzados por el «camino Ho Chi Minh», por el que se lanzó, en 1968, la gran ofensiva del T?t, con el ataque simultáneo a 140 ciudades y aldeas y la ocupación de la embajada de USA en Saigón.

Los compañeros vietnamitas fueron maestros en el arte de dirigir la guerra revolucionaria, definieron -como condición sine qua non- los tres fundamentos básicos con que debe contar un ejército popular para lograr la victoria contra el imperialismo: dirección, organización y estrategia. Dirección por el partido revolucionario, la más férrea disciplina militar y una línea política adecuada a las condiciones económicas, sociales y políticas del país.

El Partido Comunista de Vietnam pudo cumplir el papel de vanguardia efectiva porque supo resolver eficazmente dos tareas esenciales: desarrollar la autonomía y el poder de las masas populares, tensando así todas sus fuerzas, y construir la más sólida unidad nacional revolucionaria.

La enseñanza más seria, trascendente y perdurable del pensamiento y la acción del partido vietnamita, encabezado por el Tío Ho, es su calidad de teórico y práctico consumado de la construcción y desarrollo del poder popular. Enfoque este que se basa en su visión integral, político-militar, de la lucha de clases.


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