Así, los versos costumbristas trazan su pauta sensible instalando escenarios donde se mide el tiempo y el acontecer humano con imágenes tan sensoriales que duele su volatilidad al querer asirlas.
Nos cuenta cuando las aguas del arroyo Maciel a cielo abierto desprendían frescura hacia el verano caliente. Y nos interpela al despedir al amigo luchador en el homenaje realizado en la Sociedad de Fomento “Florentino Ameghino, barrio de Entre Vías mi lugar en el mundo, allí nació la historia”: una historia con ese entrañable compañero al que dice adiós surgida al calor del codo a codo del fomentismo, lides que reservan a los compañeros lo mejor de la amistad.
El libro alterna poesías con relatos cuyas tramas de franca humorada y un lirismo nostálgico construyen sentido en la solidaridad y la vida compartida. Parisi escribe del lado de la luz sin maquillaje que suprima el dolor ante las grandes desigualdades sociales. Cuando regresa a su propio mundo de la infancia tampoco viaja solo: junto al patio de la casa que lo vio nacer las figuras imborrables de su padre y de su madre emergen en el quehacer de los mil artilugios para sostener la diaria familiar.